El piso era sombrío, olía un poco a humedad y estaba virtualmente vacío exceptuando una habitación donde Hugo había instalado su habitación del pánico. Al menos 8 pantallas colgaban a diferentes alturas de la pared, otros 6 ordenadores portátiles y como mínimo 10 torres zumbaban en aquella habitación con el aire acondicionado al máximo. Hugo les recibió descalzo, en pantalones cortos y camiseta de manga corta como si estuvieran en mitad de agosto. Y no era porque fuera un dejado, pocas personas eran tan pulcras como él, pero decía que así minimizaba los calambres por electricidad estática.
Hugo. Hugo sin apellidos. Hacía años había conseguido hacerse desaparecer de todo sistema público o privado del mundo. Literalmente no existía. No podía viajar, pero a él no le importaba. No era el típico hikikomori. Él salía. No tenía problema en salir. Lo que pasaba es que tenía demasiadas cosas que hacer. Al menos ésa era la excusa que le había puesto a Paloma incontables veces.
Hugo era un tipo de estatura media, más bien escuálido y con el pelo rizado demasiado largo ya. Ahora bien, iba afeitado a la perfección. Decía que le daba cosa tener pelo cerca de la boca. Era de humor fino e irónico, un genio en todos los aspectos y como tal, a veces complejo de tratar. Por la naturaleza de su posición en la Hermandad al final todos le conocían, pero pocos tenían una relación tan estrecha como podían tenerla ellos dos. Primero fue por pura inercia generacional, ya que eran de la misma quinta, más tarde fue por la estrecha relación dados sus respectivos puestos en la Hermandad. Pero los años y la completa confianza que se tenían entre ellos había logrado que aquel tipo fuera lo más parecido a un hermano de sangre que podían tener. Así lo sentían tanto Andrés como Paloma, pero ella en concreto, había trabajado tan intensamente con él en sus primeros años con Manolín que se había convertido en una especie de ritual entre ellos el hecho de que, cada vez que se veían, Paloma le cortara el pelo. Así pasaba, que si no se veían en un tiempo, al final el pobre tenía que hacerse hasta coletas.
Cuando aparecieron por la puerta, sus ojos oscuros fueron de uno a otro un par de veces, luego los puso en blanco y resopló.
-Alabado sea el creador, por fin os habéis liado...
-¡Aún no...!- exclamaron los dos a la vez. Se miraron y Andrés se echó a reír. Ella se limitó a ponerse colorada... otra vez, como una imbécil...- ¡Agh, Hugo por favor! Encima que te vengo a visitar.
-Malo. Si me vienes a visitar malo, Paloma.
-Te toca corte de pelo.- dijo ella en un cambio total de tema. Hugo le echó una mirada de advertencia.- Voy a por las tijeras. Ve a lavarte o a mojarte la cabeza.
-Paloma, no creo que ahora...
-Hugo. Ya.
Hugo y Andrés se miraron con ese tipo de colegueo entre tíos que Paloma estaba harta de ver, como si sólo con eso se dijeran todo lo que tenían que decirse sobre un tema, estuvieran los dos de acuerdo, y sellaran una especie de pacto mutuo de agreement eterno. Ella decidió ignorarlo, como tantas otras veces. Que no la hicieran partícipe de esas cosas no significaba que no supiera leerlas al vuelo. Así pues Hugo fue obediente hacia el baño seguido por Andrés. Les oyó cuchichear mientras ella buscaba las tijeras entre las cosas de Hugo. No tardó en encontrarlas. Era un tipo ordenado y de costumbres.
Paloma fue hasta el baño y los dos hombres se callaron inmediatamente. Se hizo la digna, como si no se hubiera dado cuenta y evaluó el baño.
-Esto es diminuto.- dijo.- Te espero afuera.
Puso una silla y una toalla en el suelo. Al poco llegó la víctima frotándose la cabeza con una toalla con Andrés detrás bastante interesado por todo aquello.
ESTÁS LEYENDO
Assasin's Creed - Resurrección
ActionLa Hermandad de los Asesinos en España es especial. Al contrario que en otros países europeos, la Hermandad es tricéfala con líderes pseudoinependientes divididos en 3 divisiones, Levante, Centro y Sur. Tras la muerte de Desmond Miles, la muerte del...