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Paso el tiempo y sin siquiera quererlo, pasaba cada vez que podía a ese gimnasio a ver los entrenamientos. Si, era él. Ahora que estoy sentado en la banca viendo como él juega. Viendo como es el setter de otro. Viendo como gana. Lo sé.

He venido a cada juego oficial que tiene y cada vez quedo más sorprendido. ¿Es el mismo chico con el que salía a jugar cuando pequeño, es el mismo que me perseguía por toda la escuela? Ahora vi como sacaba. Su saque era ahora mucho más agresivo de lo que era antes, anoto y vi como sonreía. Sí. Definitivamente era él. Con cada juego que veía me convencía más.

Él era el setter del equipo de Japón. Y el juego que estoy viendo en este minuto es el que los llevara a la clasificatoria para el campeonato mundial. Estoy nervioso y no quiero saber cómo debe de estar él, aunque, Oikawa siempre ha sido del tipo que sabe cómo controlarse. Bueno, al menos sabe controlar los nervios, porque, sus actitudes infantiles está claro que no. al menos así era antes.

Lo veo con suma atención durante todo el juego. Creo que le presto más atención a él que a lo que hace. Pero sé que van ganando y el punto que viene ahora será el que les dará la victoria. Tengo unas ganas enormes de estar en la cancha con él. De rematar. Sentir ese dolor característico al hacer un gran remate con toda mi fuerza. Cierro los ojos y me dejo llevar en el recuerdo de esos incontables momentos. Me imagino ahí, parado en la cancha, a su lado, yo me acerco a la red y me preparo para rematar, el apenas me mira un segundo y antes de poder si quiera pensarlo el balón ya está en la palma de mi mano, como si fuese un acto inconsciente lo remato, siento el característico cosquilleo en mi palma, sonrío disimuladamente y entonces escucho un gran escándalo desde el exterior. Abro los ojos y veo que han ganado. Una inmensa alegría me embarga y sonrió.

Oikawa sonríe y se abraza con sus compañeros de equipo, los recuerdos me vuelven a llegar todos de golpe, se gira y comienza a saludar al público que los apoyan. Entonces se gira hacia donde estoy sentado, me mira primero sonriendo y su sonrisa desaparece por un segundo, luego vuelve más radiante aun y me saluda moviendo la mano con suma energía. Yo estoy nervioso, levanto la mano en señal de saludo, luego él se va de la cancha pero no me quita los ojos de encima.

Entonces me comienzo a preguntar si estuvo bien el haber venido, en parte me siento como si estuviese reabriendo una herida, me siento estúpido y masoquista en parte. Pero, el hecho de que me quede ahí en la banca mientras el resto del público desaloja el estadio, me deja en claro que estoy esperando algo. Me irrito, frunzo el ceño, apoyo mis codos en mis piernas y me tapo los ojos con ambas manos. Debería levantarme de mi asiento, debería comenzar a caminar a mi hogar, debería estar estudiando en este minuto y no perdiendo el tiempo pensando estupideces.

Hice ademan de levantarme pero la presencia de alguien sentado a mi lado me hizo congelarme ahí de nuevo, lo miraba con atención, era Oikawa. El hecho de verlo desde la banca, a metros de distancia, era muy diferente a verlo de verdad a centímetros de mí, me sonreía despreocupadamente y yo lo único que quería era golpearlo por la simple razón de hacerme todo esto más complicado sin siquiera ser ese su objetivo.

Se notaba que había salido de la ducha hace solo algunos minutos atrás, pues, su cabello continuaba mojado. Me llamo la atención el verlo con ropa casual, unos jeans y una camiseta azul oscuro, podía ver, sin esforzarme mucho, que ahora nos encontrábamos de una estatura similar, tal vez, sea yo el que le gane por algunos centímetros.

El rompió el silencio y me di cuenta de que tenía exactamente la misma molesta voz.

- Me canse de verte venir en las prácticas y no acercarte a saludarme, Iwa-chan – no. ese sobrenombre no. hace mucho que no lo escuchaba – eres cruel.

Iridiscencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora