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Y llego el fin de semana. Bueno, el día viernes decidimos salir por la tarde, no teníamos nada planeado, pero Oikawa se encargó de hacer un plan maestro en menos de dos minutos, yo lo examine y decidí aceptar antes de arrepentirme. Y así fue como terminamos por ir al cine temprano a ver una película, la cual era de acción y me agrado.

Bueno, no mentiré, quería centrarme en la película, pero Oikawa no me dejaba y termine por perderme más de algún dialogo, en fin, cuando se pasaba de la raya optaba por lanzarle palomitas en la cara, el reía y se disculpaba con las personas que estaban a su lado. Yo me reía y volvía a mirar la pantalla, entonces sentía como el de nuevo comenzaba a molestarme.

Pero la película era buena. Se las recomendaría si tan solo recordase el nombre de esta. Como sea, luego del cine este decidió llevarme casi corriendo a hacia una montaña, subir no fue un gran problema para mí, además, antes de comenzar habíamos apostado.

- El que llegue primero a la cima pagara todo mañana – me miro sonriente. Puedo ver su confianza en que ganara y eso solo me motiva a ser yo el vencedor.

- ¿seguro que puedes permitirte tanto gasto? – dije de inmediato, porque claramente yo no seré el que perderá.

- Bien.

Y comenzamos la cuenta regresiva. Cuando ya íbamos contando dos pensé "¿de verdad competiré por subir una montaña, que de todas formas no es tan grande pero sigue siendo un ascenso considerable, contra un deportista?" soy idiota. Entonces, llegamos a la cuenta de uno y comenzamos a subir rápidamente.

Al principio me fue bastante fácil seguirle el paso, fue cuando ya estábamos a mitad de camino cuando él tomó la delantera, lo cual, me hacía esforzarme más, no quiero perder por nada del mundo, entonces, me forzó a seguirle el paso y continuar en un empate, pero esto no me duro nada.

Dentro de poco tiempo, cuando ya llevábamos un poco más de la mitad el me rebaso, y desde entonces la distancia no hizo más que aumentar, lo escuchaba reír y eso me hacía irritar, de vez en cuando miraba por sobre su hombro y gritaba algo para motivarme, yo en respuesta lo maldecía.

Note que el disminuía su ritmo para no hacer tan grande nuestra distancia, entonces de verdad me enoje, pero no dije ni hice nada aparte de continuar subiendo con todas las fuerzas que podía y me quedaban. Cuando llegamos a la cima él me regalo su típica sonrisa de victoria, yo jadeaba y apoyaba mis manos en las rodillas.

- Alguien va a tener que volver a entrenar – dijo burlón.

- ¿Qué te pasa idiota? Sigo igual a como estoy siempre – replique de inmediato e intentaba retomar el aliento. Claramente esta era una mentira que ni yo me creía.

- Claro que no – dijo el – el Iwa-chan de la preparatoria tenían el abdomen mucho más duro y firme – lo matare, lo empujare por la cima de esta montaña y diré que él se resbalo solo, "no pude hacer nada" diría a la policía mientras fingiría llorar. Mentira, todos sabemos que si algo así pasase yo lloraría de verdad y de forma bastante desesperada – ahora te has descuidado Iwa-chan. Puedo recordar como fuese ayer las veces en que tocaba la espalda y tus músculos sobresaltaban.

Ya está, en cuanto él se vaya a su viaje me pondré a entrenar, cuando llegue ni siquiera me reconocerá, ya vera, desempolvare mis pesas y las volveré a hacer mi mejor amiga. No decido hablar más ni seguirle la corriente. Él se da cuenta de mi silencio y se me acerca más.

- Iwa-chan, no te preocupes – dijo, yo enderece mi espalda y me seque el sudor – también me gusta este Iwa-chan, eres como un oso de peluche - ¡¿Qué?! No puedo creerlo. Siento como él pasa sus brazos por mis hombros y no intento ocultar mi irritación.

Iridiscencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora