15.

106 5 5
                                    


El tiempo que nos quedaba antes de que Oikawa se fuese a Estados Unidos paso en un pestañeo, al menos, así lo sentí yo. Las veces en las que iba a su departamento se incrementaron, pasaba más noches ahí, sin embargo, mi departamento seguía siendo el favorito para pasar la noche, no sé porque, pero Oikawa prefería quedarse ahí en vez de su propio departamento, y si no fuese por su gata, estoy seguro de que él ni siquiera se movería los fines de semana.

Como sea, el apareció el día sábado en que se tendría que ir pidiéndome un enorme favor, yo no creí que fuese un favor tan grande, quería que me encargase de su gata, Maat, mientras él no se encontraba aquí. Yo acepte de inmediato, después de todo, un gato no lleva tanto trabajo, creo que eso es una de las cosas buenas de los gatos, lo independientes que son, y yo, con tareas y trabajos de la universidad, no podría dedicarle demasiado tiempo a un animal.

Dejamos a la gata en mi departamento, con todo lo que ella necesitaría, debo admitir que esa gata era hermosa, tenía un ojo azul, bueno, era más que nada un color celeste y el otro ámbar. Su pelaje era blanco y algo largo, de verdad, yo creo que Oikawa se la robo.

Él se despidió de ella y fuimos en dirección al aeropuerto, el resto del equipo ya había viajado y estaba en camino, Oikawa se retrasó y pidió que lo dejaran ir en el próximo vuelo, lo regañaron, pero terminaron por aceptar, después de todo, no había de otra y todo el equipo no perdería el vuelo por él. Siento que lo hizo con esa intención. No me sorprendería.

La verdad es que aún no me agradaba del todo la idea de que él se ira por dos meses, o casi dos meses, todo depende del resultado de los partidos que se jugaran allá, no es que no confié en él o algo por el estilo, pero, aunque no me guste admitirlo, él ya era parte de mi rutina aquí.

Hice algo de lo cual yo no estoy acostumbrado, tome su mano por todo el camino del tren, el aeropuerto quedaba al otro lado de la ciudad, así que, teníamos tiempo, el no dijo nada, solo me devolvió el agarre de la mano. El vagón iba desierto, éramos los únicos ahí. No hablamos mucho durante el camino.

Y termine por besarlo. Después de todo, no probaría esos labios en mucho tiempo, me pegue a él, no tenía intenciones de terminar el beso, no aun, y por cómo íbamos, note que él tampoco quería detenerse.

Entonces llegamos. Se supone que el camino debía ser más largo, se supone que debíamos tener un poco más de tiempo.

Bajamos del tren y llegamos de inmediato al aeropuerto. Estaba, como era de esperarse, lleno de gente yendo de un lugar para el otro, todos apresurados, la verdad es que nunca había estado en un aeropuerto, no había tenido la necesidad, mire a mi alrededor, Oikawa se movía ágilmente entre la gente, pude notar que él conocía casi de memoria este lugar, saco su pasaporte, este ya contaba con una gran cantidad de timbres de países.

Se giró a mirarme algo triste, entonces supe que yo podía llegar hasta aquí, mas allá solo podrían pasar las personas del vuelo, por lo que se, llegar hasta este punto suele llevar más tiempo y tramites, supongo que esta es una de las ventajas de ser un deportista representante de Japón. Lleve mis manos a los bolsillos delanteros de mis jeans, me mire las zapatillas, unas Converse negras, clásicas. Luego, subí la mirada al sentir como Oikawa me miraba esperando.

- Ya debes irte – dije

- Si – dijo él – debería, a menos que quieras fugarte conmigo a otro lugar, ¿Qué te parece unas vacaciones en Alemania?

- Me parece genial, hagamos eso mejor – dije siguiéndole el juego. Ambos sabíamos que era algo imposible, al menos ahora. Reímos.

- Algún día lo haremos – dijo ahora un poco más serio.

Iridiscencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora