Capítulo 9

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Once abre mi puerta despertándome cuando casi había podido dormir, llevaba unas dos horas intentando dormir y no podía.

—Me despertaste—Murmuré removiendome en la cama.

—No has comido—Dejó la comida en el escritorio y se sentó en la cama. — ¿Estás bien? —Asentí.

—Solo estoy muy cansada, no duermo desde hace varios días—Él asintió entendiendo.

— ¿Puedo acostarme junto a ti? —Asentí dándole un espacio.

—Me haré un tatuaje mañana aquí, viene un amigo a hacérmelo.

— ¿De qué se tratará? —Pregunté con interés.

Se encogió de hombros.

—Genial—Me puse boca abajo para intentar dormirme abrazada a la almohada.

Siento la mano de Once acariciar mi cabello y abro los ojos, miré su rostro.

Su mano pasa a mi espalda hasta llegar a mi cintura y acercarme más a él.

—Estaba cómoda—Me quejé por el cambio de posición.

Él me apretó a su cuerpo y apoyé mi cabeza en su pecho.

Soltó un suspiro, tomó mi brazo para que rodeara su cadera, puse la barbilla sobre su pecho para mirar sus ojos.

— ¿Qué estás haciendo conmigo? —Me susurró acariciando mi pelo.

— ¿Volviéndote millonario? —Pregunté con duda haciéndolo sonreir.

Él pasó su lengua por sus labios.

— ¿Me odias? —Preguntó acariciando las puntas de mi pelo y mi espalda.

Ya quisiera odiarlo.

—Debería—Apoyé la cabeza de nuevo en su pecho.

— ¿Y lo haces? —Apretó su mano en mi cintura.

—No lo sé, Once—Me senté, él acomodó sus brazos atrás de su cabeza.

Me levanté dispuesta a establecer una distancia entre ambos y agarré uno de los sándwich que había en la bandeja.

Comí de él y me senté en la silla.

— ¿Te gusta? —Preguntó y asentí terminando de comerlo. —Que bien porque le puse un medicamento para que durmieras toda la noche sin tus pesadillas.

—Ni unas pastillas tontas las evitan ¿Acaso no entiendes?

—Ellas no te manejan, tú las manejas—Me dijo...Si solo supiera.

—No puedo simplemente deshacerme de mis demonios con unas pastillas, no es así de fácil—Él frunció su ceño.

—No creo que luches con tus demonios—Suspiré, como no es él el que tiene pesadillas cada vez que se duerme...

—No sabes nada de mi—Comí el otro sándwich.

Abrieron la puerta y Seis arqueó una ceja al ver a Once en mi cama.

—Aquí estabas...Descansando—Su asombro era notorio.

Él se sentó.

— ¿Algún problema? —Pregunto él.

Ella no se veía bien...Se veía consumida en una constante depresión. Jugaba con sus dedos como si estuviera muerta de miedo.

—No...Otra vez—Ella asintió repetidas veces.

Secuestrada Con El Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora