Capítulo 5

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Once entró a la habitación a la mañana siguiente.

— ¿Te sientes mejor? —Preguntó y yo me encogí de hombros mirando fijamente la blanca pared.

De pronto escucho un disparo.

Brinco del susto y Once saca su pistola, se asoma por la ventana.

Suspira.

Abre la ventana.

— ¡Maldición, si tienen peleas amorosas no lo resuelvan gastando balas! —Grito. —Cinco y Siete peleando...Siete lanzó una bala para que Cinco dejara de gritarle—Me aclaró.

Miré su arma...Nunca había visto una de cerca.

Él lo notó y le quitó las balas.

—No está cargada, puedes verla—La agarré.

Me siento como una asesina sin escrúpulos.

Se la entregué, él la volvió a cargar y la puso en la parte trasera de sus pantalones.

— ¿Cuándo me matarán? —Le pregunté cansada de mi nueva rutina.

Él mordió su labio sonriendo disimuladamente.

— ¿Qué te causa gracia? —Arqueé una ceja y crucé mis brazos.

O es retrasado...O me está tomando el pelo.

—Me gusta la forma en la que te tomas la vida—Achiné los ojos.

— ¿Cómo?

—Sin ninguna importancia, como si en la otra te fuera a ir mejor—Bajé la mirada.

— ¿Otra vida? —Pregunté desanimada.

—Creo en la reencarnación... Si no esto no tendría sentido—Me miró.

¿Por qué no me sorprende?

— ¿Acaso necesita tener sentido? —Se sentó en la punta de la cama.

—Para mí si—Sus ojos color miel me analizaban, como si estuviera pendiente de cualquier movimiento que haga.

—No pareces tan malo—Confesé.

—No juzgues un libro por su portada—Sonrió.

—Si lo estuviera diciendo por cómo te ves serías Satanás reencarnado—Él soltó una carcajada—No debería ser un alago.

—Lo tomo como cumplido—Rodé los ojos.

Tomé aliento para lo siguiente que diría.

—Podría...Ir a afuera contigo...Puedes amarrarme, pero si no hago algo diferente me suicidaré mentalmente—él miró mis ojos.

—Está bien—Sonreí...No me esperaba un ''Sí''

Miró por la ventana y sacó unas esposas de su chaqueta de cuero negra.

—De espaldas a mí—Me pegué a la pared y puse las manos atrás de mi espalda, él puso las esposas con lentitud—Muy bien—Murmuró en mi hombro.

Se separó de mí y agarró mi brazo para salir de la habitación.

Cerró la puerta y vi todos los candados y cerraduras que tenía.

—Te tengo muy vigilada—Miré su rostro.

—Tal vez demasiado—Susurré.

Bajamos las escaleras y por fin sentía algo diferente, no estaba en la misma habitación al menos.

Vi a Tres lleno de golpes, tal vez igual o peor que la otra vez, este imbécil se pelea diario o qué carajo pasa con él.

— ¿Por qué está fuera de la habitación? —Preguntó el engendro.

Secuestrada Con El Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora