Un nuevo lugar, estoy harta, fastidiada, aburrida de estarme moviendo a lugares diferentes, pero seguro es para que no me rastreen.
Llevamos como cinco horas en el auto y ya tenía mucha hambre.
—Paremos a comer en ese lugar—Ordenó Once como si leyera mi mente.
—Pero, Once...Ella puede...—Estaba diciendo Cuatro pero él lo interrumpió.
—No viene casi nadie y el lugar no tiene camaras—Dijo él y Siete obedeció estacionando el auto.
Miré a Once que estaba en el asiento del copiloto, él se giró para mirarme.
—Te quitare las esposas, pero no puedes soltarte ¿Recuerdas las reglas? —Preguntó y asentí...Cómo olvidarlas. —Si no las cumples te castigaré—Tragué fuerte y asentí de nuevo. —Quítale las esposas, imbécil—Le dijo a Tres y él sacó unas llaves para luego quitármelas. —Ahora—Los chicos se bajaron y yo imité su acción. Once tomó mi mano y las miré. —Sin soltarte—Observé sus ojos mieles que me miraban con advertencia, por alguna razón me causó algo de gracia y sonreí. — ¿Qué? —Preguntó, mordí mi labio aguantando la sonrisa. —Vamos—Haló mi mano y entramos al pequeño mercado. —Agarren comida—Le dijo a los chicos y ellos se dividieron, él apretó mi mano viendo las vitrinas de comida. — ¿Qué quieres? —Me sorprendió su pregunta.
— ¿Qué? —Pregunté incrédula.
Él me miró fijamente analizando mi sorpresa.
— ¿Qué quieres de aquí? ¿Algún dulce? —Sonreí. — ¿Brownie? —Los señaló y asentí inmediatamente.
Esto debo aprovecharlo.
Los brownies me recuerdan a mi nana, los hacía siempre cada vez que yo estaba deprimida, es decir, casi siempre.
— ¿Algo más? —Pude notar como se acercaba a mí disimuladamente.
—Lo que sea—Dije algo nerviosa por su comportamiento misterioso.
— ¿Lo que sea? —Susurró y tragué el nudo de mi garganta rápidamente.
— ¿Galletas? —Pregunté intentando disimular mis nervios, él sonrió y se separó de mí, agarró el brownie y las galletas.
Apretó mi mano y fuimos al refrigerador donde guardan las bebidas.
Agarró ocho botellas de agua y las puso en una cesta, agarro un refresco sin calorías, una soda y ocho cervezas.
Fuimos a la caja y ya los chicos pagaron sus cosas.
—Los esperamos en el auto—Avisó Siete y salieron de la tienda.
La señora empezó a facturar todo.
Escuchamos la puerta de la tienda abrirse y entran dos policías.
Estaba a punto de gritar pero me contuve al ver los ojos mieles de Once preocupado.
¿Por qué siento esta extraña sensación de protegerlo? ¿Acaso no me doy cuenta que puedo escapar de ellos en este momento? Parece que Once está mas incrustado en mi mente de lo que pensé.
Agarré su mano y subí su capucha disimuladamente.
—Hola, Fred—Los saludó la de la tienda— ¿Qué los trae por aquí? —Preguntó.
—Estamos buscando a una chica que la tienen secuestrada desde hace más de un mes—Dijo sin importancia. — ¿Y ustedes, viajaran? —Pregunto el policía a Once.
—Así es—Contestó ocultando su rostro. —Celebramos un año de novios y viajaremos con amigos—El policía rio y yo ocultaba mi rostro en el pecho de Once.
Agarró las bolsas de la tienda después de pagar y fuimos a la puerta.
—Disfruten su viaje—Dijo el policía.
—Gracias—Le contestó Once.
Entramos rápidamente al auto.
—Estaba la policía, juro que casi armó un escándalo—Habló Tres.
—Todo bajo control, arranca—Ordenó Once y yo me senté en el medio ya que Siete me lo ordenó.
Tres horas después llegamos a un pueblo, estaba lloviendo fuerte.
Pararon en una casa pequeña de un piso.
—Vamos—Salí del auto y Once intentó cubrirme.
—El agua no me hará nada.
—Un resfriado—Levantó sus cejas.
—Da igual—Entramos a la casa empapados y ya había llegado Cinco y Seis.
Siete corrió y besó a Cinco.
—Me dan asco— Tres hizo una mueca mirándolos.
—Tú me das asco—Contraatacó Once.
Dejaron las bolsas en la cocina.
—Ven —Me llamó Once y fui a la cocina con él.
Agarró uno de los brownies y lo picó a la mitad.
Dirigió un pedazo a mi boca y yo lo miré.
—Come—Abrí mi boca y saboreé el brownie.
Dios mío...Esto es genial. Tenía tanto tiempo sin comer algo con alto contenido de cacao.
Observé como Once me miraba sonriendo mientras el comía brownie también.
—Debería complacerte más seguido—Reí. —Lo que hiciste allá en la tienda—Miré sus ojos—Pudiste escapar y yo hubiera ido preso...Pero no lo hiciste, me ayudaste—Sonreí.
—No quiero ser castigada—Él bajó su mirada.
La verdad es que el castigo en ese momento era lo de menos, porque podía librarme de ellos con solo gritar, él fue lo único que me impidió delatarlo y eso me empieza a asustar.
—O tal vez te compadeciste de mi—Tomé su barbilla para que levantara la mirada hacia mí.
—No te tengo miedo a ti—Él rodeó su mano en mi cintura y me cargó poniéndome sobre el mesón de la cocina.
El miedo era la ultima sensación que él podía hacerme sentir.
—Deberías—Murmuró cerca de mi rostro.
Tragué el nudo de mi garganta por décima vez en el día.
—No puedo—Acaricié su cabello.
La pupila de sus ojos estaba dilatada dandole un brillo a su mirada muy atractivo.
Tomó la mano que acariciaba su pelo.
—No hagas eso—Susurró y su mano tocó por debajo de mi camisa.
La agarré.
—Tú no hagas eso.
—Once, acaba de llamar...—Siete se calló.
Me bajé del mesón avergonzada y bajé mi mirada.
— ¿Quién? —Preguntó.
—Austin—Él asintió. — ¿Pregunta si te lo harás mañana o hoy? —Pregunta con el teléfono en la mano.
—Mañana...Temprano—Asintió y puso el teléfono en su oído.
—Austin, mañana temprano...Bien—Colgó. —La llevaré a su habitación.
Él me miró y asintió.
Siete me llevó a una habitación y entré, era pequeña tenía una cama individual, una puerta que supongo es el baño, una silla y un escritorio pequeño.
—Espero te guste—Asentí y me senté en la cama.
Esta vez solo había una pequeña ventana que estaba muy alta y no veía nada.
Intentaré dormir...Es lo mejor.
ESTÁS LEYENDO
Secuestrada Con El Amor
RomanceScarlett Brown, es de una familia multimillonaria dueña de muchas empresas en diferentes partes del mundo, su madre es una modelo bastante conocida y su padre un famoso empresario...Son la familia perfecta, tienen dinero, son felices y tienen muchos...