Capítulo 4

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     Marisse se acomoda sobre él a horcajadas, dejando que aquel hombre llenara su interior por completo y que la sensación de ser partida por la mitad se apoderen una vez más de ella.
     Jadea... Jadea... Jadea...
     Él recorre su espalda desnuda con las yemas de sus dedos, provocando que Marisse se estremezca al sentir su piel quemar.
     Echa su cabeza hacia atrás y Piero aprovecha para atacar sin control alguno su cuello con besos. Besos apasionados, calientes, morbosos y pegajosos.
     Marisse mueve sus caderas enloquecida de arriba hacia abajo sintiendo desmayarse cada vez más. Su cabeza quema, comienza a sudar a montones y cuando Piero comienza a darle fuertes empellones, ella estalla en un devastador orgasmo que la hacen abrir los ojos.
     Su pecho sube y baja más rápido de lo común.
     Sólo fue un sueño... Un sueño más... Otro de los tantos sueños eróticos que ha estado teniendo. Esta vez fue diferente... Fue tan real. Pudo sentir como si en verdad estuviera haciendo el amor con su tan deseado jefe... Pudo sentir cómo él se hundía una y otra vez dentro de ella, cómo sus cuerpos se unían por completo... Sentía su piel caliente quemar la suya...
     — ¿Que me está pasando? — murmura Marisse tocando su cabeza.
     Está sudando como si hubiese corrido una maratón de dos kilómetros, a pesar de que afuera esté cayendo una terrible tormenta.
     Un estruendo azota la ciudad entera y Marisse grita al ver el rostro de Piero parado frente a su cama. Rápidamente enciende la luz y... No hay nadie frente a ella. No hay nada... Tan sólo fue su imaginación... Sólo fue eso...
     Ella no ha podido olvidar la sensación de sus labios rozando los suyos. Era increíble que con un simple beso, Piero haya logrado una excitación que jamás había sentido. Nunca había sentido feminidad mojarse a tal grado de traspasar su ropa interior. Estaba loca por volver a besar a Piero una vez más... Pero algo la detenía. Piero era demasiado sospechoso, con una mirada oscura que oculta muchos secretos... Quizá él sólo quería jugar con ella... O es lo que pensaba Marisse. No es así. Piero está enamorado de ella. De una humana, de una simple mortal... Piero lo desea todo con ella... Todo...
     — Con que seduciendo a una mortal, ¿eh? — pregunta una voz familiar.
     Piero se levanta de su cama y su expresión se vuelve sombría al ver a un hombre vestido de blanco frente a él.
     — Es algo que a ti no te importa. Mejor regresa por donde viniste — sisea transformando su rostro.
     El sujeto frente a él no se inmuta al ver aquella expresión.
     — Has aprendido nuevos trucos, Lucifer... Estás mejorando. Puedes transformarte en cualquier bestia tenebrosa, pero nunca podrás asustarme. Tan solo es una máscara, un disfraz que usas para ocultar tu verdadero rostro que extrañamente, estás usando mucho... Eres un humano también...
     — ¡No soy un maldito humano! Que te quede claro de una vez...
     — Oh, por supuesto que lo eres — dice aquel hombre de ojos azules entre risas — ¿Si recuerdas que fui yo quien te creó? Te creé como un ser humano, al igual que Adán y Eva... Naciste del polvo.
     — ¿El señor dictador vino a recordarme mi asqueroso origen? — pregunta Piero viendo retadoramente a dios.
     Él ríe por lo bajo y asiente.
     — Si. Y también vine a advertirte que no puedes tocar a Marisse...
     — ¿Me lo estas prohibiendo?
     — Si. ¿algún problema?
     — Ninguno, viejo — contesta sentándose a su lado y colocando un brazo alrededor de él — Tú mejor que nadie sabe cuánto me encanta lo prohibido... Oh creador mío, no descansaré hasta tenerla entre mis brazos y llevarla conmigo al infierno...
     — El destino de Marisse a tu lado ha sido sellado — murmura dios poniéndose de pie.
     — Me alegra que lo entiendas... Estás salvando a tu gente.
     — Marisse tendrá una vida de infierno a tu lado.
     — Ese es el punto. ¿Si recuerdas que soy el diablo?
     — Entonces, ¿estas dispuesto a morir por ella?
     — ¿De que estas hablando? — pregunta sin entender a que se refiere.
     Dios suelta una carcajada al ver la cara de aflicción de Satanás y, colocándose frente a él, pone una mano en su hombro y murmura:
     — Si tu te atreves a tocarla... Yo acabaré definitivamente contigo. Ya te lo advertí una vez. No era una simple amenaza... El día que tú te enamoraras de una humana, ese día firmarías tu muerte. El mundo va a estar mejor sin ti, de eso estoy seguro.
     — No me importan tus ridículas amenazas... — sisea lucifer clavando una estaca en el corazón de dios — yo voy a estar con ella por que yo así lo he decidido. Y ni tú, ni nadie lo va a impedir por que si lo hacen, sabrán de lo que soy capaz...
     — Yo si se de lo que eres capaz — dice quitando la estaca de su cuerpo con tranquilidad — yo te creé después de todo y necesitas más que una estaca para matarme. ¿A caso piensas que soy un vampiro? — pregunta entre risas.
     Esta vez, es dios quien clava la estaca en el cuerpo de lucifer, muy cerca del corazón.
     Lucifer grita dolorido e intenta sacar la estaca. Dios no lo deja. Lo empuja contra la pared y comienza a meter con fuerza la estaca.
     — Soy más fuerte que tú... No me provoques. A diferencia de mi, tú si puedes sentir dolor...
     Lucifer comienza reír descontrolamente a carcajadas ante la cara de satisfacción de dios. Lo empuja con una mano, haciendo que éste salga disparado y choque contra la pared.
     Satanás se quita la estaca sin gritar del dolor como hace rato y sisea:
     — Yo tampoco siento dolor... No puedes matarme... Si pudieras, estoy seguro que lo hubieras hecho hace siglos y créeme que el mundo estaría mejor sin ti. Sin un dictador que quiere que todo se haga a su voluntad y que nadie desobedezca tus mandatos por pura prepotencia y abuso de poder...
     Dios se pone en pie e intenta atacar a Satanás, pero este toma una especie de daga de plata y se la ensarta cerca del corazón. Esta vez dios si grita dolorido.
     — A diferencia de dios, yo si doy la cara y no mando a otros gatos a hacer el trabajo sucio. ¿No es así, Gabriel?
     — ¿Co... Cómo lo supiste? — pregunta tratando de quitar la daga de su cuerpo.
     Satanás no lo deja y hunde más la daga. Bendita sea la plata anti ángeles...
     — ¡Oh por favor! — dice satanás en un tono burlón — soy el ángel del engaño... No puedes engañarme a mi ni con veinte siglos de práctica. Así que, Gabrielito, ve y dile a papá dios que la guerra acaba de empezar y lamentará meterse en mi camino... Marisse es mía y lo será para siempre.
     — ¡Maldito tramposo! — grita Gabriel tratando de escapar de las garras de lucifer — ¡Deja que ella decida por si misma! ¡No puedes controlar su mente para que se enamore de ti! Déjala en paz...
     — No, yo no controlo su mente... Ella me amará sin que yo tenga que mover un dedo.
     — Entonces deja de meterte en sus sueños... Marisse no debe estar contigo... No debe... Ella fue hecha para un ángel bueno, sirviente de dios... No para un rebelde sin causa.
     — ¿Así que también estas enamorada de ella, Gabrielito? ¿O debo llamarte Gianluca?
     Gabriel se queda inmóvil ante la mirada cada vez más oscura de satanás, quien saca le saca la daga y poniendo las manos en su cuello, sisea:
     — Sabía que tú eras ese imbécil... Desde que te vi, noté algo bastante sospechoso en ti... Pero te advierto, Gabrielito que no dejaré que me quites a mi mujer... Marisse es mía, mía, sólo mía... Ridículo ángel.
     — ¡Marisse será mía por que dios así lo quiere! — grita tomando su forma real. (La de Gianluca)
     — Antes de que si quiera la toques, yo te mato.
     Satanás lo toma por la camiseta y lo arroja con toda su fuerza por la ventana. Su departamento queda en el último piso y supone que debió darse un buen golpe, pero cuando se asoma y ve hacia abajo no hay nadie en el suelo.
     — Maldito ángel Gabriel... Ni sueñes que me vas a quitar lo único que he amado en toda mi vida.

~Enamorada del Diablo~®©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora