Capítulo 11.

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Una fuerte tormenta eléctrica comienza a azotar la ciudad. Los rayos cayendo en diversas partes del país anuncian la furia de dios en contra de todo lo que acaba de suceder, pero a Marisse no le importa. Lo único que le importa es estar con el hombre que ella ama.
- Piero... - jadea temblando ante el roce de sus largos dedos en su espalda. Aquél roce era tan delicado y morboso a la vez.
Piero vuelve a besarla con la misma intensidad y pasión de hace unos minutos. A cada beso, su piel se calienta cada vez más y la desesperación por tenerla lo aturden y le agobian. Quiere poseerla una y otra vez, duro, rudo... Pero no puede... Marisse es tan delicada como una flor que tiene tanto miedo de romperla.
- Piero... Soy virgen - vuelve a murmurar Marisse.
Piero detiene sus besos hambrientos, la ve a los ojos y sonríe enternecido y excitado.
- Lo se, lo se mi amor... Te prometo que no voy a lastimarte...
- ¿Si?
- Si. Te amo con locura y desesperación - gime quitando el sostén de Marisse delicadamente.
Los pechos de ella quedan desnudos ante él. Los ve embobados, era la primera vez que los probaría. Rápidamente se los lleva a la boca; primero uno. Lo besa, lo lame, lo chupa por todos lados y finalmente, succiona el pezón con un poco de fuerza.
Marisse jadea enloquecida y revuelve el cabello de Piero con sus manos.
Piero continúa devorandole los pechos a su antojo, hasta que no puede resistir un minuto más su desesperación que lucha por salir de su pantalón. Empuja a Marisse en la cama llena de pétalos negros y rojos sin dejar de besar su cuerpo. Baja sus labios por todo el estómago desnudo y ella se estremece. Cuando llega a sus bragas, le separa las piernas y mete su cabeza entre ellas. Aspira profundamente aquel delirante aroma a mujer y se saborea. Sus ojos se oscurecen. Sin tiempo que perder, Piero le baja las bragas con lentitud, dejando ver un depilado monte de venus, entonces, un jadeo escapa de su boca anhelante. Marisse se siente morir de la vergüenza, pero está hechizada por la erótica mirada de Piero al ver su más íntima parte. Arquea la espalda al sentir los labios de Piero besar sus muslos con suavidad. Estos suben lentamente hasta su feminidad y pasa su lengua una y otra vez por ella, delitándose con aquél alucinante sabor. La mirada de Piero se oscurece, el color marrón de sus ojos desaparece y en su lugar, se vuelven grises ensangrentados.
- Marisse... Sabes delicioso - jadea Piero separando los labios inferiores de ella con sus dedos.
Marisse gime apretando las sábanas e intentando no cerrar las piernas. Piero comienza a lamer de un lado a otro, metiendo su lengua, chupando y saboreando la humedad que cada vez crece más en Marisse. Ella se siente desmayar y un orgasmo le recorre en todo el cuerpo en el momento que Piero juega con su clítoris despiadadamente. Los eróticos jadeos de Marisse hacen que Piero se descontrole y se desnude en cuestión de segundos. Sube hasta su rostro, le devora la boca una vez más a tal grado, que en cualquier momento le arrancaría los labios a besos. Marisse se separa de él para tomar algo de aire, pero éste se vuelve a escapar de sus pulmones al ver a Piero en toda su gloriosidad, en todo su esplendor desnudo. El vientre se le contrae una vez más cuando su mirada baja hasta la potente y enorme erección de él. Satanás está muy bien dotado.
- ¿Estás lista? - pregunta Piero sujetándose el pene con una mano y masajeandolo.
Lo acerca a la húmeda hendidura de Marisse y comienza a moverlo de arriba hacia abajo, mordisqueando su labio inferior. Ella gime y asiente.
Piero deja de jugar con su miembro y lo coloca en la entrada del sexo. Comienza a empujarlo poco a poco... Despacio, muy despacio tratando de no perder el poco control que le queda.
Marisse se aferra a él, le muerde el hombro y le entierra las uñas en la espalda. Jadea dolorida. Lágrimas salen a montones de sus ojos cuando Piero logra penetrarla por completo.
- Shh, shhh... Tranquila, tranquila - murmura él sin salirse un sólo centímetro.
Ella asiente, pero vuelve a gritar cuando Piero se mueve dos veces. Le duele, le duele muchísimo...
Satanás espera unos segundos a que la virgen y húmeda piel de Marisse se adapte a su erección ensartada hasta el fondo. Los ojos cada vez se le oscurecen más. Pasado un minuto, Piero vuelve a mover sus caderas, esta vez sin parar. Mete, saca, mete, saca y ella continúa aferrándose al cuerpo de Lucifer entre lágrimas, pero aún entre tanto dolor, se va acostumbrando y le resulta cada vez más placentero. Los gruñidos de Satanás retumban por todo el departamento acompañados de los gemidos de Marisse.
Ella, deseosa de más, flexiona las rodillas, coloca sus manos en el trasero de él y lo obliga a que le dé más duro. Piero gruñe más fuerte y perdiendo el control, sujeta a Marisse por la cintura y comienza a embestirla con fuerza. Ella grita, jadea enloquecida y poseída por el placer que aquel ángel caído le hacía sentir. Cuando Marisse jadea más alto y comienza a mover sus caderas al borde del más grande y glorioso orgasmo, Satanás suda, aprieta más la cintura de Marisse con las manos y sus alas negras que habían desaparecido desde que llegaron, aparecen nuevamente y se extienden al máximo. Un calor extremo recorre el cuerpo entero de Marisse, llega hasta su cabeza y explota en el más devastador e intenso orgasmos que alguna mujer pudiera sentir en su vida. El cuerpo de Marisse tiembla y envuelve las piernas alrededor de la cintura de Piero. Él la embiste con más fuerza y también explota en el mejor orgasmo que alguna vez pudiera sentir. Su rostro se transforma al de demonio mientras se corre descontroladamente y a montones en el interior de Marisse.
Pasados unos minutos, Lucifer continúa dentro de ella con su respiración entrecortada. Marisse intenta besarlo, pero él retira su rostro y niega.
-No... Por favor, espera a que me tranquilice y mi rostro regrese a la normalidad.
-Piero... Yo te amo cómo eres - murmura ella acariciando el rostro de Lucifer con suavidad.
Una sonrisa se dibuja en su boca al darse cuenta cuan jodidamente guapo se veía aquél demonio sensual.
Él cierra sus ojos grises encharcados de sangre intentando volver a la normalidad, pero no puede. Marisse sonríe y lo besa con dulzura en los labios resecos de él.
Lucifer intenta alejarla, pero el deseo y el amor que siente por ella no lo dejan y en su lugar comienza a besarla como si nunca lo hubiera hecho. Marisse aprovecha para empujarlo y hacer que él se incorpore en la cama. Ella se coloca a horcajadas sobre él y comienza a mover sus caderas de un lado a otro. Piero gruñe, gime en voz alta y la sujeta de la cintura. La obliga a que suba y baje con fuerza.
La tormenta eléctrica que no ha cesado cae con más fuerza. La ciudad entera sufre un apagón, pero Lucifer se encarga de iluminar el cuarto con unas cuantas velas.
Sin saber, los dos acaban de sellar su propio destino. Un destino agrio que dios les tiene preparado. Satanás sabrá lo que es un verdadero infierno, pues gracias a sus actos, dios sabe cual es su debilidad; Marisse.

~Enamorada del Diablo~®©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora