Capítulo 8

803 59 4
                                    


     Una semana... La peor de todas las semanas que lucifer ha podido pasar a lo largo de toda su vida y vaya que es imposible calcular hace cuánto fue creado. Nunca había experimentado un dolor tan grande y devastador en su negro corazón... Nunca pensó sentirse tan triste y tan vacío... Tenía la leve ilusión de que Marisse lo amara algún día. Tanto cómo él la ama a ella... Pero no es así... Ella no lo puede querer, no lo puede amar... Él es malo, un asesino despiadado, un monstruo... Es satanás...
     Satanás comienza a sollozar una vez más bajando su cara. Sus lágrimas mojan su pecho desnudo,sucio y maltratado. Quiere olvidar el amor que siente por aquella mortal a como de lugar. Le prometió que jamás dejaría de amarla, pero no puede seguir aferrado a un sentimiento no correspondido, sobre todo, si Marisse ya aceptó a alguien más en su corazón... Gabriel... Gabriel hizo que ella aceptara ser su novia. Accedió fácilmente... No le importó que tampoco fuera humano...
     Satanás está tan decidido a olvidar a Marisse que incluso, le pidió a todos sus sirvientes que lo encerraran en las profundidades del infierno. Allí, todos los días es torturado continuamente con dagas de plata y latigazos con agua bendita en su cuerpo. Está encadenado de pies y manos para no oponer ningún tipo de resistencia y francamente, ni siquiera grita del terrible dolor que le provocan las heridas... Está seguro que si lo torturan, el amor que siente por Marisse desaparecerá con el tiempo y borrará su recuerdo de una vez por todas. Es mejor así... Es mejor no amarla... Amarla lo mata cada día de su eterna vida. Es un tormento continuo recordar su hermoso y perfecto rostro. Su pequeña estatura y su escultural cuerpo... Sus besos... Joder, los besos de Marisse... Satanás quería probar sus deliciosos y carnosos labios rojos una vez más... Sólo una vez más... Quería sentir como ella temblaba y se estremecía de placer en sus brazos. Quería hacerle el amor por primera vez... Maldición... ¿como va a poder olvidarla si él mismo se niega a hacerlo?
¿Que está mal con él?, ¿Porqué no puede odiarla si él puede odiar a quien se le antoje? ¿Porqué tiene que amarla? ¿Porqué?
     Las lágrimas salen nuevamente de sus ojos y mirando hacia arriba, murmura:
     — Marisse... Te amo...
     Satanás siente como una daga llena de agua bendita se clava en su abdomen una vez más. No grita, solo se encoje del dolor.
     — Señor... No quiero seguir con esto... — murmura un ángel caído arrodillándose frente a él.
     Satanás niega y dice:
     — Tienes que hacerlo... Es la única forma de olvidarla...
     — Mi señor...
     — ¡Es una orden, Samael! — grita transformando su cara — escucha... Escucha, quiero que me claves esa daga en el corazón...
     — ¡NO! — jadea Samael — No Señor... No podría hacerle eso...
     — Hazlo... Quiero que lo hagas, Samel... Y quiero que la quites cuando ya haya pasado un siglo y Marisse por fin haya muerto...
     — Señor... Usted estará petrificado y sellado todo ese tiempo, eso no debe ser, no es correcto...
     — Tienes que hacerlo, es una maldita orden... Tú te quedas a cargo y te suplico que no vayas a lastimar a mi Marisse... Cuídala de cualquier peligro, Samael... Cuida a la mujer que amaré por toda la eternidad.
     Samael asiente con unas cuántas lágrimas en los ojos. Piero baja la cabeza recordando el rostro de Marisse... Su cara sonriendo es lo último que aparece en su mente cuando su fiel sirviente le clava la daga en su corazón. Satanás acaba de ser sellado por cien largos años, un sello que nadie puede romper, a excepción de Samael.
     En ese instante, Marisse, quien va entrando al antiguo despacho vacío de Piero, siente una punzada en el corazón que la hacen gritar y caer al suelo. Es un extraño presentimiento... Algo... Algo le ha pasado a su amado Lucifer... Algo no anda bien... Él no ha vuelto en una semana...
     Marisse comienza a sollozar una vez más y se arrastra hasta la silla negra en donde Piero se sentaba.
     No lo odia, a pesar de que mató a tres personas frente a ella y de la manera más fría y grotesca, Marisse sabe que sólo lo hizo por ella... Nadie, nunca, nadie había hecho algo así por ella... Tal vez es malo, pero es un malo del cual se ha enamorado... Lo extraña... Recordar su rostro de demonio la hacen estremecer de miedo, pero también la hace amarlo más, tal cual es...
     El olor de Piero inunda las fosas nasales de Marisse. Un suéter negro y calentito está en uno de los cajones del escritorio. Marisse lo sujeta cuidadosamente y lo abraza. Es como si Piero estuviera cerca... Es cómo si él estuviera a su lado...
     Si Marisse le ha dado una oportunidad a Gabriel ha sido tan sólo para llamar la atención de Satanás... Quiere hacerlo volver a toda costa.
     — Te amo... Te amo... Piero... Te amo... Él no se compara a ti... Sus besos son tan diferentes... Su sabor, su aroma no se compara al tuyo... Gianluca no me hace sentir ni un poquito de lo que tú me haces sentir a mi... Cuando lo abrazo, pienso en ti... Cuando lo beso, siento que son tus labios... Cuando sus manos tocan mi cintura, imagino que son las tuyas Piero... Pero cuando abro los ojos, no eres tú... Tan sólo es él... ¿Que puedo hacer para que regreses? No puedo vivir sin ti... Yo... Yo también estoy dispuesta a morir por ti... Y no me importa si eres el mismísimo satanás, me enamoré de ti... De ti, Piero...
...
     Marisse llega a su departamento cerca de las nueve de la noche. Después del trabajo, se fue a la universidad en donde Gianluca no la ha dejado en paz. Marisse terminó con su absurda relación que a nada llevaría... Gianluca se enfureció tanto, que estaba a punto de convertirse en un ángel maligno, pero se contuvo a pesar de que Marisse le confesó que estaba enamorada del Diablo y que no podía amarlo a él...
     Marisse se lo cuenta todo a su amiga Alice, quien ha estado con ella día y noche. Al escuchar que terminó con Gianluca, Alice gruñe:
     — ¿Te volviste loca? ¡¿Porqué terminaste con él?!
     — Por que no lo amo y nunca lo amaré. Yo amo a Piero...
     — Estás mal, Marisse, muy mal... — murmura sujetando sus hombros — Piero es malo... Ni siquiera se llama Piero, él es un demonio... Un asesino, el culpable del sufrimiento... En cambio Gianluca es un ángel, es Gabriel... Tienes que estar a su lado, él es lo mejor para ti...
     — Si tan bueno y perfecto es para ti, deberías salir tú con él, Alice. Yo no lo quiero y no quiero estar con él... Yo quiero estar con Piero... Sólo con él — gruñe Marisse empujando a Alice.
     — Ese demonio sólo te estaba usando... Él no ha vuelto a tu vida desde hace una semana y no va a volver...
     — ¡Porque yo lo corrí! ¡Es mi culpa que no esté conmigo!
     — Fue lo mejor que has hecho... Te lo aseguro. Marisse, le conté a papá lo que nos sucedió y es urgente que tu vayas a la iglesia a una especie de ceremonia que harán para salvar tu alma de todo mal... Marisse, tienes que ir...

~Enamorada del Diablo~®©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora