Capítulo 25

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Dedicado a: sarcastica19 , Esapelusa y a todas/OS :3

Capítulo Final.

     Y como si nada, el día mas esperado por Satanás y Marisse había llegado rápidamente. Después de aquella pequeña discusión, las cosas mejoraron entre ese trío amoroso. Ahora, ella se prepara en el interior del departamento acompañada por Belial, quien espera afuera y el estilista que arregla su cabello delicadamente con una sonrisa en el rostro.
     —Tu cabello es jodidamente hermoso, bella Marisse —dice en un tono melosón.
     Marisse suelta una risita.
     —Muchas gracias Franco.
     —Te ves espectacular... Pero para ser una boda, me parece extraño que vayas a casarte de negro y no de blanco como todas las mujeres... ¿Tu novio es rockero o algo por el estilo?
     —Dicen que mi prometido es el diablo —suelta riendo.
     Franco la ve algo confundido, pero no presta mayor atención y termina los bucles de su cabello suelto que están sujetados por una pequeña corona plateada en donde también va el velo negro. Seguidamente, aplica un poco de labial rosado tierno en los labios de ella. Encaja perfectamente con el maquillaje de sus ojos.
     Franco corre como loco hasta el armario en busca del precioso y sensual vestido negro de Marisse. Lo lleva hasta ella y se lo pone lentamente. El resultado era mejor del que se esperaba. Marisse se veía como una verdadera muñeca de porcelana. El vestido era abierto de la parte delantera, lo que mostraba sus bonitas piernas cubiertas con medias negras tipo gasa. Ella no llevaba los típicos tacones que cualquier novia usaría. Ella lleva unos botines negros de tacón alto.
     Tras mirarse al espejo y casi llorar de la emoción, Franco la sujeta de la mano y la lleva hasta donde está Belial con el ramo de rosas rojas que Marisse usaría. Al sentir la presencia de ella, Belial voltea a verla y su sorpresa es mayor. Los ojos de él vuelan descaradamente por todo el cuerpo de Marisse, entreteniéndose en los pechos.
     —Te ves... Perfecta —susurra tomando la mano de ella y depositando un beso.
     Marisse se pone roja. Abre la boca para decir algo, pero es Franco quien los apura como loco.
     Al llegar al auto negro que los llevará hasta el lugar en donde será la boda, Franco se despide muy apenado. Marisse le había invitado a la boda, pero desafortunadamente, tenía otra novia que peinar y maquillar. Ella asiente, lo abraza y se monta en el auto con Belial.
     —Como me gustaría que también fueras mi esposa —suspira Belial acomodándose en el asiento.
     —¡Belial! —chilla Marisse —no se de que te quejas si de todos modos tendremos sexo siempre...
     —Si, pero me gustaría ser el primero en quitarte ese jodido vestido y ver la preciosa lencería que seguro traes puesta.
     —¡Belial!
     —¿Que? Es la verdad, hermosa... No sabes lo mucho que me calientas...
     Marisse pone los ojos en blanco y sonríe. Hoy sería el mejor día de su vida. Se uniría al hombre que mas ama en cuerpo y alma. Se convertiría en la esposa de Satanás. Satanás sería suyo y ella de él. Nada podría arruinar su felicidad, a pesar de que el clima estuviera extraño y con una fuerte tormenta a punto de azotar la ciudad. Nada importaba. Lo único que importaba y que quería era ver a Piero cuanto antes.
     Cuando el auto para frente a una extraña capilla, Belial vuela para abrirle la puerta. El gélido aire acaricia con delicadeza el rostro de Marisse, haciendo que unos cuantos mechones de su cabello se muevan.
     —Marisse... —susurra la voz femenina de alguien.
     —Alice —cuchichea casi para si misma al ver a la rubia frente a ella con un vestido de color verde menta —¿que haces aquí?
     —Yo... Yo no quería perderme éste día tan importante para ti —suelta Alice sollozando —ante todo, eres mi mejor amiga y la hermana que siempre quise tener. Fui muy tonta todo este tiempo al no darme cuenta que tú en verdad amas a ese... Ángel caído...
     —No le creas nada, está mintiendo —gruñe Belial parándose en medio de Marisse y Alice.
     Él la ve detenidamente a los ojos y trata de leer su mente, pero... No puede.
     —¡No estoy mintiendo!
     —¡Claro que lo haces! No puedo leer tu jodida mente por más que trate... Eso significa que tú estás siendo cómplice de algo muy malo que seguramente nos hará daño a todos.
     —O significa que tus “poderes” ya no funcionan como antes.
     —Maldita perra mentirosa —sisea Belial transformando su cara.
     La rubia ni se inmuta y tampoco siente aquella atracción inevitable que sintió la primera vez que lo vio. Eso significa que quizá la teoría de Belial tenga algo de  cierto.
     —Belial —murmura Marisse sujetando con suavidad el brazo de él —siento que Alice está siendo sincera conmigo...
     —Marisse... No le creas... Está mintiendo...
     —No lo hago. Yo sólo quiero que Marisse, mi amiga me perdone por todo lo que hice y dije...
     —Claro que te perdono Alice.
     Marisse abraza con fuerza a su amiga como llevaba tanto tiempo sin hacerlo. Ahora todo estaba completo para ella. Las personas que más quiere la acompañarán.
     Tras varios minutos de abrazarse y casi llorar, Belial le indica a Marisse que es hora de entrar ya que Lucifer es un enorme manojo de nervios y cree que ella lo va a dejar plantado. Marisse asiente, se recompone el vestido con la ayuda de Alice y entra lentamente cuando su demonio guardián le abre las puertas grandes.
     La música de bodas empieza a sonar. Piero pega un brinquito un tanto asustado y nervioso, pero eso se va al ver a su amada prometida atravesar la puerta vestida totalmente de negro, como él... Sus ojos marrones se llenan momentáneamente de lágrimas. Nunca había visto a Marisse de esa manera. Lucía más hermosa, radiante y apetitosa que nunca.
     A Marisse también se le llenan los ojos de lágrimas cuando ve a Piero parado y esperando por ella. Él también está vestido de negro totalmente. Saco, camisa y sin corbata. Se veía espectacular, como siempre.
     —Aún si estuviera usando una lechuga en la cabeza se vería igual de guapo —musita Marisse para si misma.
     Alice se queda sorprendida al ver la cantidad de hombres que hay al rededor de la capilla. Todos vestidos de negro que en cuanto vieron entrar a la novia, se pusieron de rodillas ante ella. Eran todos los ángeles caídos que Satanás había llamado para presenciar el momento más importante de su eterna vida. Claro, su misión también es protegerlos.
     La capilla está decorada con cientos de arreglos de rosas rojas y cristalería colgante. Un tono crema en las paredes bastante sobrio y elegante. El pequeño altar montado era de color blanco con plateado.
      —Mi amor —susurra Lucifer sonriendo al tener frente a él a Marisse —te ves perfecta...
      —Y tú te ves increíblemente tentador —susurra ella riendo.
     Los dos sueltan una risita, se abrazan y cuando van a besarse, el sonido de una garganta les interrumpe.
     —Aún no puede besar a la novia, señor.
     —¡Samael! —jadea Marisse sorprendida.
     Samael sonríe y asiente.
     —Amados hermanos —comienza a recitar —estamos reunidos éste día para presenciar el suceso más importante de la historia. Para presenciar la unión entre nuestro rey, amo y señor Satanás junto a la única mujer que merece compartir su vida a lado de él. Hermanos, es tiempo de  escuchar los votos de cada uno. Por favor.
     Satanás sonríe tomando el anillo plateado que Belial sostenía en una mano.
     —Marisse Grayson — comienza a hablar —te prometo aquí, frente a mis demonios y frente a quien sea que te haré feliz el resto de tu vida que ahora es eterna. Prometo que siempre lo serás todo y lo único que deseé. Satanás se enamoró de ti y está dispuesto a cualquier cosa por ti... Te amo.
     A Marisse se le escapa un diminuto sollozo de los labios.
     Tomando el otro anillo de las manos de Belial, comienza a hablar muy decidida:
     —Piero, Satanás, Lucifer... Te prometo aquí, frente a todos que te amaré eternamente por toda mi vida. Te prometo que viviré por y para ti y que siempre serás lo que yo mas ame y deseé con todas mis fuerzas, que siempre estaré contigo, que siempre serás mi todo. Recuerda mi amor que es una simple mortal la que está enamorada del Diablo y que por él moriría. Te amo, Piero.
     Satanás y Marisse se besan apasionadamente ante todos los ángeles, quienes aplauden con euforia.
     Varios minutos después, Marisse abre sus ojos algo confundida. Sangre brota a montones por su cabeza y unos fuertes brazos la sostienen con firmeza.
     Levanta la mirada para ver de quien se trata. La sangre se le congela al ver los fríos ojos de un hombre que no es Piero.
     —Felicidades, señora del Diablo —susurra riendo.
     Marisse jadea al darse cuenta que quien la sostiene es nada más y nada menos que su profesor de derecho, Máximo.
     Busca desesperadamente a Piero al rededor. En un abrir y cerrar de ojos, ya todo era un caos. Los demonios de Satanás pelean despiadadamente contra otros sujetos que al parecer, eran ángeles buenos.
     —¡MARISSE! —grita la voz de Satanás.
     Ella se lleva las manos a la boca al verlo a él, con su cuerpo lastimado y sangrado, encadenado de pies y manos.
     —¡PIERO! —grita ella tratando de escapar de los brazos de Máximo.
     —Tú de aquí no te mueves, bella Marisse —sisea él apretándola con fuerza.
     Marisse jadea dolorida.
     El rugido de Satanás retumba por todo el mundo, haciendo que todos lo volteen a ver. Su cara se ha transformado a la de demonio. Él también intenta escapar de las cadenas, pero no puede. Quiere salvar a su esposa.
     Voltea a ver a todos lados y ubica a Belial que está encadenado de la misma manera que él, pero siendo torturado continuamente con dagas de plata.
     —¡Suéltame! —grita Marisse removiéndose.
     La imagen de Gabriel apuntando con una enorme lanza a Piero, hace que de ella coja fuerza y logre escapar de los brazos de Máximo.
     Corre a toda velocidad empujando a Alice en su camino que intentaba detenerla a toda costa.
     —¡PIERO!
     Lo único que Marisse podía sentir en ese instante era alivio. Estaba abrazando a Piero con fuerza. Estaba protegiendo al amor de su vida. No sentía dolor alguno, pero si podía sentir un liquido caliente brotando de su estómago.
     —Ma... Marisse... —susurra la voz de Piero, quien se había quedado con los ojos abiertos como platos.
     Marisse abre los suyos y sonríe.
     —Piero —murmura con dificultad.
     Sangre sale de su boca a montones.
     —No... No... Marisse... ¿Que hiciste mi amor? ¡¿Que hiciste?!— grita Satanás abrazando a Marisse.
     Ella jadea.
     —Te amo Piero... Te amo y te amaré por toda la eternidad...
     Piero niega sollozando.
     En el momento que Gabriel arrojó la lanza, Marisse logró proteger a Piero con su cuerpo y es ella quien fue atravesada.
     Satanás no lo puede creer. Belial tampoco y Gabriel... Gabriel cayó de rodillas al percatarse de su grave error.
     —Piero... No llores —murmura Marisse sonriendo— recuerda que soy tu esposa ahora y que soy tuya para siempre...
     —Marisse —jadea Satanás —no hables... No hables. Te voy a salvar...
     —Siempre serás lo que más amo y deseo en el mundo... Mi amado Satanás.
     Marisse se recuesta en el pecho de Lucifer y deja de respirar. Su corazón deja de latir en ese instante.
     —¡No! ¡No! ¡Despierta mi amor! ¡No te mueras Marisse! Por favor no... Marisse no... —solloza Satanás abrazando a Marisse con fuerza.
    Belial grita rompiendo las cadenas y decapitando a todos los ángeles que lo torturaban, pero es encadenado nuevamente por otro ser vestido de blanco con alas mucho más grandes.
     Satanás lo voltea a ver cuando lo tiene en frente. Es... Máximo...
     —Así que... ¿pensaste que saldrías librado al desafiar mis leyes? —pregunta riendo.
     Piero niega y murmura:
     —Devuelveme a mi Marisse... No la puedo revivir...
     —¿Sabes? Tuve que estudiarte muy bien para darme cuenta que es lo único que de verdad te lastimaría y ¿que crees? Es esta simple mortal llamada Marisse Grayson. Supe que te enamoraste de ella y ella de ti... Pero les advertí muchas veces que conmigo no se juega, que mi furia es lo peor que pueden provocar. Me desobedeciste, Satanás... Muchas veces...
     —Perdóname... Perdóname... Por favor... Haré lo que quieras, lo que me pidas pero te suplico que me regreses a mi amor... —vuelve a suplicar Satanás sin soltar a Marisse.
     Máximo, ahora conocido como Dios suelta una ruidosa carcajada y, separando a Marisse de Piero, dice:
     —Claro que te perdono, Lucifer... Mi piedad y bondad es tan grande que te perdono... Y no sólo eso... Aquí y ahora te concedo a ti y a Belial la vida eterna. La libertad que tanto habían deseado. Ni yo, ni nadie podrá matarlos nunca por que yo ya no soy su amo. Eres libre Lucifer...
     —¿Enserio?
     —Si. Pero... Marisse es mía ahora. Ella viene conmigo.
      —¡¿QUE MIERDAS ESTAS DICIENDO?! ¡ME NIEGO! SI ESE ES EL PRECIO DE MI LIBERTAD, ¡NO LA QUIERO! ¡QUIERO A MI MUJER! ¡DAME A MI MUJER!
     Grita Satanás intentando moverse.
     Dios vuelve a reír con descaro.
     —No era una oferta negociable. Que goces tu nueva vida de libertad lo más que puedas, Lucifer...

...

Cuentan que el Diablo una vez se enamoró y no supo que demonios hacer con ese vacío en su estómago.
Cuentan que la miraba con ojos de ángel y que al tocar su piel, se quemaba con pasión. Cuentan que satanás conoció su infierno en la boca de una mujer, cuyos besos lo hacían un simple mortal. Cuentan que el Diablo ya no es tan diablo, pues se le puede ver caminando por las calles con ojos de melancolía. Había perdido al amor de su vida hace mucho tiempo. Cuentan que el Diablo la sigue buscando desesperadamente y trata de morir cada día y no lograba hacerlo. Satanás por fin estaba viviendo un verdadero infierno.

FIN...

~Enamorada del Diablo~®©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora