Capítulo 15.

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Dedicado a: Circe32


     —Marisse, mantente atrás de mi. Belial es muy peligroso. Ha estado medio siglo sellado y no dudo que se despierte muy hambriento.
     Marisse asiente tragando con dificultad. Satanás sonríe, transformando su rostro, se acerca hasta donde está un demonio con unas gigantescas alas negras cubriendo su cuerpo. Cierra los ojos y, empieza a orar en latín. A Marisse se le ponen los pelos de punta al escuchar aquella lengua extraña. El ambiente se comienza a tornar frío, demasiado frío. Tiembla. Satanás coloca una mano en la daga que atraviesa el corazón de Belial y la saca lentamente. Marisse grita aterrada y cuando creé que aquel demonio va a despertar, deja de temblar, pero el demonio no se mueve.
     —¿Que pasó? —cuchichea en el oído de Piero, quien la ignora.
     Aún con los ojos cerrados, Piero se corta la mano con la daga. Una herida profunda. Sangre sale a montones de su mano y empieza a dibujar un pentagrama frente a Belial.

     —¡Piero! —chilla Marisse abrazando con fuerza a Lucifer por detrás.

     Un último grito y oración de Satanás se escucha en todo el infierno cuando entierra la mano llena de sangre en el corazón de Belial. Todo a su alrededor tiembla, el mundo se estremece y en algún lugar, es probable que haya ocurrido un terremoto.
Aquel demonio encadenado se empieza a mover. Forcejea con las cadenas hasta que las destruye en mil pedazos. Marisse grita. Satanás sigue con sus ojos cerrados, pero sostiene las manos de Marisse que rodean su abdomen. Belial, en su forma demoníaca aletea sus alas negras con fuerza, mientras ruge aterradoramente.
     Todo pasa tan rápido para Marisse, pues al abrir los ojos se encuentra en las garras de una espeluznante criatura, quien tiene la misma mirada siniestra de Satanás y se acerca ha ella abriendo la boca.
     —¡No! ¡Suéltala, Belial! —grita Piero furioso —¡Ella es mi mujer!
     Belial se detiene. Suelta a Marisse cuidadosamente sin lastimarla y, tomando su forma humana, murmura arrodillándose ante ella:
     —Disculpadme, señora mía... Creí que era mi comida.
     —No... No hay... No hay problema —tartamudea Marisse incapaz de moverse.
     Belial se levanta del suelo completamente desnudo, haciendo que Marisse se ponga roja como un tomate.
     —Mucho gusto, señora... Mi nombre es Belial —susurra con coquetería y besando la mano de Marisse.
     Ella se estremece nuevamente, asiente y no dice nada. Belial sonríe.
     Satanás, al ver como su más fiel y apreciado amigo ve con descaro a su novia, se acerca hasta ella, la abraza por detrás y mientras besa su cuello, susurra:
     —Belial, ella es Marisse Grayson, mi bella mujer... Apetecible, ¿verdad?
     —Mucho —asiente escaneando a Marisse de pies a cabeza —¿ella me ayudará a recuperar mis fuerzas? —pregunta sin apartar la vista del cuerpo de ella.
     Marisse arruga su entrecejo. ¿Se la quiere comer? ¡Que ni lo sueñe! Piero no lo permitiría.
     —Estoy seguro que lo hará —asiente Satanás acariciando la cintura de Marisse.
Ella jadea indignada y ve con furia a Satanás.
     —¿Dejarás que me coma? —gruñe cabreada.
     Lucifer y Belial ríen a carcajadas y el primero, besando apasionadamente los labios de Marisse, niega.
     —No.
     —¿Y porqué demonios le dijiste que yo podría ayudarle a recuperar su fuerza?
     Satanás sonríe con malicia, vuelve a besar a Marisse una y otra vez hasta que, separándose de ella, pregunta:
     —¿Que estarías dispuesta a hacer por mi?
     —Todo Piero. Tú sabes que yo haría todo por ti —responde abrazándolo.
     —¿Estás segura?
     —Segurísima. ¿A que viene esa pregunta?
     —A que la pasaremos muy bien, Marisse -le susurra con voz ronca en el oído —vamos.
     Sujetando la mano de Marisse, Satanás la conduce nuevamente hasta su dormitorio en donde aparece una gigantesca cama roja con almohadas blancas. Piero la abraza por detrás pegando su creciente erección en su trasero. Ella jadea.
     —¿Sabes una cosa, bella Marisse? Comer humanos nos devuelve toda la fuerza que hemos perdido al haber sido sellados durante mucho, mucho tiempo. Pero... Hay algo que nos hace más fuertes en menos tiempo... Hacer el amor con una preciosa mortal como tú.
     Marisse se queda paralizada al darse cuenta que quien la abraza por detrás no es Lucifer, sino Belial.
     —Dijiste que estabas dispuesta a hacer cualquier cosa por mi... Marisse —musita Piero colocándose frente a su mujer —quiero que complazcas a mi buen amigo... Quiero que lo hagas gozar cómo me haces gozar a mi.
     —Piero —jadea Marisse asustada, sintiendo como un desconocido le comienza a acariciar la cintura.
     —Quiero verte con él... No tengas miedo. Tú eres mía.
     —Piero... No...
     —Si Marisse... Si... Después de él, voy yo y luego, los dos estaremos contigo. Confía en mi, haz esto por mi... Dame ese placer...
     Ante la perversa mirada de Piero y las continúas caricias de Belial, Marisse siente su cuerpo vibrar y quemar de placer. Sin saber muy bien lo que hace, asiente lentamente. Satanás sonríe con picardía, besa a Marisse con sensualidad apretándole los pechos por encima de la ropa que, sin darse cuenta ahora tenía puesta una sexy lencería negra de encaje. Piero deja de besar a Marisse mordisqueando por última vez su labio inferior, la gira y la empuja suavemente. Los pechos de Marisse chocan contra el abdomen musculoso y desnudo de Belial. Él sonríe. Marisse lo escanea de pies a cabeza con la mirada; es un hombre bastante guapo, atractivo y demasiado alto. Su cuerpo realmente incitaba a cualquier mujer a querer probarlo una y otra vez. Un pecado tentador. Ahora el alma de Marisse está destinada al infierno.
...
     —No Marisse, no. Nunca he visto a dios y tampoco tengo cola y cuernos. No soy una jodida vaca.
     —¿Porqué demonios todos contestan lo mismo? —dice Marisse riendo y golpeando a Belial en el hombro.
     —Por que es la verdad, Marisse —se mofa Belial —los ángeles caídos no tenemos colas y cuernos. Bueno... Si tomamos formas demoníacas es probable que nos aparezcan si nosotros así lo queremos.
     Marisse asiente, besa a Belial en los labios y vuelve al ataque:
     —¿Y porqué no conoces a dios? Se supone que vivían con él.
     Belial pone los ojos en blanco y responde:
     —Eres bastante curiosa... Pero la verdad es que ningún ángel lo ha visto nunca. Nosotros, los serafines éramos los encargados de tocar el arpa para él todo el maldito tiempo, pero no lo podíamos ver. Él emana una luz que te dejaría ciego. Por eso, siempre nos cubríamos con nuestras alas.
     Marisse suelta un "oooooh” sorprendida y por un momento, se queda callada analizando lo que Belial acaba de decir, hasta que éste mismo, no puede resistirse y la besa efusivamente en los labios. Marisse lo deja hacerlo. Los tres están desnudos en la cama. Antes de que Belial pueda meterle mano otra vez, Marisse vuelve a preguntar:
     —Entonces, ¿tú jamás te has enamorado de una mujer?
    Satanás descansa a su lado con las manos enrollada sobre su pequeña cintura.
Belial suspira con melancolía al recordar a aquella mujer que le robó el corazón hace cincuenta años.
     —Si Marisse —responde él besándola en los labios —pero no me gusta hablar de ella.
     —¿Porqué no? Puedes contarme a mi. Soy de confianza —dice meneando las cejas y sonriendo.
     Belial también sonríe divertido. Acaba de conocer a Marisse, pero por su mirada, se da cuenta que ella no va a dejar de insistir hasta que le cuente toda la verdad sobre su amada o ex amada...
     Suspirando, Belial ve a Marisse a los ojos y murmura:
     —Su nombre era Katerine... Era jodidamente hermosa, cómo tú... Pero... Ella estaba enamorada de mi y de Gabriel. Gabriel se encargó de robarme su corazón. ¿Quieres saber cómo la conocí, cómo me enamoré de ella y cómo voy a matar a ese intruso de Gabriel?

~Enamorada del Diablo~®©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora