Capítulo 10

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     — ¡Marisse!
     — Pi... Piero...
     Satanás acaricia con suavidad el bello rostro de Marisse, sintiendo unas ganas irrefrenables de llorar. Estuvieron a punto de violarla y matarla... Y si él no hubiera despertado, jamás se perdonaría el no haberla ayudado.
     — Estás aquí, Piero... — murmura Marisse extendiendo una mano y acariciando el rostro transformado de Piero.
     Él asiente e intenta volver a su forma humana, pero ella lo detiene.
     — ¡No! Quédate así... Déjame admirarte, Piero...
     — No Marisse... No quiero que me tengas miedo — susurra tomando su mano y besándola delicadamente.
     — No me das miedo...
     — Soy un monstruo, un asesino sin corazón...
     — No lo eres... Y si tienes corazón, yo se que lo tienes...
     — Marisse... Debes alejarte de mi... No soy bueno para ti — solloza entre lágrimas.
     — No me alejes de ti Piero, por favor...
     — Es mejor así, mi Marisse... Es mejor...
     — ¡MALDITO DEMONIO! — grita de pronto el pastor tratando de quitarse la daga de plata incrustada en su pierna.
     El rostro de Satanás se vuelve a tornar frío y, alejándose de Marisse, camina hacia él, lo toma por el cuello y sisea:
     — Más que un demonio, soy Satanás.
     — ¡No puedes entrar a la casa del señor!, ¡Yo te reprendo, bestia! — jadea tirándole agua bendita en la cara.
     El agua no le hace efecto alguno. Piero ríe a carcajadas y dice en un tono burlón:
     — Esa agua fue bendecida por el sacerdote que acabo de decapitar. Él no era más que un hablador y abusador, como tú... Y pues, si puedo estar en la casa "del señor", ¿a caso no me ves?
     — ¡No me puedes hacer nada! — jadea el pastor asustado — ¡No puedes! El señor me protegerá de todo mal, de ti que eres un demonio...
     — Amigo — dice Piero entre risas y soltándolo al piso — no se de que señor hablas... Si hablas de Dios, pues no. No te va a proteger y será mejor que guardes esa mierda a la que los humanos llaman santas escrituras ó biblia, como sea. Sólo es un absurdo libro lleno de mentiras y ni creas que abriéndolo me vas a matar. Esto no es una película, ridículo.
     — ¡Aléjate de mi!
     — Tocaste a la mujer que amo... Te atreviste a tocarla como si fueses un maldito y asqueroso proxeneta... Lo que te haré a ti será más divertido y doloroso de lo que le hice a ese abusivo sacerdote de mierda — sisea transformando una vez más su rostro.
     Sus ojos grises ensangrentados se hacen más grandes y en su boca aparecen unos enormes colmillos, cómo si fueran de león. Su estatura incrementa considerablemente.
     — ¡No me hagas daño! — suplica el pastor arrodillándose ante satanás — ¡Te lo suplico!, ¡ten piedad!
     — Tentaste al demonio equivocado... Yo no tengo piedad ante basuras asquerosas como tú. ¿te cuento un secreto? — pregunta satanás relamiendo sus labios secos y sujetándolo por los hombros, como si fueran amigos.
     Chuck (el pastor) asiente temblando y llorando.
     — Muy bien, confío en ti. Estuve siendo torturado durante una semana... La peor semana de mi vida. Incluso, permanecí petrificado un día entero y pues... Estoy muy débil... Necesito comer — sisea enterrando las garras en el hombro del pastor — necesito tanto comer y gracias a que soy... Lucifer —  le cuchichea en el oído — puedo comer cualquier cosa. Se que tal vez y me de una diarrea segura, pero comer pastores me devuelve mis fuerzas en un santiamén.
     — ¡¿QUE DICES?! — grita el pastor desesperado e intentando escapar de las garras de lucifer, pero éste se encarga de enterrarlas más en su cuerpo a tal grado que la sangre corre a montones.
     — Lo que oíste. Serás mi comida esta noche...
     Satanás sonríe con frialdad y abriendo su enorme boca, va a arrancarle la cabeza al pastor, pero Marisse lo detiene con un aterrador grito.
     — ¡No lo hagas Piero!
     — ¡Quiso lastimarte, Marisse! ¡Se merece todo lo que le haré!
     — ¡Piero! Te lo suplico... No lo mates... Es... Es el padre de mi mejor amiga...
     — Una amiga que te obligó a venir a esta mierda donde casi te violan para luego asesinarte.
     — ¡Piero! Te lo pido, te lo pido por favor... No lo hagas...
     — ¡ARRRRRGGGGG¡ !MALDITA SEA, MARISSE! — grita alterado y rasgando la piel del hombre con sus garras — te juro que de mi no te salvas... Eso te lo juro. Te mataré, algún día... Te mataré a ti y a tu adorada hijita... Ahora, lárgate y ve a contarle al inútil de Gabriel lo que te hice a ti y al maldito sacerdote... ¡LARGO!
     El pastor sale a rastras de la iglesia sangrando y llorando en busca de ayuda.
     Satanás maldice, grita como una bestia, pero se detiene cuando una Marisse en ropa interior lo abraza. Ella recuesta la cabeza en su pecho y eso basta para que Lucifer vuelva a su forma natural, su forma humana.
     — Gracias...
     — Sólo me detuve por ti... Sólo por ti...
     — Yo... Yo lo se — murmura acariciando el suave rostro de Piero con una mano — y es por eso que te amo, Piero...
     La tristeza que alguna vez sintió Satanás por aquellas dolorosas palabras que le dijo, muere y desaparece de su negro corazón. En su lugar, un sentimiento de alegría lo inunda por completo. ¡lo ama! Joder, ¡lo ama!
     — ¿Qué... Qué dijiste? — tartamudea Satanás acariciando el rostro de Marisse.
     Ella sonríe y murmura:
     — Que te amo...
     — Estás loca, ¿lo sabías? — dice él con unas irrefrenables ganas de llorar de alegría.
     — ¿Y loca porqué?
     — Por amarme... No debes amarme, soy satanás, el diablo, Lucifer... Soy malo... Puedo hacerte daño, mucho daño...
     — Entonces si estoy muy loca — susurra besando la mejilla de Satanás — estoy loca por estar enamorada del diablo... Pero, ¿que importa? Él también está enamorado de mi...
     — Marisse...
     — No me importa si eres malo, si eres satanás o una rana — Satanás sonríe — yo te amo como eres... Eres mi malo favorito, con quien quiero estar... Te amo...
     — Estar conmigo es estar en contra de dios y de todos... ¿estás dispuesta a desafiar todo por mi?
     — Lucifer — dice Marisse con una seguridad que jamás había mostrado y viendo hacia el altar, en donde posa una estatua alusiva a dios — te juro aquí, en frente de dios y en esta iglesia que por ti, estoy dispuesta a desafiar al mundo entero si es necesario... No me importa nada que no seas tú.
     — ¡Oh mi Marisse! — murmura Piero sonriendo y besando a la mujer que tan loco lo tiene.
     Ella se deja hacer y Piero, aparece sus enormes alas nuevamente, abraza a Marisse y sale disparado por el techo de la iglesia.
     Marisse se aferra a su cálido cuerpo, cerrando los ojos y dejándose llevar por él, no importa que la lleve al mismísimo infierno... Total, allí vive y ella quiere estar en donde él esté.
     Piero se detiene en lo más alto de una torre para ver a Marisse a los ojos, no sin antes cubrirla con sus alas para que no sienta frío.
     — Te amo, Marisse...
     — Yo te amo más, Piero...
     — No tienes idea de cuánto he esperado éste día... Éste día en que me dijeras y me demostraras tu amor por mi... Lo he añorado por años...
     — No te imaginas lo que estoy dispuesta a hacer por ti, Piero...
     — Sé mi mujer — murmura besando el cuello de Marisse con sensualidad.
     Ella tiembla al sentir los labios calientes de Piero en su piel.
     — ¿Tu mujer? — jadea acariciando su abdomen.
     Él asiente buscando sus labios desesperadamente.
     — Mi mujer... Entrégate a mi en cuerpo y alma...
     — Siiiii... — jadea aferrándose a él.
     Satanás sonríe hechizado por la verdosa mirada llena de lujuria y pasión de aquella sensual mujer y en un abrir y cerrar de ojos, aparecen en el departamento de él en donde una enorme cama roja llena de pétalos negros los espera.
    

~Enamorada del Diablo~®©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora