Capítulo 18

755 56 15
                                    

Dedicado a: melisaochoa93

     Marisse pasó alrededor de una semana en el infierno que, claramente no parecía un infierno. Bueno, no en la estancia de Piero. Ella siempre pensó que el infierno era una especie de volcán. Ya saben, lava ardiente por doquier y fuego. Satanás y Belial rieron descontroladamente al escuchar esa suposición de Marisse, pero ella se encargó de callarlos a golpes. Realmente era extraña aquella relación entre los tres. Belial deseaba de una manera no muy sana volver a estar con ella en la cama, pero Marisse le dijo que iba a pensarlo, pues aún no se siente cómoda teniendo relaciones con otro que no sea su amado Lucifer.
     Después de esa semana en el infierno, Lucifer y Marisse vuelven al mundo exterior con la sorpresa de que Belial les acompaña. Después de escuchar lo que Lucifer le contó acerca de los actos de Gabriel en su contra, desea arrancarle la cabeza él mismo.
     —Ese mal nacido —sisea —lo que tiene de ángel, lo tiene de imbécil... No me imagino que hubiera sido de nosotros si por su culpa esta preciosa chica hubiese muerto —susurra en tono pícaro viendo descaradamente a Marisse.
     Ella se pone roja y finge no haberlo escuchado mientras devora un plato lleno de hot cakes. Sip, los tres se encuentran desayunando en casa de Piero, quien sonríe de lado al escuchar a Belial.
     —Yo mismo lo hubiera asesinado y estuve a punto de hacerlo de no ser por alguien —ve a Marisse de reojo —que me lo impidió.
     —Muy mal muñeca —niega Belial —a la mierda como esa es mejor matarla... Por su culpa, Luck y yo nos hubiéramos perdido de tu delicioso y suculento cuerpo.
     —¿Podrían dejar de verme así? —gruñe Marisse cabreada ante las miradas acosadoras de Belial y Piero —¡Joder! No soy comida.
     —Lo eres —afirma Belial sonriendo —y eres muy sabrosa... Lastimosamente no eres mía, nena. Pero te juro que si yo te hubiera conocido antes, todos los días te compartiría con mi buen amigo.
     —¿Esa es una indirecta? —pregunta Piero riendo.
     —Y una muy directa —afirma Belial pasando una mano por su suave cabello —te lo juro por dios —insiste.
     Los dos ángeles caídos se ven a los ojos y de la nada, empiezan a reír a carcajadas. Marisse los ve algo confundida sin saber que les causa tanta gracia, entonces, Belial deja de reír y, viendo a Marisse, sonríe con malicia y en un abrir y cerrar de ojos, él ya ha tomado su misma apariencia. Marisse se atraganta.
     —Mmmmm... —ronronea Belial poniéndose de pié.
     Con sus ahora pequeñas manos, comienza a acariciar su diminuta cintura, siguiendo las curvas hasta llegar a los pechos. Hace un puchero y los aprieta por encima de su blusa.
     —¡Que depravado! —chilla la verdadera Marisse.
     Belial la ignora por completo y continúa apretujandose los senos.
     —Ni quien fuera tú, Marisse —murmura con su voz de travesti —si yo fuera tú, me vestiría como zorra y dejaría que el guapo Belial me diera hasta por detrás.
     Piero y Marisse ríen a carcajadas. El timbre de la casa de Piero comienza a sonar una y otra vez. Belial sonríe sin dejar de tocarse e ignora el timbre al igual que Satanás. Marisse pone los ojos en blanco y se pone de pié para ir a abrir.
     En el pasillo del departamento se encuentra un desesperado Gabriel. Ni él, ni Alice han sabido nada de Marisse desde hace días. Sabe que estaba con Lucifer, pero no sabe donde. Sólo espera que no haya ido al infierno. Ha estado muy paranoico últimamente.
     La puerta se abre y deja al descubierto una sonriente y coqueta Marisse vestida sólo en bragas y una camiseta blanca. Gabriel la ve detenidamente. Nota algo raro en ella.
     —¿Que se te ofrece Gabriel? —pregunta ella recostándose en el marco de la puerta.
     Gabriel le ve con deseo las piernas desnudas.
     —Estaba muy preocupado por ti— murmura —Alice y yo lo estábamos... Tú no dabas señales de vida y creímos que...
     —Bien —lo corta ella tajante —ya me viste. Estoy viva y entera. ¿Se te ofrece algo más?
     —¿Porqué me tratas así Marisse? —pregunta Gabriel extrañado.
     —¡Ooooh disculpa! —jadea ella poniéndose una mano en el pecho — Había olvidado que tú y yo somos grandes amigos y que por tu culpa casi muero...
     —Tú no eres Marisse —sisea Gabriel y la sujeta por el cuello con una mano —Buen intento, Lucy... Pero no soy tonto... Sé que eres tú...
     —¡Su... Sueltame Gianluca! —gruñe Marisse intentando escapar de Gabriel, pero él la aprieta más fuerte haciendo que ella jadee y grite.
     —¡¿Que mierdas te pasa?! —grita la voz de Satanás.
     Gabriel suelta de inmediato a Marisse, quien comienza a  toser con unas cuantas lágrimas saliendo por sus ojos.
     —Mierda... Marisse... Lo siento tanto —susurra Gabriel abrazando a Marisse —te juro que pensé que otra vez era Satanás molestando.
     Gabriel acaricia el cabello de Marisse delicadamente al borde del llanto. Jamás ha querido lastimarla... Nunca le haría daño. Él de verdad ama a esa mujer.
     —Dime algo Marisse... No te quedes callada... Di que me perdonas —murmura Gabriel.
     Marisse sonríe.
     —Gianluca...
     —¿Si?
     —¿Que tal fue la perra de Katerine contigo en la cama?
     Antes de que Gabriel conteste algo, una mano de Marisse traspasa su estómago. Grita. Escupe sangre y la mano de Marisse que cada vez se hace más grande continúa metiéndose en su estómago.
     —Marisse... ¿Porqué? —jadea.
     —Por que te juré que te iba a matar con mis propias manos... Gabrielito...
     Los ojos de Gabriel se abren como platos al ver el rostro de Belial frente a él. Intenta escapar de sus garras, pero no puede.
     —Maricón... Cobarde... Esta vez no te vas a escapar —sisea Belial.
     —¡Sueltame!
     —No quiero...
     —Belial —gruñe la voz de Piero —Suelta a esa caca. Dijiste que te ibas a comportar. Marisse te está viendo.
     Al escuchar la última oración, Belial suelta inmediatamente a Gabriel.
     —Lo siento Marisse —murmura este apenado.
     Marisse pone los ojos en blanco, se acerca a Gabriel para ayudarlo a que se ponga de pié y pregunta:
     —¿Estas bien Gian?
     —Tú si eres mi Marisse...  Mi dulce Marisse Grayson.
     Ahora, el que desea matar a Gabriel es Satanás. Odia que empiece con sus coqueterías absurdas y que diga que su mujer es de él.
     Minutos después, Gabriel se va convencido por Marisse.
     —¿Y ahora tú porqué tan calmado? —pregunta Marisse viendo a Belial con recelo.
     Él se encoge de hombros y murmura:
    —No soy tan bestia como crees —Marisse arquea una ceja y Belial ríe —Vale, si lo soy... Pero aún no es el momento de matarlo Marisse. La verdadera batalla va está a punto de comenzar a penas.
...
     —Mañana tengo que volver a la universidad —murmura Marisse tomando un sorbo de su vino.
     Piero la ha invitado a cenar a ella sola y con Belial amenazado en casa para que se porte bien.
     —Sabes que no quiero que vayas de nuevo a ese lugar— gruñe Piero por lo bajo— pero ahora no quiero hablar de eso... Sólo quiero que disfrutemos de esta cena tan especial.
     —¿Especial?
     —Ajá.
     —¿Y porqué es especial?
     —Por que estamos juntos, por que te amo y por muchas cosas más...
     Marisse asiente con una sonrisa estúpida en su rostro.
     Continúan cenando la deliciosa cena en un precioso y elegante restaurante, mientras una banda de Jazz toca al fondo unas lindas melodías.
     Tras el postre, Piero, en toda su galantería se pone de pie e invita a Marisse a bailar. Ella no duda ni un minuto en sujetar la mano de su amado y dirigirse al centro de la pista, en donde tan solo hay dos parejas bailando. Piero comienza a mover su cuerpo con sensualidad haciendo que varias miradas femeninas se posen en él. Marisse arruga su entrecejo.
     —Quita esa cara —susurra besándola con dulzura en los labios —solo tengo ojos para ti...
     —Esas perras ofrecidas te están viendo con descaro y eso no me gusta. Tú eres mío Piero... Solo mío...
     —Totalmente tuyo —afirme sonriendo.
     Piero gira por toda la pista con Marisse en sus brazos. Se separa un momento de ella y hace unos sensuales movimientos con las caderas que hacen babear a su novia. Sonríe encantado. Sin dejar de bailar con coquetería, se acerca a su amada lentamente y, al estar frente a ella, clava una rodilla en el piso y de su bolsillo saca una cajita de terciopelo rojo.
     —Marisse Grayson —murmura abriendo la caja —¿me concederías el deseo de ser mía para siempre?, ¿De pasar absolutamente toda mi vida a tu lado, amándote cada día más? ¿Quieres casarte conmigo?
     Marisse se tapa la boca y ve con ojos llorosos el precioso anillo color plata con una enorme piedra en el centro. No sabe como hablar, ni que decir. Es apenas una chiquilla un tanto inmadura, pero está segura de cuanto ama a Piero, del inmenso amor que siente hacia él...
     —Si —murmura casi llorando —Si quiero casarme contigo, si quiero ser tuya, si quiero ser tu esposa Piero.

El final está muy cerca...

~Enamorada del Diablo~®©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora