— ¿Se siente bien, Señor Barone? — pregunta Marisse colocando unas carpetas en el escritorio.
Piero niega sin abrir los ojos y se acomoda mejor en la silla.
Desde su enfrentamiento con Gabriel no se ha sentido nada bien. Sigue pensando en cómo demonios deshacerse de él sin que su amada Marisse lo note... Desgraciadamente, Gabriel llegó a la tierra antes que él y son más cercanos con ella... Satanás es muy astuto y no tardó mucho en adivinar que Gianluca no es un humano, si no un arcángel... Pero lastimosamente se dio cuenta demasiado tarde.
— ¿Le gustaría que le trajera alguna aspirina para el dolor de cabeza? — insiste ella acercándose más a él.
— No Marisse... Ya se me pasará...
— No tiene buena cara y... Me preocupa...
Satanás abre sus ojos y levanta su cabeza.
Rápidamente se encuentra a una Marisse angustiada demasiado cerca de él.
— ¿Estás preocupada por mi? — murmura poniéndose de pie.
Las mejillas a Marisse se le ponen del color de sus bragas. Rojo intenso, lo cual le resulta bastante tierno a Lucifer.
— Yo... Bueno... Si... Un poco...
— Oh mi bella Marisse... No sabes lo feliz que me hace que te preocupes por mi...
Satanás abraza a Marisse delicadamente. Ella siente su cuerpo temblar, pero corresponde su abrazo. Nunca la había abrazado... Nunca había estado tan tranquila con ella sin verla con una mirada morbosa y pervertida.
— Hay algo que puedes hacer por mi, Marisse... Con eso te aseguro que se me quita cualquier malestar.
— ¿Esa es otra de sus proposiciones cochinas? — pregunta Marisse arrugando su entrecejo y separándose de él.
Piero suelta una escandalosa carcajada que la hacen reír a ella también.
— Mis proposiciones no son cochinas... Yo las llamaría... indecentes. Pero no preciosa... No es nada malo. Te lo juro.
— Entonces, ¿de que se trata? Siendo usted, no creo que sea nada bueno.
Piero vuelve a reír ante la mirada acusadora y siempre sabia de Marisse. La toma por la cintura y hace que se siente en su enorme y suave silla negra de cuero.
— Marisse... — murmura tomando sus manos — quiero que aceptes salir a cenar esta noche conmigo.
— ¿Ce... Cenar? — tartamudea rascando su cabeza.
Si antes estaba roja y nerviosa, ahora está peor.
Piero asiente con una tímida sonrisa y besando sus manos, dice:
— Si, cenar conmigo... Marisse, se que empecé con el pie izquierdo y que quizá no debí ser taan abusivo contigo... Es por eso que quiero hacer las cosas bien, como se deben... Marisse — murmura colocando una mano en la mejilla de ella y viéndola a los ojos — tú de verdad me gustas... Y me gustas muchísimo... Te juro que no quiero nada pasajero contigo... Quiero una relación estable y seria... Me gustas y quiero gustarte... Quiero hacerte sentir todo lo que tú me haces sentir a mi... No tienes idea de cuánto te pienso y cuánto te sueño...
Marisse traga un nudo de emociones encontradas que se han formado en su garganta.
Claro que tiene una idea de cómo la piensa y como la sueña... Ella piensa en él día y noche... Y si no está pensando en él, lo está soñando. Siempre es el mismo sueño... Los dos en una cama roja con cientos de pétalos negros y rojos, haciendo el amor como animales salvajes. Su sueño es tan real... Marisse nunca ha tenido relaciones con nadie, pero en su sueño fantasioso es cómo si Piero y ella se conociesen de toda la vida. Siente como su carne se abre gustosa para recibir, succionar y apretar su gloriosidad.
— No te quedes callada... — susurra la voz de Piero demasiado cerca de ella. La acaba de sacar de un sueño — acepta mi invitación y cena conmigo esta noche... Déjame conquistarte, Marisse... ¿Aceptas?
— Yo... Yo tengo clases por la tarde y...
Piero suelta las manos de Marisse y baja su mirada. Lo está rechazando una vez más... Tal vez y no pueda ganarse su corazón nunca...
— Piero — dice Marisse levantando la barbilla de Piero con una mano — yo no estoy muy segura de lo que te voy a decir... Deseo conocerte, pero hay algo en mi interior que me grita que te rechace y que me aleje de ti por que quizá seas peligroso... Pero aún así... Acepto... Ir... A... Cenar... Contigo...
La cara a Piero se le ilumina como la de un ángel. Está feliz... Más que feliz. No sabe cual es el verdadero motivo, si el que Marisse al fin lo tutea o que haya aceptado salir con él ignorando su conciencia (que tiene toda la razón. Piero es peligroso... Es satanás).
Piero abraza con efusividad a Marisse, se acerca a sus labios para besarla, pero cuando va a hacerlo, la puerta se abre y alguien canturrea:
— ¡Lucy, lucy, lucy! Quiero hablar con... ¿Que diablos haces tú aquí? — pregunta Gianluca enojado.
Ver a Marisse en los brazos de satanás lo han hecho enojar como nunca antes lo había estado. Siente celos...
— Oye mocoso, ¿sabes que es de muy mala educación entrar sin tocar? — gruñe Piero poniéndose de pie al mismo tiempo que Marisse.
— Gianluca... ¿que quieres? — murmura Marisse sonrojada.
Gianluca arruga su entrecejo y responde:
— Hablar con mi buen amiguito Lucif... Piero.
— ¿Ustedes se conocen? — jadea Marisse viendo a Piero, quien hace todo lo posible para no estrangular a ese arcangel metiche.
— No, no nos conocemos — gruñe Piero parándose frente a Gianluca.
— Si, si nos conocemos... De hecho, podría decirse que somos hermanos. ¿verdad, Pierito?
— ¿Es eso cierto? — pregunta Marisse sujetando la mano de Piero.
Él pone los ojos en blanco, aprieta su mano y asiente.
— Bueno, lo que pasa es que yo no me acordaba de éste... Idiota. Ya sabes, si no es importante, lo olvidas.
— Auch... Eso dolió mucho — dice Gianluca dramáticamente.
— ¿Hace cuánto se conocen? — pregunta Marisse curiosa.
Piero va a contestar, pero Gianluca se le adelanta y empujandolo, toma la mano de Marisse y responde:
— Para mi es como si nos conociéramos desde hace millones, millones y millones de años. Es más, siento como si fuéramos ángeles creados por Dios. ¿Tú no sientes así, Piero?
La mirada de Satanás cambia drásticamente y sus ojos marrones se vuelven grises. ¿que está planeando Gabriel?
— Eso me pareció un tanto tierno y exagerado. Pero quiero saber más, así que Gian, ¿porqué no nos acompañas a Piero y a mi a cenar esta noche?
— ¡Que gran idea! — chilla Gianluca — oh... Pero no creo que Pierito quiera llevarme con ustedes. Después de todo, es una cena para los dos...
— Piero, ¿verdad que puede venir con nosotros? Te prometo que sólo quiero saber más de ustedes dos, luego lo podemos echar...
— No lo se, Marisse — dice Piero rascando su cabeza — yo quiero estar sólo contigo y no con este mequetrefe...
— Eh, los estoy escuchando.
— Piero — insiste Marisse ignorando a Gianluca — por favor... Además, Gianluca puede llevar a su novia, ¿verdad Gian?
— Mari, tú sabes muy bien que no tengo novia y que llevo enamorado de ti desde que tengo memoria...
— ¡Ves! ¡Por eso no quiero que éste nos acompañe!
Al final, Marisse termina convenciendo a Piero para que Gianluca los acompañe a cenar. Jamás se imaginó que aquellos dos hombres se conocieran de toda la vida, pero lo que no se imagina es que ellos prácticamente son hermanos, pues fueron creados por el mismo ser supremo.
Cuando Marisse se va de la oficina (rumbo a la Universidad) Piero y Gianluca se quedan allí, esperando a no ser escuchados por ella.
— ¡NI SUEÑES QUE VAS A IR A MI CITA CON MI NOVIA! — grita el diablo clavando un lápiz en el hombro de Gianluca, quien suelta un aullido del dolor.
— En primer lugar, Luzbel — sisea quitándose el lápiz — Mi bella Marisse, no es tu novia... En segundo lugar, fue ella quien me invitó.
Gianluca toma un bolígrafo e intenta clavarlo en la cabeza de Piero, pero éste lo detiene y se lo arrebata.
— Será mi novia aunque no te guste... Más que eso, será mi mujer... Ahora tú, Gabrielito — sisea tomando su forma de demonio y clavando dos dedos en los ojos de Gianluca — vas a llamar a MI Marisse y le dirás que no puedes venir con nosotros...
— Suéltame... Me estás lastimando...
— ¡LLÁMALA ENTONCES! — grita Piero sacando el teléfono de Gianluca.
Rápidamente marca el número de Marisse y ella responde al tercer tono.
— ¿Que pasó Gianluca?
— Marisse, te llamo para decirte que no podré ir contigo a la cena... Me surgió un pequeño inconveniente y tengo que ir con el oculista. Te llamo mañana.
Piero le quita el teléfono a Gianluca, lo hace pedazos y sacando sus dedos de los ojos de él, sisea:
— Muy bien Gabrielito, muy bien. Eres un perrito muy obediente... Más vale que dejes de tentar al demonio. Creo que tú y tu dios me han subestimado demasiado y no se imaginan todo el daño que les puedo hacer. No me obligues a despertar a Belial... Después de todo, él tiene muchos deseos de matarte, ¿recuerdas?
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~Enamorada del Diablo~®©
Dragoste- Y si, tal vez él es malo... Pero cuando sonríe solamente puedo ver todo lo bueno que hay en él - respondió ella bajando la cabeza. Estaba consciente que se había enamorado de un ángel maligno y que tarde o temprano lo suyo podría terminar y él...