Su largo cabello era acariciado por el frío viento que azotaba la ciudad. Ya había anochecido y Marisse sólo podía ver el sol desaparecer a lo lejos para dar paso a una melancólica noche.
Las personas, los autos y los faroles parecían ser de juguetes des aquel rasca cielos en donde ella se encontraba de pié, abrazándose a si misma para darse un poco de calor. El recuerdo de Piero con Belial y la chica de la tarde le taladran la mente y en un instante, lágrimas amargas bajan por sus mejillas.
El ángel de alas blancas que permanecía sentado detrás de ella, se pone de pié y limpia las lágrimas de su rostro.
—Eres un tonto... —murmura Marisse sonriendo al sentir el tacto suave de unos dedos largos y finos.
—Un tonto que te salvó la vida hace unas horas, Grayson —contesta él riendo.
—Dijiste que eras dios.
—Soy un ángel y soy muy cercano a él, supongo que también cuenta.
Marisse suelta una risita que en un abrir y cerrar de ojos, cambia a pequeños sollozos que rápidamente son calmados y consolados por el cálido abrazo de aquel hermoso ángel.
—No me gusta verte así, Marisse...
—Él le estaba coqueteando a otra, Gian...
—Marisse —suspira Gabriel separando a Marisse de sus brazos —probablemente sea el más tonto de todos los ángeles que existen por desaprovechar semejante oportunidad... Pero yo no puedo mentirte a ti. Fácilmente podría ponerte en su contra con tal de salirme con la mía y tú me creerías... Pero no, no soy así...
—¿Que?
—Hablo de que... Creo que deberías hablar las cosas con él. Necesitas que sea él mismo quien deba aclarar y apaciguar tus celos. No es lo que parece... Yo estuve ahí, observando y es por eso te digo que es lo mejor que deberías hacer...
—Gianluca...
—Ssshh —murmura colocando un dedo en los labios de Marisse —si te digo todo esto es para demostrarte que de verdad te amo mucho aunque tú a mi no... Yo seré feliz si tú lo eres... Vamos Marisse, te llevaré a tu casa para que descances y hables con Lucifer.
Besando la frente de Marisse con suavidad, Gabriel la levanta por las piernas y extiende sus alas blancas para volar por toda la ciudad. Era extraño aquel sentimiento que de pronto había despertado en Marisse, más no estaba confundida sobre quien ama.
Mientras tanto, Lucifer camina de un lado a otro con su rostro desencajado al igual que el de Belial. Sus ojos se han transformado a aquel gris frío sin vida.
—Te juro que no pensé que reaccionaría así, hermano... Es mi culpa —dice Belial pasando una mano por su cabello.
Lucifer niega y golpea la pared con el puño cerrado.
—También es mi culpa por haber aceptado semejante tontería.
Ni Satanás, ni Belial saben donde puede estar Marisse, a pesar de que la han buscado desesperadamente por toda la ciudad. Su presencia desapareció como si se la hubiera tragado la tierra... O peor aún, como si ella ya no existiera en este mundo...
Satanás niega, maldice en su lengua original y llora desesperadamente. Nunca había visto los ojitos de Marisse de aquella forma... Mostraban decepción y una profunda tristeza, tanto que él jamás va a poder olvidar esa expresión. Las últimas palabras de Marisse fueron devastadoras. Dijo que se había terminado... Lucifer necesita verla y explicarle todo... No piensa perder al amor de su vida y mucho menos, a una semana de su boda...
Satanás cierra sus ojos con fuerza tratando a toda costa de no llorar como un niño pequeño, hasta que la voz de Belial lo hacen abrirlos de golpe.
—¡Marisse!
Satanás voltea a ver rápidamente, pero su sorpresa es mayor al ver a Gabriel parado al lado de su amada mujer. La furia invade sus venas y su rostro se pone cada vez peor.
Caminando furioso hasta donde ellos, sujeta a Gabriel del cuello y sisea:
—Te voy a matar pedazo de...
—Si te atreves a tocarle un pelo a Gabriel, te olvidas de mi para toda tu asquerosa vida —sisea también Marisse empujando a Satanás con toda su fuerza.
Él cae al suelo y ve alucinado a Marisse, quien abraza a Gabriel y le pide que se vaya.
—Cualquier cosa, no dudes en llamarme. Estaré siempre que me necesites.
Marisse asiente y besa la mejilla de Gianluca.
Cuando éste se va, Marisse suspira y ve a Lucifer con una oscura mirada.
—¡¿Que hacías con ese hijo de puta?! —gruñe levantándose del piso.
Marisse arquea una ceja.
—¿De verdad quieres hablar de eso?
—Necesito saber que hacías con él... Necesito saber que estas bien y que no te ha hecho daño —murmura alzando una mano para tratar de acariciar el rostro de Marisse.
Ella le da un manotazo y grita:
—¡No me toques!
—Marisse...
—Gabriel nunca me lastimaría de ninguna forma. Él no es como tú...
— Marisse... No digas eso —solloza Piero.
Marisse baja la mirada al ver los ojos de su eterno amor regresar a la normalidad y llenarse de lágrimas.
—Marisse, yo puedo explicarte todo lo que pasó — dice Belial sujetando una mano de Marisse — Fue mi culpa por que yo...
—¡No estoy hablando contigo! —grita ella empujando a Belial.
Él jadea asustado y desconcertado. Nunca la había visto de esa forma.
—Estoy esperando una explicación, Piero. ¿o pretendes quedarte así toda tu vida?
Satanás limpia sus ojos y antes de que ella pueda huir, la abraza con toda su fuerza impidiendo que ella escape.
—¡Piero! —chilla Marisse intentando golpearlo.
Él la ignora y comienza a besarle el cuello, subiendo sus labios hasta los de ella.
—¡No! —vuelve a chillar, pero es callada por los profundos y apasionados besos de Satanás.
Marisse no tarda ni dos segundos en estremecerse y corresponder los hambrientos besos de su hombre.
Dicen que los besos del diablo pueden dominar hasta la más salvaje de las mujeres.
Satanás arranca la ropa de Marisse en dos segundos, aprieta sus pechos, la toma por la cintura, le da la vuelta y son los labios de Belial que le devoran los suyos con desesperación. Piero hace que ella caiga de rodillas y se ponga en cuatro, para levantar su trasero y penetrarla salvajemente.
Marisse gime en voz alta y se mete a la boca la erección de Belial.
Sólo había una forma de explicarle las cosas a ella sin que tuviera oportunidad de abandonarlos una vez más y al parecer, ella disfrutaba esa forma.
...
—No vuelvas a dejarme en tu vida, Marisse... Por favor no lo vuelas a hacer —susurra Satanás recostándose en los pechos de Marisse.
Ella suspira y asiente.
—Y tú no vuelvas a provocar mis celos por que ya sabes como me pongo.
Satanás ríe y levanta su cabeza para ver a Marisse a los ojos.
—Eres peor que el diablo... Bien dicen que cuando una mujer se enoja, el diablo se esconde.
Marisse suelta una carcajada y asiente.
Belial se encuentra en la ducha después de la maratón de sexo que acaba de tener aquel peligroso trío, por eso, Piero y Marisse aprovechan su momento a solas para decirse cuanto se aman... Como si Piero fuera un mortal cualquiera, un jovencito enamorado y no el tan temido Satanás.
En una semana, Marisse sería oficialmente la esposa del Diablo y oficialmente, acaban de marcar su trágico futuro.Holaaaaaa :D
Perdón por tardarme tanto en actualizar pero he tenido problemas de inspiración :'/ pero ya volví y espero que sigan votando por todos los capítulos... Bueno, miren el lado bueno :v si no actualizo, la novela no termina todavíaH
ahahahahhahxD
Hasta pronto criaturas :3 que Satanás las bendiga >:v
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~Enamorada del Diablo~®©
Romance- Y si, tal vez él es malo... Pero cuando sonríe solamente puedo ver todo lo bueno que hay en él - respondió ella bajando la cabeza. Estaba consciente que se había enamorado de un ángel maligno y que tarde o temprano lo suyo podría terminar y él...