Alice, junto con Gianluca (o Gabriel, cómo quieran llamarle) obligaron a Marisse a ir a la iglesia. Prácticamente se la llevaron a rastras hasta ese enorme lugar. No es que Marisse sea atea, simplemente nunca ha sido devota a las creencias de los demás. Ella es de esas personas que está consciente que en el mundo existe el bien y así mismo, el mal. Eso y que le parece bastante, demasiado absurdo que la lleven a una iglesia para "exorcizarla". Cómo si algún demonio la haya poseído desde que conoció a Piero. Marisse no sabe como explicarle de una manera más clara a su amiga, Alice que, lo que siente por Piero es amor. Amor verdadero... Piero nunca ha manipulado su corazón y mucho menos sus sentimientos. Es más, está segura que quien sería capaz de hacerlo, sería el mismísimo Gianluca. No entiende que hace detrás de ella, se supone que los ángeles tienen prohibido amar y estar con una mortal. Al parecer, Gabriel es una excepción.
Cuando llegan a la gigante iglesia, un sacerdote (bastante joven, más de lo normal) sale a recibirlos acompañado del padre de Alice, quien, cómo lo he dicho anteriormente es pastor. A Marisse se le pone la piel de gallina al percatarse de la mirada oscura y pervertida del "sacerdote". A ella, esto no le da buena espina... Piero tenía una teoría muy acertada acerca de las santidades que rigen las iglesias en estos tiempos.
— Nos sentimos honrados de que un arcangel como usted esté en la tierra, señor Gabriel — dice el sacerdote haciendo una reverencia a Gianluca.
El padre de Alice también hace lo mismo. Gianluca asiente y dice:
— Estoy aquí por que nuestro señor todo poderoso así lo ha querido. No soy el único en la tierra, pero si en este país... Tengo la misión de proteger a las personas del mal y la desgracia... Si, hablo de satanás.
El sacerdote y el pastor se persinan al mismo tiempo cuando escuchan aquel nombre que sólo trae desgracias a la humanidad.
— Entonces, ¿es cierto que satanás te ha estado poseyendo a su antojo? — pregunta el sacerdote viendo descaradamente a Marisse.
Ella se cubre el pecho con sus brazos y chilla:
— ¡No! ¡Eso no es cierto!
— ¡Claro que lo es! — grita Alice — él ha estado manipulando los sentimientos y el corazón de Marisse a su antojo... Ha hecho lo que ha querido con él, incluso, ponerla en nuestra contra.
— ¡Eso no es cierto! — gruñe Marisse.
— Si lo es. Es su especialidad engañar y seducir a la gente para que hagan lo que él quiere — murmura Gianluca intentado sujetar una mano de Marisse. Ella lo rechaza — Marisse... Lo que tú sientes por él, no es verdadero... Él sólo te hace creer eso... Pero tú de verdad no lo amas...
— ¡Claro que lo amo! ¡Lo amo como nunca amaré a nadie!
— ¡Es que no tiene sentido! ¡No lo tiene! Tú debes estar con alguien bueno... Conmigo, Marisse...
— No me importa si tiene o no tiene sentido para ti, Gabriel — sisea Marisse empujando a Gianluca — yo se lo que siento, es real, lo amo a él... A ti jamás te podría amar ni aunque yo volviera a nacer. No te amo, nunca te he amado y nunca te amaré. Mi corazón le pertenece a él, sólo a él y por él, por SATANÁS estoy dispuesta a todo... ¡A todo!
— Ay dios mío — jadea el sacerdote besando su rosario — ella está muy mal, muy poseída. Será mejor que Iniciemos con el ritual ahora mismo.
— ¿De que mierdas habla? ¡Está loco!
— Marisse, es por tu bien... Te juro que cuando termine el ritual, tú no pensarás más en ese demonio maldito... Él es malo para ti.
— ¡Tú no eres nadie para decirme si él es malo o no, Alice! ¡Yo quiero estar con él y no me importa lo que piensen!
— Señor Gabriel, será mejor que la lleve adentro antes de que escape — murmura Chuk, el papá de Alice.
Gianluca asiente y sujeta a Marisse por la cintura. Ella lo golpea e intenta escapar de las manos de Gianluca, pero él parece tener una fuerza sobrehumana y no pasa nada.
— Además — dice el sacerdote dando un paso al frente — es necesario que hagamos el ritual nosotros dos. Por lo tanto, os pediré que ustedes se retiren de la iglesia lo más lejos posible. Nosotros os llamaremos cuando nuestro trabajo haya terminado.
— Está bien, nosotros estaremos en mi casa — dice Alice.
Marisse comienza a sollozar asustada y temblando como un perrito, suplica:
— ¡No me dejen aquí! ¡Se los pido, por favor! ¡Tengo miedo de estas personas!
— Miedo deberías tenerle a otro demonio que si es peligroso... Marisse, es por tu bien mi amor... Estarás bien después de esto... Te lo juro — murmura Gianluca besando la frente de Marisse.
— Gian... No me dejes aquí... Te lo suplico, Gian...
— Lo siento Marisse, es lo mejor para ti — afirma Gabriel.
Extendiendo sus enormes alas blancas, vuela dentro de la iglesia y coloca a Marisse en una silla de madera con unos dibujos raros. Ahí, la ata de pies y manos como lo habían acordado con el sacerdote y el pastor. Besando los labios de Marisse por última vez, Gianluca se despide y la deja sola, llorando y temblando aterrada. Marisse tiene miedo de aquellas personas, sobre todo del "sacerdote" que la veía como si ella fuese comida. Son las diez de la noche y quien sabe lo que querrán hacerle.
Unos diez minutos después, los dos tipos entran a la iglesia y caminan hasta donde Marisse está atada. El sacerdote sonríe con malicia y susurra:
— Marisse, ¿verdad? — ella asiente relamiendo sus labios llenos de lágrimas — bueno, Marisse, bella, bella Marisse... No te preocupes por lo que vaya a pasar aquí. Todo será únicamente por tu bien... No permitiremos que ese demonio vuelva a poseer tu hermoso, bello y apetecible cuerpo una vez más...
— Así es — dice el papá de Alice quitándose su camisa — te haremos un ritual muy especial y efectivo... Marisse...
— ¿Qu... Que quieren hacerme? — pregunta Marisse alarmada al ver que los dos hombres se quitan la ropa y quedan frente a ella sólo en pantalón.
— Ya lo verás, preciosa... ¿Eres virgen? — pregunta el pastor viendo las piernas desnudas de Marisse.
Ella se muerde los labios y no dice nada. Los dos hombres sonríen y el padre de Alice, afirma:
— Es virgen. Estoy seguro de eso. Mi hija me ha contado lo santa que ha sido esta delicia virginal...
— Excelente. Pues vamos a hacerla mujer para espantar a todos los demonios.
Marisse empieza a gritar y a llorar desesperada cuando las manos de aquellos dos hombres comienzan a tocar su cuerpo. El pastor le arranca la blusa y el otro la falda.
— Mira nada más que preciosa eres, muñeca...
— Debes saber riquísimo...
— ¡NO ME TOQUEN! ¡NO ME TOQUEN! ¡PIERO! ¡PIERO! — grita Marisse llorando con toda su fuerza.
Los dos hombres ríen a carcajadas y uno de ellos desata a Marisse y la detiene de los hombros para que no pueda moverse.
— ¡CÁLLATE, ZORRITA! ¡NADIE VA A AYUDARTE, MUCHO MENOS SATANÁS! — grita el sacerdote golpeando el rostro de Marisse con brutalidad.
Marisse cae al piso casi inconsciente con su nariz sangrando. Lágrimas salen de sus ojos a mares y susurra el nombre de Piero una y otra vez.
— Piero... Piero... Ayúdame... Piero...
— Mmmm... ¿Que habrá debajo de esta braga? — jadea el sacerdote metiéndose entre las piernas de Marisse.
Ella cierra los ojos con fuerza y grita lo más fuerte que puede:
— ¡¡PIIIIEEEEEEEROOOOOOOOO!!
Solamente ese grito bastó para que el cuerpo petrificado de Satanás se moviera y abriera sus ojos.
— Marisse... — susurra.
Moviendo una de sus manos hasta la daga, la quita y sale disparado hasta el mundo exterior volando con sus enormes alas negras.
El piso de la iglesia se rompe y una espeluznante bestia sale de él en el momento que el sacerdote va a arrancarle la ropa interior a Marisse.
Lucifer no tarda ni un minuto en tomarlo por los hombros, arrojarlo lejos de ella y arrancarle la cabeza junto con toda su espina dorsal.
El pastor grita aterrado e intenta huir, pero Satanás le arroja la daga y logra clavarla en una pierna del tipo.
Marisse grita dolorida y asustada sin saber muy bien que pasa y Lucifer, al ver en el estado que está su amada mujer, vuela hasta ella con una ala rota.
— ¡Marisse!
— Pi... Piero...
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~Enamorada del Diablo~®©
Romance- Y si, tal vez él es malo... Pero cuando sonríe solamente puedo ver todo lo bueno que hay en él - respondió ella bajando la cabeza. Estaba consciente que se había enamorado de un ángel maligno y que tarde o temprano lo suyo podría terminar y él...