Capítulo 12.

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     —No Marisse, no tengo cola y cuernos. No soy una vaca — aclara Piero riendo.
     Marisse también ríe a carcajadas.
    Tomando una fresa, la remoja en chocolate, le da un mordisco y luego la acerca a la boca de Piero, quien la muerde con sensualidad, haciendo que Marisse se moje.
     —¿Porqué eres tan sensual? — pregunta Marisse arrugando su frente — ¿es cosa del diablo?
     —Supongo que sí — responde él divertido — recuerda que yo soy el ángel que representa la belleza, la perfección y la sabiduría...
     —Eso explica muchas cosas... Pero... ¿Porqué te fijaste en mi? Soy... Soy sólo una simple mujer para nada sensual y agraciada.
     —Marisse — murmura Lucifer acariciando el suave rostro de Marisse — para mi no eres una simple mujer. Para mi, eres la más hermosa, sensual, sexy y atractiva mujer que he visto en toda mi vida...
     —Pero... Soy sólo una humana, Piero. Voy a envejecer y tú no me vas a querer después, cuando ya sea una vieja amargada y con canas...
     —No te preocupes, yo te voy a amar aunque seas una vieja amargada y con canas —afirma sonriendo y besando los labios de Marisse— Te amo y nada lo va a cambiar... Nada. Te he amado desde que naciste.
     —¿Enserio?
     —Si.
     —¿Cómo?
     —Pues yo observo al mundo entero desde mi trono toooodos los días. Me sorprendió cuando tu madre iba a dar a luz al borde del desmayo. Ella resistió los dolores del parto y casi muere. Cómo tú eras prematura, pues no había posibilidad de que sobrevivieras...
     —¿Que? —jadea Marisse.
     —Así es. La verdad estaba esperando a que tu madre muriera. Fue una mujer que cometió muchos pecados y estaba destinada a que su alma cayera en mis manos... Pero no fue así. Tanto la madre como la hija vivieron... Tú con muchas complicaciones y ella estuvo muy débil mucho tiempo. Tu papá estaba desesperado por las dos... Marisse, gracias a tu nacimiento y a que sobreviviste, tu madre fue perdonada de todos sus pecados y ahora su alma está descansando en el paraíso al lado de tu padre.
     —¿Porqué su alma fue salvada gracias a mi nacimiento? —pregunta Marisse confundida.
     Satanás suspira pesadamente y se recuesta en la cama sin responder la pregunta de su ya mujer.
     —Piero, te estoy hablando —gruñe ella cruzándose de brazos.
     —No lo se, Marisse —responde él nervioso.
     Marisse le golpea en el hombro y chilla:
     —¡Por supuesto que lo sabes! Dímelo Piero... Por favor... Estamos juntos ahora y quiero saber toda la verdad de ti.
     Satanás suspira asintiendo. Tiene razón, mucha razón, ahora que están juntos es necesario que ella sepa todo de él.
     —Su alma fue perdonada gracias a dios... Si el alma de tu madre llegaba a mis manos, la tuya tendría que ser mía por derecho. Marisse, tú fuiste destinada para mi y si estuviste al borde de la muerte fue por que tu madre intentó abortarte...
     —Eso... Eso no es cierto Piero... ¿porqué me estás mintiendo? ¡Mi mamá me amó mucho! —solloza Marisse con las lágrimas saliendo a cascadas por sus ojos.
     Piero la abraza con fuerza y murmura:
     —Tu madre era bastante joven cuando se embarazó de ti... Creyó que arruinarías su vida e intentó acabar con la tuya... Pero tu padre, quien en ese momento estaba siendo manipulado por Miguel Ángel no se lo permitió... Dios lo había enviado para salvar tu vida y la de ella... Cuando naciste y ella te vio, no pudo evitar arrepentirse por lo que intentó hacer... Juró amarte el resto de su vida y es por eso, por su arrepentimiento que tu alma era pura...
     —¿Era?
     —Te enamoraste de un ángel caído... Te entregaste en cuerpo y alma a él... Tu alma dejó de ser pura y ahora está llena de oscuridad y pecado...
     —¿Eso significa que cuando yo muera, mi alma no estará en el paraíso, si no en el infierno en donde estás tú? — pregunta Marisse sonriendo.
     Piero arruga su entrecejo confundido y por el repentino cambio de humor de Marisse y responde:
     —Si.
     —Entonces... Mátame...
     —¿QUE? —Jadea viéndola incrédulo.
     —Que me mates. Así estaremos juntos por toda la eternidad...
     —No puedo hacer eso Marisse...
     —¿Porqué no? — pregunta poniendo carita de perrito regañado.
     —En primer lugar, por que yo jamás te haría daño, Marisse... Jamás... En segundo lugar, por que si yo te mato, tu alma será salvada... Para que tú estés conmigo eternamente, tendrías que morir a manos de un ángel de dios o...
     —Entonces provocaré a Gabriel para que me mate—lo interrumpe Marisse sonriendo.
     —Deja de decir tonterías, Marisse Grayson —gruñe Lucifer dándole un azote en el trasero —yo no quiero que te mueras... No aún... Te amo y no toleraría verte morir...
     —Pero...
     —Sin peros. Mejor pregúntame otra cosa que desees saber sobre mi.
     Marisse hace un puchero de niña, tuerce su boca pensando muy bien lo que va a preguntar.
     —¿Te llamo Piero o Satanás, o Lucifer o cómo? —pregunta mordisqueando la barbilla de Piero.
     Él le aprieta un seno y contesta:
     —Piero está bien.
     —¿He sido la única mujer de la que te has enamorado? —vuelve a preguntar, pero esta vez con cierta angustia.
     Aquella pregunta toma por sorpresa a Lucifer, pues se queda pensando por mucho tiempo lo que va a decir.
     Marisse se desespera y le da un golpe en el estómago.
     —¡Ay! —chilla él —No me maltrates.
     —Entonces, responde Piero.
     —Está bien... Para serte sincero... Eres de la única mujer que me he enamorado... No te voy a negar que he tenido unas cuantas aventurillas con muchas mujeres, pero nada serio...
     —¿Seguro?
     —Segurísimo.
     —¿Algún demonio del que me deba preocupar? —musita.
     Piero sonríe con picardía y comienza a acariciarle su húmeda feminidad.
     —Sólo de mi... Soy el único demonio al que debes temerle...
     —No te tengo miedo— dice Marisse con altanería y sujetando el miembro de Piero con fuerza.
     Él jadea dolorido y antes de que su mujer haga de las suyas, se transforma en ella. Marisse pega un chillido agudo. Piero la imita.
     —¡¿Que haces?!
     —Salvando a lo que te hace feliz cuando lo meto... Y demostrándote lo que puedo hacer...
     —Guaauuuu... De verdad que eres muy fuerte y poderoso —murmura Marisse incrédula.
     Piero, con su cara de mujer asiente y vuelve a su forma masculina.
     —Piero... Necesito volver a mi casa...
     —¿A qué demonios? Se supone que ya vivimos juntos —gruñe satanás enojado.
     —Quiero ir por mi ropa, Piero... Quiero que me acompañes. Se que el metiche de Gabriel y Alice estarán ahí... Supongo que querrán obligarme a otra cosa.
     Piero asiente encantado. Una maravillosa idea acaba de cruzar por su diabólica mente.
     Los dos se meten a la ducha y allí  hacen salvajemente el amor, provocando cada vez más la furia del ser supremo.
     Mientras tanto, Alice está en el departamento de Marisse llorando como una Magdalena con Gabriel a su lado. Marisse lleva desaparecida dos días... Su padre le contó que una temible bestia quiso matarlo y que esa misma bestia decapitó sin piedad al sacerdote. Ella está segura que se trata de satanás y el que haya atacado a su padre es otro motivo para odiarlo y quererlo cada vez más lejos de su amiga. Quien sabe lo que le esté haciendo...
     Alice va a llamar a la policía para reportar la desaparición de Marisse, pero cuando va a hacerlo, la puerta se abre y entra una sonriente y coqueta Marisse. Alice corre a ella para abrazarla.
     —Marisse... ¿Donde has estado? Estaba muy preocupada por ti—solloza la rubia.
     Marisse sonríe con frialdad. Empuja a su amiga con fuerza y pregunta:
     —¿Enserio?
     —Si. ¿Porqué no me crees?
     —Por que si te importara lo más mínimo, jamás me hubieras llevado a ese maldito lugar...
     —¡Marisse! —jadea Alice viendo con nerviosismo a Gianluca.
     —Es la verdad... Por vuestra culpa— señala a Alice y a Gabriel con repugnancia —tu asqueroso padre estuvo a punto de abusar de mi junto con ese maldito sacerdote...
     —¡Eso no es cierto! —grita la rubia indignada y enojada—¡mi padre no es un abusador!
     —¡Claro que lo es! De no haber sido por Satanás... Probablemente yo ya estaría muerta y eso a ti no te hubiera importado... Tampoco a ti Gabriel... Yo... Yo creí que sentías algo especial por mi.
     La cara de Gianluca se descompone e intenta abrazar a Marisse, pero ella camina con la cabeza agachada hasta la cocina.
     —Marisse... Yo... Yo no creí que te podrían lastimar...
     —Dijiste que me amabas —murmura cubriéndose la cara con su cabello.
     Una sonrisa maliciosa aparece en su rostro, pero Gabriel no la ve.
     —Si te amo... Tú sabes que es así... Por ti estoy dispuesto a todo, Marisse.
     —¿Enserio? —pregunta ella acariciando el rostro de Gianluca —¿estás dispuesto a todo por mi?
     —Si Marisse... Si... Tú sabes que Lucifer es malo, que él te está manipulando... Pero Dios ya está planeando algo para separarlo de ti definitivamente... Te juro que él será castigado por sus malos actos.
     Marisse sonríe con ternura. Continúa acariciando el suave y perfecto rostro de Gianluca, hasta que clava sus pulgares en los ojos de él.
     Gabriel grita y Alice también.
     —¡Marisse!
     —Será mejor que no te acerques, perra —sisea —tú y tu maldito padre me las van a pagar... Y tu, Gabrielito —hunde más sus dedos en los ojos de Gabriel— dile a tu dios que ni él, ni nadie podrá separarme del amor de mi vida.
     —¿Que demonios te pasa Marisse? ¡Suéltame! —jadea Gianluca empujando a Marisse.
     Sus ojos comienzan a sangrar y antes de que intente algo, Marisse toma un cuchillo de la encimera y se lo clava en el estómago.
     —Ma... Marisse...
     —Estás advertido, Gabriel. Si tú y tu dios se meten en mi camino, sus asquerosos y amados humanos pagarán las consecuencias.
     —¡Lucifer!
     —Bingo...

~Enamorada del Diablo~®©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora