Capítulo 1

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—Señor Schiller, le traigo el café —habló el peliverde al entrar en la oficina de su jefe.

—Gracias. Pasa y ponte a trabajar.

Jordan hizo caso y pasó a la oficina, dejó el café en la mesa de su superior y se sentó en su escritorio. Al entrar en aquella oficina se podía ver de frente el escritorio de Xavier y a la derecha el de Jordan, que estaba situado en vertical respecto al de Xavier. Las paredes eran de color amarillo claro, las mesas marrones y apenas había decoración, tan solo un par de plantas pegadas a la ventana.

Jordan empezó a teclear en su ordenador, como de costumbre, sin decir palabra. De vez en cuando lanzaba miradas furtivas al pelirrojo, quién se concentraba en sus papeles.

Jordan suspiró levemente. Últimamente se sentía muy decaído, y él sabía por qué.

Había llevado a un niño del orfanato, llamado Aitor, a pasar la noche en su casa. Aitor le preguntó por una foto que había visto en uno de los estantes del salón, en la que Xavier y él se divertían jugando al fútbol. Por aquel entonces deberían tener 6 años. Estaban manchados de tierra, tenían raspaduras en las rodillas en los codos, jugaban con una pelota que ya estaba bastante gastada... Pero sonreían, se notaba que se estaban divirtiendo.

Desde entonces le había estado dando vueltas a algo... ¿cuándo se separaron? ¿Por qué se separaron?

"Eran hermosos días. ¿Por qué ya no lo son?"

—Jordan —le llamó el pelirrojo, sobresaltándole.

—¿S-Sí?

—¿Te ocurre algo? Pareces distraído —Jordan observó sus ojos. Había tanta frialdad en ellos... No eran cálidos, no le miraban con cariño, todo lo contrario, incluso llegaban a intimidarle. Su rostro era inexpresivo, parecía una máquina sin emociones, sin sentimientos.

—Lo siento... Volveré al trabajo en seguida.

—Bien, así me gusta.

"¿Por qué eres tan frío conmigo? ¿Ya no te importo nada? ¿Ya no somos amigos? Sabía que algún día seríamos adultos, pero no pensé que eso nos impidiese seguir siendo inseparables"

~*~

El despertador sonó. Otro día más en el que la monotonía lo envolvía todo. Siempre era así, del trabajo a casa y de casa al trabajo. Vivía exclusivamente para su trabajo. Vivía para servir al señor Schiller. Se levantó de su cama de sábanas verde pistacho y se dirigió al enorme armario blanco, cogió uno de sus múltiples trajes y una corbata verde como su cabello, que recogió en un moño. Bajó a la primera planta e hizo el desayuno: dos tostadas y un café. Tras todos estos sucesos salió de casa con su maletín, que contenía un montón de hojas y trabajos importantes. Caminó hasta la estación, donde esperó pacientemente a que llegase el metro, y cuando lo hizo, subió y se agarró a una barra. Rodeado de extraños, comenzó a cavilar otra vez... En eso se habían convertido él y Xavier, en extraños...

No sabía cómo comenzó todo. Se separaron hace unos años, cuando él y Xavier se graduaron en la Universidad. Xavier se fue de vacaciones de verano, pero nunca supo cuando volvió. Jordan le mandaba mensajes y le llamaba todos los días, pero jamás respondía. El peliverde estaba realmente preocupado, se temía lo peor. Solo sabía que se había ido a Estados Unidos, pero nunca le dijo a qué parte, no sabía qué hacer. Jordan incluso dejó de comer. Un día Claude y Bryce fueron a visitarle, y al no responderle el dueño de la casa se preocuparon, por lo que forzaron la cerradura y entraron. Lo que encontraron fue a su amigo inconsciente en el suelo de la cocina. Lo llevaron en seguida al hospital, y allí fue cuando le informaron de que se había desmayado por no ingerir alimentos y, por tanto, no obtener energía. Los dos amigos no le dejaron solo por mucho tiempo, porque aunque no lo pareciese, de veras se preocupaban por ese idiota peliverde, que siempre estaba con sus dichos y amaba el helado. Pocos años después, a los oídos de Jordan llegó el rumor de que un atractivo e importante empresario pelirrojo había aterrizado en Inazuma, y que iba a aumentar su imperio de informática en Japón, incluso a establecer su sede aquí. Nada más enterarse, Jordan recopiló información, hasta que logró dar con la información que requería, como cuál era la empresa y las ciudades donde se instalaría en Japón. Se presentó en las construcciones del nuevo edificio que sería donde el pelirrojo pasaría la mayor parte del día, y cuando encontró a Xavier, lo saludó efusivamente, pero éste no le devolvió el entusiasmo, simplemente le miró frío tras sus gafas, con un plano en sus manos y un casco amarillo sobre su cabello. Jordan se quedó de piedra al ver esa expresión, ese no era el Xavier que él había conocido, ese Xavier habría soltado el plano y habría corrido hacia él, le habría abrazado, le habría preguntado cómo estuvo todo ese tiempo, qué es de su vida... Pero este Xavier... Lo miró como si fuese un desconocido.

¿Quién eres? —esas palabras resonaron en la cabeza de Jordan y le habían roto el corazón en mil pedazos. ¿Cómo era posible? ¿Acaso estaba bromeando? ¿De verdad pudo haberse olvidado de él?

El pelirrojo observó la expresión de horror en el rostro de aquella persona que le resultaba vagamente familiar por algún motivo.

¿N-No me recuerdas...? —preguntó con la voz quebrada, mientras se llevaba la mano derecha a su pecho y retrocedía un paso.

Lo lamento, no —ni un ápice de cariño o de alegría en su voz.

A Jordan se le nubló la vista, las lágrimas que se estaban formando en sus ojos le impedían ver con claridad. ¿Qué debía hacer? ¿Empezar de nuevo? ¿Dejar que todos los recuerdos se desvanecieran? No podía olvidar con tanta facilidad todo lo que habían vivido, no se podía olvidar su amistad. Retrocedió otros dos pasos y giró sobre sus talones de repente, empezó a correr mientras las lágrimas caían bruscamente en el suelo y su respiración se volvió agitada y torpe. No se lo podía creer, simplemente, no podía ser cierto.

Una vez el edificio principal de la empresa en Inazuma fue construido y se anunció que se necesitaban trabajadores, Jordan tomó la decisión de trabajar allí. Si Xavier no le recordaba, él crearía nuevos recuerdos.

Jordan empezó como un simple trabajador, pero sus conocimientos y su profesionalidad lo hicieron destacar entre los demás, lo que llamó la atención del señor Schiller, quién un día lo citó en su despacho.

Tus capacidades me sorprenden, eres un muchacho muy competente, así que quiero que trabajes en un puesto que esté a tu nivel. Serás mi secretario, tus conocimientos harán que las gestiones de la empresa funcionen a las mil maravillas, aunque claro que al ser mi secretario trabajarás para más que la informática- el peliverde quedó boquiabierto, parpadeó un par de veces, perplejo, sin poder creérselo- Qué dices... ¿Aceptas? —Jordan salió de su shock y asintió repetidas veces con una sonrisa en la cara y las mejillas levemente sonrojadas. Por fin podría volver a acercarse a Xavier, o eso pensaba.

Nunca pudieron volver a ser como antes, nunca pudieron volver a tener esa confianza, nunca pudieron volver a reír como amigos. A menudo el peliverde se preguntaba qué le había pasado a su antiguo amigo, que ahora era tan solo su jefe.

Muchas veces pensó en marcharse de la empresa, el trato de Xavier le dolía, pero le dolía más la idea de separarse otra vez de él, así que solo se quedaba a su lado, siendo pinchado por una rosa con espinas como afilados cuchillos. La rosa era hermosa, podrías contemplarla todo el día sin aburrirte, y por eso la querías para ti, pero la rosa tiene espinas, y esas espinas... Hieren.

Nostalgia {HiroMido}.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora