Capítulo 2

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Jordan llegó a su oficina con una expresión más seria de lo normal. Miraba las baldosas de color crema del edificio, las pisaba una a una, intentando olvidar los recuerdos que lo asaltaron en el metro y centrarse en su trabajo. Los otros empleados, que solían saludar a Jordan con una sonrisa y éste devolvérsela, se quedaron perplejos ante la expresión del secretario.

—Jordan— lo saludó una muchacha de cabello azul con dos mechones blancos. Estaba detrás de él, a unos diez pasos, y corrió despacio hacia él con la mano izquierda sobre su pecho y su cabello chocando contra su espalda— ¿Estás bien? Te veo decaído.

El peliverde se dio la vuelta y sonrió levemente, con los ojos un poco entrecerrados y asintió. No le agradaba la pena, la compasión... Por lo menos no que él fuese la causa de esos sentimientos.

—¿Seguro?— la mujer dejó caer la mano que tenía en su pecho.

—Claro, estoy bien, ya sabes que siempre estoy alegre— intentó sonreír más, pero eso no convenció a la peliazul, ya que su amigo había apartado la mirada que momentos antes había posado sobre sus ojos.

—No se puede estar alegre siempre, Jordan...— el silencio se hizo presente— Es por Xavier, ¿verdad?— Jordan no respondió— Echas de menos aquellos tiempos, esos tiempos en los que erais inseparables... Te entiendo, a mí también me duele.

—Nunca he dicho que fuese por él.

—Tampoco lo has negado— Isabelle suspiró— Me has apartado la mirada... Eso es que mientes, te conozco.

—¿Eh?— Jordan se sobresaltó un poco y volvió a mirar a la mujer. Era astuta y observadora, no debió haberle impresionado que se hubiese dado cuenta. Se conocían desde hace tiempo, no era de extrañar, él también se había dado cuenta de las manías de Isabelle, que siempre que mentía se colocaba el cabello tras su oreja— Vaya, si que te fijas en mí— insinuó Jordan.

—Sabes que no es eso— se cruzó de brazos Isabelle— Y no me cambies de tema... ¿Has notado algo diferente en él para que te dé la nostalgia ahora?

—No, todo sigue igual.

"Ese es el problema, que nada a cambiado, que todo sigue igual."

—¿Entonces?

Jordan miró su reloj plateado, faltaban tres minutos para que empezase su turno, y no pensaba llegar tarde.

—Me gustaría seguir con esta conversación... Pero me temo que si me entretengo más llegaré tarde. Nos vemos, Isabelle.

El peliverde giró sobre sus talones y se despidió alzando la mano una vez le había dado la espalda a Isabelle. Con un paso algo apurado, continuó su camino hacia las oficinas del señor Schiller.

—¡O-Oye! ¡Jordan!— Isabelle deshizo el nudo que formaban sus brazos y extendió un poco su brazo mientras daba un paso hacia delante, pero el peliverde no estaba dispuesto a entretenerse más, así que desistió y miró como Jordan subía en el ascensor. Volvió a su posición inicial y cogió una gran bocanada de aire que soltó de inmediato— Sin duda, por mucho que pasen los años, tus sentimientos por él no han cambiado...

El ascensor llegó a la vigésima quinta planta, abrió sus puertas metálicas y Jordan salió. Caminó con paso decidido hacia la izquierda, donde encontraría la oficina de su jefe. Él estaría centrado en el ordenador, con el reflejo de la pantalla en sus gafas y sus dedos moviéndose sin descanso por el teclado, acompañado por el sonido que producían las teclas al ser presionadas.

Pero contra todo pronóstico, cuando Jordan tocó la puerta de madera dos veces para que Xavier supiera que había llegado y le permitiese pasar, nadie respondió. Volvió a tocar, un poco más fuerte por si el pelirrojo estaba tan concentrado que no le había escuchado, pero nada, seguía sin haber señales de vida en el interior de la sala. Jordan decidió abrir la puerta, y cuando estuvo a mitad de camino de ser abierta del todo, observó la oficina y comprobó que no había nadie, así que se adentró en y dejó su maletín encima de la mesa. Dirigió su mirada al escritorio de su jefe, estaba más desordenado de lo normal y el ordenador encendido. Se acercó al escritorio, y allí, encontró algo que le sorprendió.

Orfanato Don Sol.

¿Por qué Xavier buscaba información sobre el orfanato?

Xavier Schiller.

¿Por qué buscaba información sobre él mismo, o por lo menos, por cómo se hacía llamar? Porque Jordan nunca llegó a comprender por qué ahora usaba el apellido Schiller en vez de Foster.

—¿Qué estás haciendo?— escuchó una voz tras él.

Se dio la vuelta y observó una figura apoyada en el marco de la puerta, con los brazos cruzados y una pierna que se ponía delante de la otra. Jordan se fijó otra vez en sus ojos, siempre lo hacía, era un acto-reflejo, a través de ellos sabía lo que pensaban las personas, con todas funcionaban... Con todas... Menos con Xavier. Sus ojos parecían tener una barrera para que nadie pudiese colarse en sus pensamientos o emociones, eran impenetrables.

—He visto que tenía el escritorio un poco más desordenado de lo usual, por ello pensé en organizarlo un poco— se excusó rápidamente Jordan.

El pelirrojo enarcó una ceja.

—¿Te pedido yo que ordenaras algo?

—No, pero...

—Pues no lo hagas, entonces. No trabajes más de lo que tus superiores te ordenen, si en algún momento quiero que me clasifiques los documentos, te lo pediré— se puso recto y se dirigió hacia la gran mesa con pasos largos. Miró a Jordan desde arriba y sonriendo arrogantemente, se acercó a su oído y le susurró— Vuelve a tu trabajo, secretario.

Un cosquilleo recorrió el cuerpo de Jordan, el aliento de Xavier en su oreja le provocó ese hormigueo, sus susurros hicieron que quedase estático. Agitó la cabeza, negando, y volvió a su mesa.

—Lamento haberme metido donde no me llaman— se disculpó el peliverde.

—Exacto, no te llaman.

Aquella sonrisa, aquel tono arrogante, esa mirada de superioridad... Le recordaban a Xene... Quizás, una parte de Xavier aún se conservase, porque lo quisiera o no, Xene forma parte de Xavier. Una parte que, por lo menos para él, algo desagradable. Prefería mil veces a Xavier, a su Xavier, aquel gentil pelirrojo que siempre estaba dispuesto a todo por los demás, a jugar al máximo por su equipo, a sonreírte cálidamente cuando​ pensabas que las columnas del castillo de tu vida se derrumbaban, una por una, lenta y dolorosamente. Ahora era a él al que se le desmoronaban esas columnas, porque Xavier no las podía mantener en pie.


~*~

Tiró el maletín al sofá amarillo con desgana y, tras él, su chaqueta. Suspiró dejándose caer en el blando mueble y cerró los ojos. El salón de Jordan poseía colores muy vivos: dos sofás amarillos que formaban una "L", ambos con cojines rojos. En el centro, una pequeña mesa de madera color caoba, al igual que el enorme mueble que tenía en frente, el cual sostenía el televisor y numerosos libros y fotos. También había dos puertas de cristal correderas que daban a la terraza, las cuales se podían tapar con las cortinas de la misma tonalidad que los sofás. Jordan se esforzaba porque su casa fuese de su gusto, colorida y alegre, porque al llegar a casa tras un agotador día de trabajo, nada sentaba mejor que observar una decoración que le agradase.

Y aquel día en especial había sido más duro que otros, no físicamente, pero sí emocionalmente. Estaba hecho un mar de dudas y sentía su corazón destrozado por ese sentimiento de nostalgia que le golpeaba día tras día, cada vez más fuerte, más doloroso.

Sacó el móvil de su bolsillo, abrió su aplicación de música y seleccionó la opción de "reproducción aleatoria". Quería imaginar que tal vez la música, aunque solo fuese por un breve periodo de tiempo, le alejaría de la realidad, le llevaría a un mundo mejor... Un mundo donde Xavier volviese a ser el de antes.

Nostalgia {HiroMido}.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora