Capítulo 5

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—¿¡Pero a ti qué te pasa!? ¡Llevo desde el jueves llamándote y no me haces caso! Ya pensé que te habías golpeado esa cabeza hueca que tienes y te habías quedado medio-muerto en el suelo— regañó a Jordan un pelirrojo con los brazos en jarra y levemente inclinado hacia delante.

Tras él un albino lo miraba serio con sus brazos cruzados.

Era domingo por la mañana, Jordan no tenía que trabajar, era su día libre. A las 12.00 el peliverde aún estaba con su pijama de estrellitas amarillo y zapatillas de conejo rosa, con el pelo alborotado y con cara de sueño. Aunque fuese su día libre, Jordan siempre estaba vestido y arreglado a esas horas, incluso si no tenía planes para ese día.

—¿Qué ocurre?— preguntó el alvino sin siquiera un «hola». Conocía demasiado bien a su amigo como para saber que algo grande le tendría que estar pasando para encontrarse desarreglado a esas horas. Además, no se había lanzado a sus brazos nada más verlos.

Él siempre esquivaba sus abrazos y Jordan acababa abrazando el suelo en vez de a él, pero le gustaba ese intento por parte de su amigo.

—Claude, Bryce... No esperaba vuestra visita— su voz indicaba que acababa de despertarse.

Claude deshizo el morro que había hecho con sus labios y su expresión se suavizó. Dejó caer sus brazos a ambos lados de su cuerpo y soltó un suspiro.

—Es por Xavier, ¿verdad?— preguntó el de cabello con forma de tulipán, sin embargo pareció más una afirmación. Otra vez esa pregunta, otra vez tenían que recordarle a su jefe. ¿No podía pasar ni los domingos sin pensar en él?

—¿Xavier? ¿Qué pasa con él? ¿Le ha ocurrido algo malo?— intentó disimular, aunque claro está, no se la coló a sus amigos— Bueno, bueno, no os quedéis en la puerta como unos pasmarotes... Pasad, venga.

Jordan abrió un poco más la puerta y se apartó, invitando a los jóvenes a que pasasen a su estancia. Guió a ambos hacia el salón y les dijo que esperasen ahí, mientras tanto, el peliverde fue a la cocina, preparó tres cafés y galletas, y los puso en una bandeja. Al volver al salón, dejó la bandeja sobre la mesa y sentó junto a sus amigos. Cada uno cogió una taza.

—Sabes perfectamente por qué el "Tulipán" dijo lo de Xavier— el pelirrojo casi escupe el café al escuchar como le había llamado el albino.

—¡Oye!— se quejó.

—¿Debería saberlo?— siguió haciéndose el distraído Jordan.

Bryce dejó el café sobre la mesa y miró con tristeza a su amigo.

—Sé que no lo estás pasando bien, Jordan. Te noto más triste, te faltan energías, te falta el entusiasmo que solías tener... Te estás convirtiendo en la sombra de Xavier, vives exclusivamente para él. No puedes vivir bajo nadie, tienes que dominar tu vida. Esta actitud no es propia de ti.

Jordan apretó la taza. No quería admitirlo, pero tenía razón, tenía mucha razón. Se estaba convirtiendo en el esclavo de su jefe.

—Nosotros tampoco sabemos qué le pasó a Xavier— habló Claude tras un trago de café—, pero sin duda no es el mismo desde que volvió de América. No sé qué le ha pasado... Se ha vuelto tan...

—Frío, calculador, arrogante, serio, cínico...— completó su oración Jordan casi sin pensar, con su mirada triste fija en el café, que se movía ligeramente por temblar de sus manos.

—Y luego dices que no es por él— rodó los ojos Bryce.

—No es exactamente por él.... Sí, pero no...— respondió a su comentario el peliverde.

Nostalgia {HiroMido}.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora