Capítulo 11

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—Ese día apareció en mí... Xavier Schiller.

—¿Cómo que... Apareció en...? —Jordan no sabía qué palabras utilizar, estaba demasiado confuso.

Su expresión mostraba perplejidad, incredulidad... ¿Qué narices le intentaba decir Xavier? Mil teorías se le pasaron por su mente, pero solo una no era demencial.

—No me mires con esa cara, hombre... Sé que tu pequeña cabecita debe estar maquinando cientos de ideas —estuvo tentado a posar una mano en su cabeza, pero se contuvo. No era el momento.

—Xavier, ¿tienes...?

—¿Personalidad múltiple? Así es, Jordan.

El rostro de Jordan era un cuadro. Tenía tan abierta la boca que parecía que en cualquier momento su mandíbula caería. Sus ojos oscuros parecían platos y mostraban la misma mirada que hace unos instantes.

—Cierra esa boca que te van a entrar moscas —dijo entre risas el pelirrojo, y Jordan obedeció.

Jordan comenzó a juntar la información. Ahora todo encajaba, todo conectaba, el rompecabezas estaba completo... Y se sentía... Como una basura de persona, un deshecho humano. Había sido tan injusto con él, Xavier había pensado todo este tiempo en su antiguo amigo, jamás le olvidó, pero él... ¿Qué hizo él? Quejarse. Mientras Xavier había pasado todo ese calvario, mientras Xavier sufría por su trastorno, mientras el mundo se le caía encima... Él solo se quejó y lloró. ¿Cómo pudo ser tan estúpido? ¿Cómo no se dio cuenta antes? No lo ayudó, no lo comprendió, solo pensó en si mismo, jamás pensó en lo que sentía el pelirrojo. Se sentía sumamente egoísta, incompetente, frustrado... La culpa le carcomía, tenía ganas de llorar... Otra vez.

"¿Por qué lo único que hago es llorar? ¿Soy tan inútil que es lo único que sé hacer? Estoy cansado de derramar lágrimas, estoy cansado de no servir para nada, estoy cansado de no poder ser el apoyo que Xavier siempre necesitó. Estoy cansado de ser yo."

El rostro de Jordan se oscureció, sus puños estaban cerrados, sus dientes apretados y sus ojos, que estaban acuosos, los cubría una oscura sombra. En ese momento de reflexión, Jordan se hizo una promesa: sería fuerte, dejaría de ser un llorica egoísta. Sería fuerte por Xavier Foster y le ayudaría a que Xavier Schiller se alejase de él.

—Has hablado más con Xavier Schiller que con Foster... Lo siento muchísimo. Estaba encerrado, y lo sigo estando, el otro Xavier a penas me deja salir, no soy capaz de controlarlo... Sé que quiere protegerme, por eso él quiere tomar el control, pero... —hizo una pausa y miró las baldosas ocres. A continuación, volvió su mirada hacia el peliverde, quién seguía con la sombra sobre sus ojos, y habló con determinación—. ¡Yo no quiero perder mi vida por temor a volver a salir herido! Me da igual recordar lo que pasó en el barco, aunque sea un duro trance... Quiero disfrutar aunque tenga que sufrir, estoy preparado. Quiero ser libre de tomar mis propias decisiones.

—Xavier —Jordan habló muy bajo, casi parecía más un susurro—. Te ayudaré. Dominarás a Xavier Schiller, lo juro.

A Xavier se le iluminaron los ojos, Jordan había hablado bajo pero seguro. El mencionado solo pudo sonreír ampliamente.

—Me reconforta escuchar eso, estoy convencido de que serás de más ayuda que me psicólogo —rio—. Gracias —a Jordan comenzó a latirle demasiado rápido el corazón. Esa palabra quedaba tan bien en sus labios, sonaba tan dulce.

Jordan alzó la mirada y el pelirrojo observó la decisión camuflada entre las lágrimas de los ojos negros de su amigo. Era como mirar el cielo nocturno que tanto amaba, sus ojos eran la oscuridad y su brillo de decisión aguado eran las pequeñas estrellas. Le encantaba, no solo sus orbes, sino todo de él, lo físico y lo psicológico. Le encantaba Jordan.

—¿Cuándo me dejarás ver esa alegría infantil de nuevo? —preguntó Xavier dulcemente, esperando contemplar esa sonrisa que le encandilaba.

En el trabajo, cuando estaba encerrado dentro de su otro "yo", aunque él no actuase podía ver todo a través de los ojos de Schiller. Jordan se mostraba serio, triste, no llevaba esa preciosa sonrisa dibujada y no tenía esa chispa de niñez. Schiller no solo le había reprimido, sino que también hizo que perdiese al verdadero Jodan, eso era lo que más le dolía de toda esta situación. Había herido a la persona que más quería en este mundo y jamás se lo iba a perdonar.

—¿Eh? —Jordan se frotó los ojos, las lágrimas prisioneras lo molestaban.

"Joder, de verdad no podría ser más tierno aunque lo intentara". Sin duda, para Xavier, el menor era la cosita más adorable del mundo.

—Disculpen, señores —un camarero se acercó a la mesa y se inclinó levemente. Su cabello era negro y corto, su piel pálida y sus ojos castaños—. ¿Han decidido ya qué van a tomar?

Ambos se habían olvidado completamente decidir sus platos, por minutos se olvidaron de todo lo que les rodeaba y se centraron exclusivamente en ellos.

~*~

—Gracias por contármelo todo, Xavier —agradeció Jordan cuando ya salían del gran restaurante. Durante la cena, dejaron a un lado las penas y simplemente se divirtieron hablando, como en los viejos tiempos. La nostalgia seguía presente en el corazón de Jordan, pero era diferente. Ahora sonreía cuando miraba al pasado, porque también tenía un presente con Xavier. Estaba seguro de que ahora todo iba a cambiar, todo iba a ser mucho mejor—. Me lo he pasado muy bien.

—Yo también, Jordan —Xavier paró a unos cuantos metros de la entrada al restaurante y cogió las manos de Jordan.

Ambos se quedaron observando los ojos del otro, anonadados. Los orbes de Xavier eran tan verdes e intensos que te podías perder en ellos. Ya no eran fríos, sino todo lo contrario; tampoco desprendían arrogancia, solo dulzura. Entonces, Jordan cayó en la cuenta de que faltaba algo por resolver.

—Xavier, ¿qué pasó antes con tus ojos?—preguntó sin apartar la mirada de ellos.

—Schiller sentía que estaba en peligro de "romperme", así que intentó salir, y cuando eso ocurre mis ojos se vuelven azules. Extraño, ¿no? —explicó como si no fuese nada importante.

—P-Pero... ¿¡Cómo has conseguido que fuesen verdes todo este tiempo!? Es decir, cuando Xavier Schiller te domina se te vuelven azules, entonces... Eh... —parecía que a Jordan le daría un cortocircuito en cualquier momento, además hablaba sumamente rápido, lo que a Xavier le hizo mucha gracia.

—Eso es gracias a mis gafas —soltó las manos de Jordan, muy a su pesar, y extrajo del bolsillo de su chaqueta negra una cartuchera marrón, la cual contenía dicho objeto—. Parecen normales, pero en realidad poseen una tecnología muy avanzada que consigue modificar el color de ojos cara a los demás debido al cristal, es decir, tú los ves verdes gracias a la función del cristal, pero en realidad son azules. Si me quito las gafas cuando Schiller me domina, los verás azules, no verdes, ¿me explico? —Jordan se quedó atontado, no comprendía del todo cómo lo conseguían las gafas, pero sí su función.

—Sí, e-es... Alucinante. ¿Dónde las conseguiste?

—Las fabriqué yo mismo —dijo como si fuese algo sencillo, quitándole importancia. El peliverde no salía de su asombro.

—Sin duda eres increíble —susurró todavía fascinado, mirando el objeto que Xavier sostenía entre sus manos con admiración.

—Me alaga que pienses así de mí —no solo le alagaba, sino que sentía un cosquilleo recorriéndole de arriba a abajo, un calor que lo inundaba. Miró la hora, habían pasado demasiado tiempo hablando en el restaurante, ya era muy tarde—. Vaya, se nos ha hecho muy tarde, será mejor que vengas a mi casa a pasar la noche, es muy peligroso andar por ahí a estas horas, aunque sea en coche... Mi casa está más cerca que la tuya de aquí, tan solo a dos calles.

—¿Eh?... —Jodan se quedó quieto y parpadeó un par de veces, analizando la palabras de su amigo— ¿¡EH!?

Nostalgia {HiroMido}.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora