Capítulo 22

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—¿Podéis dejarnos solos, por favor? —pidió Nelly una vez que Jordan pasó a su despacho.

Xavier iba a negarse, no le gustaba nada que Jordan se quedase a solas con alguien a quien no había visto en mucho tiempo. Temía que se quedase atrapado en una burbuja donde sus alucinaciones le atormentasen y, cuando esta se pinchara y al joven le invadiese el miedo, él no estuviera allí para abrazarle y servir de apoyo. Sin embargo, justo cuando abrió la boca para protestar, Shawn le pido una mano en el hombro y le dedicó una mirada cómplice.

«Confía en ella», le decía a través de sus orbes.

—Está bien —aceptó el pelirrojo a regañadientes, y tanto Xavier cómo Shawn pasaron a la sala de espera.

Nelly cerró entonces las puertas correderas de su despacho y, tomando asiento, conectó sus ojos con los de su paciente, una costumbre que tenía para calar a sus clientes. Los ojos son el reflejo del alma: si los ojos están llenos de brillo, el alma es pura; si están opacos, hay una espina clavada en el corazón de esa persona, ya sea por sus problemas o por una horrible personalidad. Los ojos de Jordan, sin embargo, eran una mezcla, pues a pesar de parecer dos bolas de carbón, todavía había un pequeño brillo en ellos, una esperanza.

—Ha pasado un tiempo, Jordan —lo saludó con una sonrisa, a la cual respondió con otra y un asentimiento de cabeza.

En aquel momento, Jordan se encontraba en la realidad, o al menos eso parecía.

Un intenso olor a hierba recién cortada inundó sus fosas nasales.

—Tu despacho huele muy bien. ¿Tienes un ambientador con olor a hierba fresca o algo por el estilo? —preguntó, encandilado con el aroma.

Nelly sintió lástima por él. Otra vez, estaba alucinando, pues allí no lo único que olía era el perfume impregnado en su ropa, y supuestamente olía a vainilla y canela.

La castaña lo cogió de la mano y le dijo con voz pausada:

—Jordan, aquí no huele a hierba —Jordan frunció el ceño—. Posiblemente al verme después de tanto tiempo han venido a tu mente los días en el Raimon, y por lo tanto, ese olor a hierba que siempre inundaba el campo de fútbol. No es más que una alucinación.

Jordan retiró la mano, deshaciendo el nudo que Nelly había formado. Bajó la mirada apenado y sintiendo vergüenza, odiaba que su mente deformara la realidad, odiaba vivir de manera distinta a los demás y con un miedo constante, odiaba que lo trataran como a un loco.

»Escucha, Jordan... Xavier y Shawn me han contado cómo últimamente no eres el mismo... Me han dicho que durante unos momentos estás ausente y luego reaccionas mirando todo a tu alrededor con terror, o cómo les dices que hay cosas donde no las hay, como el aroma que has percibido hace un momento —aroma que todavía percibía. Nelly tomó una pausa, pues la siguiente noticia podría afectar a su antiguo compañero—. Ellos sospechan que tienes esquizofrenia.

Jordan desvió su vista hacia la ventana. Las hojas caían, formando un colorido espectáculo otoñal lleno de flores rojos, amarillos, naranjas y marrones. Una estación tan hermosa le recordaba a su trágico pasado, era una terrible contradicción. Se preguntó si habría disfrutado alguna vez del otoño si sus padres todavía siguieran con él, si no hubieran muerto cuando las hojas caían.

—Ya lo sé —dijo con pesar, sumido en sus cavilaciones.

Nelly se sorprendió ante esta declaración. Esperaba múltiples reacciones: negación, lloros, ira... Pero nunca pensó que admitiera tan rápido que tenía un problema, muy pocas personas lo hacían, mucho más si se trataba de una enfermedad en la que se cree que las alucinaciones son la realidad.

—Empecé a sospecharlo cuando una voz se introdujo en mi cabeza; esa voz hacía llamarse Schiller. Verás, Xavier tiene una doble personalidad, aunque ahora está controlada y... Escuché su voz en mis pensamientos, lo miré en mis sueños... Todo se desencadenó a partir de ahí. Creo que fue el principio de mi esquizofrenia. Pensé que podría ser un fantasma, ¿te lo puedes creer? -Jordan rió con amargura—. No quería reconocer... Que estaba enfermo —un nudo se formó en su garganta, la mano de sombras de hace tanto tiempo que no había sentido, volvió a rodear su corazón lentamente, y cuando lo hubo cubierto, lo apretó, sintiendo su pecho oprimirse—. En estos momentos tengo que ser el apoyo de Xavier, no lo contrario.

Nelly sonrió con ternura. Era tanto el amor que el de orbes negras profesaba al pelirrojo que sus problemas le atormentaban por poder llegar a ser una carga para él, no porque complicasen su vida. Ese peliverde pensaba demasiado en los demás.

—Jordan, vosotros dos sois una pareja. En una pareja el uno siempre es el apoyo del otro, y el otro siempre es el apoyo de uno.

—Vaya trabalenguas.

—Lo es, pero también es cierto. No puedes ser el único pilar de la relación. Apóyate en él y deja que él se apoye en ti. Yo te ayudaré dentro de estas cuatro paredes, pero deja que Xavier se encargue de ti fuera. La esquizofrenia no es fácil, Jordan. Necesitarás el apoyo de las personas que te quieren, son un hilo del que tirar para mantenerte conectado a la realidad. La medicación ayuda, pero sin la voluntad del paciente y de sus allegados no podrás vivir una vida completamente normal.

Jordan sabía que la castaña tenía razón. Recordó lo que le había dicho Xavier hace unos días: si quieres que no me preocupe estás haciendo justo lo contrario, estaría mucho más tranquilo si fueses a un neurólogo o a un psiquiatra. Deja de pensar tanto en los demás y piensa un poco en ti: es muy noble lo que intentas hacer, pero no es lo correcto. Jordan, por favor, déjame cuidarte.

El le había respondido diciendo que era más egoísta de lo que creía, pero ¿eso era verdad? Si se paraba a pensarlo con detenimiento, siempre antepuso los demás a él, siempre sufría más por las personas que lo rodeaban que por sus propios problemas. Tenía un corazón demasiado bondadoso, de esos que en los tiempos que corren escasean. Puede que esa sea una de las razones por las que Xavier se había enamorado de él.

Jordan se dio por vencido y lo demostró con un pesado suspiro. Estaba dispuesto a afrontar la enfermedad, dejaría de huir de sus cuitas tan solo por que temiese preocupar a los demás. Además, no lo haría solo, porque por fin había accedido a dejarse ayudar. Por fin le tocaba dejar de dar y empezar a recibir. Cuando vio a Xavier entre mezclando sus lágrimas con con alcohol en el suelo de la cocina, supo que no solo se estaba haciendo daño a él, sino también a quienes quería. Era hora de dejarse cuidar.

—Está bien. Acepto tu ayuda aquí y acepto plantearle la situación a mi pareja y amigos —Nelly sonrió mientras pensaba «si es que soy la caña, podría convencer hasta a un colibrí de que es una abeja»—. Sin embargo, seré yo quien se lo comunique, no tú. Será mi modo de disculparme por haber sido tan cabezota.

La castaña se levantó de su asiento y concordó con él. Acto seguido, ambos salieron de la sala y se encontraron a Xavier y a Shawn con un rostro que denotaba sus nervios y que, al verlos, se transformaron en otros que mostraban curiosidad y esperanza.

—Dejad de poner esas caras, que he aceptado recibir el tratamiento. Sé que tengo un problema y que necesito ayuda, así que... —a Jordan le costaba decir las siguientes palabras—, por favor, sed mi apoyo en los duros momentos que me van a tocar vivir. Sé que puede ser difícil tratar con la esquizofrenia, pero estoy dispuesto a llevar a rajatabla​ la medicación y a-

No pudo seguir hablando. Xavier saltó de su asiento y se abalanzó sobre su pareja como un perro que se tira sobre su amo al llegar a casa, solo que en vez de lametones, hubo besos. El pelirrojo estaba sumamente feliz y cargado de esperanza. Puede que por fin pudieran vivir en paz, sin dobles personalidades, sin alucinaciones. Tan solo ellos dos, sonriendo y compartiendo sus ganas de vivir mientras golpeaban juntos las dificultades que había en su camino.

Nostalgia {HiroMido}.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora