Sentado es su escritorio, Jordan golpeaba una y otra vez la madera que lo conformaba. Estaba distraído, cosa extraña en él, pues una vez en la oficina siempre se enfocaba en su trabajo. Xavier no pasó por alto este detalle, así que se posicionó detrás de él, lo rodeó con sus brazos, dejando su peso en la silla negra que sujetaba a Jordan, y le susurró al oído:
—¿Qué es lo que te tiene en las nubes?
Jordan, con azúcar en vez de saliva, le respondió:
—Tú eres lo que me tiene en las nubes.
Los dos rieron, pero Jordan sintió algo diferente a otras veces que le había dicho un piropo a Xavier. De hecho, no había sentido nada, había dicho esa oración por desviar el tema, se había reído por ser amable. Los brazos de Xavier, que siempre le habían parecido tan reconfortantes, no le transmitían calor; su corazón, que siempre se aceleraba al estar cerca de él, seguía latiendo con normalidad. Sintió la necesidad de apartar a Xavier de él, pero no lo hizo, no sabe si por costumbre o por educación. Tan solo se quedó en esa silla, estático, dejándose querer, mientras su mente empezaba a divagar, alejándose más y más de la realidad que le rodeaba. Una realidad con la que había soñado durante tanto tiempo, pero que ahora se le escurría como arena entre los dedos.
~*~
La habitación de Shawn estaba hecha un desastre: libros mal colocados en las estanterías, el suelo lleno de hojas, carpesanos abiertos de par en par que mostraban los cuidados apuntes que Shawn había tomado durante la universidad... Todo un caos provocado por el ansia de comprobar sus sospechas.
Entre todo ese alboroto, por fin encontró lo que estaba buscando, y la alegría y el alivio de encontrarlo fue tal que casi se cae de un pequeño salto que dio inconscientemente.
Inmediatamente se puso a leer el capítulo que le interesaba, a contrastar lo que ponía con sus apuntes, y a tomar anotaciones en una hoja a parte.
Si lo que le rondaba la cabeza era cierto, Jordan necesitaba tratamiento urgentemente. Sin embargo, antes de comunicarle nada, tenía que observarlo un poco más, pues debía estar cien por ciento seguro antes de dar unas noticias tan devastadoras.
Pasaron dos horas y Shawn ya había investigado todo lo que necesitaba. Decidido, tomó las llaves de su coche junto con su móvil y bajó las escaleras de su edificio hasta el aparcamiento. Allí, se puso en marcha hacia Inazuma. Tras un largo tiempo al volante llegó a la empresa de Xavier, donde los empleados se preparaban para irse a casa con sus familias y disfrutar de una cena tranquila que les removería todo el estrés acumulado durante el día. Entre ese cúmulo de gente que caminaba de un lado a otro, divisó al jefe de la empresa hablándole a Jordan, aunque el peliverde parecía más bien un juguete de cuerda que andaba sin tener una razón y al que un niño le hablaba con la esperanza de obtener una respuesta que jamás llegaría a sus oídos.
—¡Xavier! —le llamó el albino, y el pelirrojo dirigió su atención hacia él. La primera mirada que le lanzó fue de extrañeza, pero en seguida moldeó su rostro para que mostrase una sonrisa amable y se reunió con él.
—Hola Shawn, ¿qué haces tú por aquí? Que yo sepa hoy no teníamos cita, espero que regañarme por no acudir no sea el motivo de tu visita —Shawn negó con la cabeza para alivio de Xavier, pues este odiaba que se le olvidasen los compromisos.
No pasó inadvertido para el de ojos verdes que Shawn miraba a Jordan de una manera muy extraña, como queriendo analizar lo que pasaba por su mente, intentando extraer de él toda la información que pudiese. El albino, sin apartar su vista de Jordan, le preguntó sin temor alguno a Xavier, pues sabía que Jordan no era capaz de escucharle en esos momentos:
—¿Ha estado tan ido todo el día?
Xavier frunció el ceño, no le gustaba por donde iba Shawn.
—A ver, Shawn, sé que eres un gran profesional, pero no creo que tengas que buscar trastornos en todas las personas.
—Xavier, es de vital importancia que respondas, podría haber descubierto una peligrosa enfermedad en Jordan.
—Vamos, Shawn, no seas paranoico —rodó los ojos y puso una mano en su cadera—. Jordan está bien, solo un poco cansado, ¿verdad, amor? —el peliverde se quedó en silencio, de hecho, esas palabras jamás las procesó. Xavier le agarró sin mucha fuerza del brazo y lo movió levemente, intentando que reaccionase. Al parecer, esa pequeña llamada de atención, funcionó. Jordan le lanzó una mirada interrogante a su jefe, como si acabase de volver al mundo real después de un largo tiempo en su pequeño mundo.
—Pe-Perdón, no estaba atento a la conversación —respondió apenado.
Shawn le lanzó una mirada de "te lo dije" a Xavier, sin embargo, él seguía sin creer que el psicólogo tuviera razón.
—Esto no demuestra nada. Solo es el estrés, la fatiga, quizás le mandé trabajar demasiado... Le daré unos días libres y volverá a estar como una rosa.
—Cuanto más tiempo pase peor, Xavier. Por favor, déjame explicarte...
—No quiero oírte, Shawn. Eres un buen psicólogo, pero buscas cosas donde no las hay. Déjale en paz, él está bien —agarró de la mano a Jordan y empezaron a caminar hacia la salida—. Te veo el martes para otra sesión, pero no quiero ni una palabra sobre Jordan.
Se adentró en la oscuridad de la noche, recibiendo un beso del frío y una caricia del viento. Bajo la mirada confusa y decepcionada de Shawn, se dirigió a su vehículo sin mirar atrás. Jordan, como siempre, se sentó en el asiento del copiloto, y él al volante.
Lo observó durante unos minutos. A él no le podía pasar nada, a él no podía abandonarlo también la traicionera y frágil salud mental. Con que él mismo tuviese un problema ya era suficiente, no podría soportar que el hombre al que amaba también le faltasen algunas facultades. Quizás el miedo a que eso ocurriese le impidiese escuchar a Shawn, pues ver a Jordan enfermo sería demasiado dolor que soportar... Puede que por eso su razón se bloquease y tomaran sus emociones el control en él, su mente había encerrado la posibilidad de que Jordan tuviese alguna enfermedad mental para protegerle.
Los seres humanos somos así, aún amando a alguien, preferimos omitir lo que nos hace daño, lo que nos hiere, pues es más fácil esconderlo que afrontarlo. El daño se lo llevaba otra persona, pero tanto sufrimiento le provocaba al portador del dolor como a su amado. Por eso, aunque fuera inconscientemente, prefirió encerrar aquello que le atemorizaba, aunque eso acabase perjudicando a la otra persona.
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Vale, no sé si lo habréis notado, pero me encanta "jugar" con la mente humana. Siempre me han llamado mucho la atención las enfermedades mentales y la psicología (no es que me alegre de que alguien no esté en su juicio, todo lo contrario) , así que lo pongo bastante en mis escritos (los que habéis leído "No me olvides" y ahora estéis siguiendo este FanFic, lo habréis notado XD).
Un saludo:
Roxy 🌹
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Nostalgia {HiroMido}.
Fanfiction"Estás a mi lado, te veo todos los días, pero te siento tan lejos. ¿Qué pasó con todos los años de amistad? ¿Qué pasó con todas las risas? ¿Acaso ahora soy solo tu secretario? ¿Solo somos jefe y subordinado? Echo de menos el pasado. Nuestro pasado...