Capítulo 6

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Jordan llegó cansado a su casa, pero feliz. El helado y una buena tarde con amigos había hecho que olvidase gran parte de sus penas.

Había consumido su peso en helados de diversos sabores, mientras Claude y Bryce miraban anonadados al peliverde, que engullía tarrinas y tarrinas del postre.

Al ver la cuenta el pelirrojo casi se desmaya, sin embargo, Bryce no iba a dejar que fuese solo por cuenta suya, así que le pegó a su amigo una bofetada. Un golpe seco en su mejilla, que duró un nanosegundo y que se escuchó por toda la heladería, haciendo que los clientes tornasen sorprendidos a mirarles. ¡Y claro funcionó para que reaccionase, espabiló enseguida!

Jordan en ese momento se echó a reír y sus amigos lo miraron fijamente. Unos instantes después, Claude sonrió de oreja a oreja con los puños al lado de sus caderas y una ceja levantada, mientras que Bryce solo sonrió un poco cerrando los ojos.

Pocos en el establecimiento lograron comprender a qué venían esas risas, pero los que lo entendieron, supieron al instante que se trataba de verdadera amistad.

~*~

El sonido estridente de la alarma resonó por toda la habitación, semejaba un pájaro siendo estrangulado. Jordan cogió la almohada y la puso sobre su cabeza, se negaba a levantarse todavía. La alarma seguía llegando a él, era como si el sonido que emitía se hubiese intensificado todavía más.

Una vuelta.

Y dos... Y tres...

Un golpe en el despertador, que por alguna razón seguía funcionando. No cesaba de emitir ese estresante sonido.

Al final, resignado, Jordan abrió los ojos y vislumbró su cuarto en la penumbra. Las sombras se hacían presentes por la leve luz que lograba colarse por las rendijas de las persianas e incidían en los objetos, haciendo que apareciesen formas de objetos o personas que en realidad no estaban allí.

Cuando era pequeño, Jordan tenía miedo a la oscuridad, la luz de la Luna era traviesa y jugaba con las sombras. Pero, al contrario que los rayos del Sol, los de la Luna eran mucho más inquietantes... ¿Era su color? ¿Era por los misterios que aguardaba la noche? El peliverde lo desconocía.

Por suerte, cada vez que Jordan lloraba en la noche porque temía a lo que las sombras pudiesen crear, Xavier le acompañaba hasta que se durmiese. Desde muy pequeño, sintió esa paz a su lado. Cuando él le abrazaba para que se tranquilizase, los monstruos de la oscuridad le parecían insignificantes, porque un caballero con brillante armadura y afilada espada, estaba allí para protegerle. Empuñaría su espada contra todo aquel que intentase hacerle daño, por eso las lágrimas desaparecían y se convertían en sueños, sueños con su caballero.

Con este pensamiento en su cabeza, Jordan se frotó los ojos con las palmas de las manos. Le gustaría volver a dormir con él de ese modo, aunque solo fuese una noche, solo una vez más, la última... Inconscientemente una sonrisa se dibujó en sus labios. Miró la hora en el despertador, tenía que darse prisa, de lo contrario llegaría tarde, y eso no se lo iba a permitir, aunque fuese menos de un minuto.

Rápidamente se lavó la cara y ató sus cabellos en un moño, luego se vistió rápidamente su traje negro y corbata verde, y bajó las escaleras corriendo. En cinco minutos había engullido su café y sus tostadas. Con una velocidad impresionante, cogió su maletín y se puso su abrigo en la entrada, al tiempo que se calzaba sus zapatos. Listo, llegaría a tiempo a la estación, y por lo tanto a su trabajo.

Jordan había olvidado esa adrenalina, el ir contrarreloj. Nunca había vuelto a hacer el remolón en su cama desde que entró en la empresa, no quería hacer esperar ni un segundo a Xavier por él. Quizás ese fue el primer signo de que se había convertido en su esclavo, pero los minutos de más que hoy estuvo en la cama, le hicieron darse cuenta de que volvía a ser un poco más humano, que aún no se había convertido del todo en una marioneta. Una tarde con Claude y Bryce le abrieron, aunque solo fuese un poco, los ojos. No, no volvía a tener la sonrisa brillante de hace tantos años, no volvía a ver el mundo de color de rosas, no había dejado salir a su niño interior... No todavía. El color de su vida seguía siendo gris, pero había una pequeña luz que lo iluminaba todo un poco más. ¿Sería un signo de que su mundo gris podía cambiar? ¿De que la monotonía y la esclavitud dejarían de estar en su vida? Él no lo sabía, pero Claude y Bryce estaban dispuestos a que así fuese. Lo harían volver a sonreír.

Llegó al edificio de la empresa y mientras se dirigía a la oficina, se dedicó a saludar a los empleados, nada fuera de lo usual, pero las personas que recibían la mano de Jordan moviéndose de un lado hacia otro a modo de saludo, notaron algo diferente. Quizás fuese por la expresión relajada de su rostro: los ojos levemente entrecerrados y las comisuras de sus labios ligeramente levantadas. Su aura era algo diferente.

—Te veo contento —habló tras él una voz—.  ¿Puedo saber a qué se debe?

—No es nada del otro mundo —respondió—. Solo una larga tarde de risas con amigos: Claude y Bryce.

A Isabelle pareció disgustarle un poco la respuesta recibida, ya que dirigió una mirada algo desilusionada hacia sus pies.

—¿Pasa algo? —Jordan se rascó la nuca con los ojos cerrados y una sonrisa forzada.

—No... Solo es que... Tenía la esperanza de que hubieses avanzado algo con Xavier, que consiguieses que volviese a ser un poco más... Él.

Jordan abrió los ojos de nuevo y arrugó un poco el ceño, haciendo una mueca con sus labios.

 —No todo lo que me pase tiene que ser a causa de Xavier —la peliazul se sorprendió, miró a Jordan con ojos desorbitados—. No me pongas esa cara, no soy su marioneta, mi felicidad no depende de él... Ya no. Obviamente sigue siendo una parte importante de mi vida, por lo menos de momento, pero no dejaré que me domine. Es momento de que mi vida cambie.

—¿Qué quiere decir ese "de momento"?

—Simplemente... Le he estado dando vueltas a algo, pero no es definitivo, así que de momento se quedará encerrado en mi cabeza.

—¿Por qué me da tan mala espina esa decisión? ¡Oh, sí! Porque la mayoría de las veces eres un cabeza hueca —se cruzó de brazos enarcando una ceja.

—Es algo serio, Isabelle. No es ninguna tontería lo que estoy cavilando.

—¿Y qué estás pensando, Jordan? —no fue la dulce voz de Isabelle la que llegó a sus oídos, sino una voz grave, la de un hombre. Un hombre que conocía a la perfección.

—Xavier...





Nostalgia {HiroMido}.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora