Capítulo 16

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Jordan miraba el techo blanco con un puchero en los labios. Sus brazos estaban cruzados por encima de las sábanas y cada dos por tres se dedicaba a suspirar. Desde hace bastante tiempo se sentía muchísimo mejor, de hecho, cuando Claude y Bryce irrumpieron en la vivienda, él ya estaba prácticamente recuperado. Por eso, cuando Claude entró en la habitación, Xavier y él charlaban animadamente, se reían y se daban besos fugaces. Cada vez que pensaba en el contacto de sus labios con los del pelirrojo, su cuerpo se estremecía, una sensación cálida lo invadía. Sonrojado, deshizo el nudo que había hecho con sus brazos y se puso de lado, con una mano encima de la almohada y la otra debajo. Fijó sus negras esferas sobre el teléfono de última generación que reposaba sobre la mesilla de noche, y recordó que tenía que hacer un par de llamadas a un antiguo compañero.

~*~

Xavier entró en la habitación y se encontró a Jordan mirando a través de la ventana, absorto en sus pensamientos. Había algunas zonas del jardín bañadas por los tonos dorados de las hojas caídas, las cuales brillaban por las gotas que la lluvia les había regalado. Era como si sobre ese manto otoñal se hubiesen esparcido pequeños diamantes que brillaban bajo los escasos rayos de sol filtrados entre un mar de nubes. Anonadado ante tal imagen, Jordan no notó cuándo el pelirrojo entró en la habitación ni que sus dos amigos seguían el sendero de grises baldosas hasta la salida.

—No deberías estar levantado —Jordan se sobresaltó y se dió la vuelta mientras Xavier se dirigía hacia él—, necesitas descansar.

—Ya estoy bien. Sería un mareo pasajero —mintió, ya que la voz que había escuchado en su cabeza difícilmente podía ser producto de un vahído.

Xavier alzó una ceja y apoyó una mano en su hombro. Después se dedicó a observar sin expresión alguna durante varios segundos el negro iris del contrario.

—¿Xavier, qué estás...?

—Tienes la mirada triste —sentenció sin apartar sus ojos de él, sin embargo, Jordan sí que lo hizo—. Estabas feliz antes de que hablase con Claude y Bryce, ¿a qué se debe ese cambio de actitud?

El peliverde suspiró y se dio la vuelta, centrando de nuevo su mirada en el dorado manto.

—Las hojas —respondió, y Xavier frunció en ceño sin saber a qué se refería. Como Jordan intuyó que Xavier no lo comprendió, continuó hablando—. Cuando me levanté para distraerme un rato observando el jardín, me di cuenta de que las hojas ya están cayendo, el otoño se adentra en Inazuma.

Xavier seguía sin comprender nada hasta que, al entrelazar la palabra "otoño" y con la melancolía de su invitado, recordó que Jordan había llegado al orfanato una mañana de dicha estación.

Fue un día triste para todos, ya que los que no habían estado en el orfanato desde que gateaban, sabían el dolor que causaba perder lo que más quieres. Ese día no solo se escucharon los desgarradores llantos del peliverde, sino los de que, como él, habían visto morir a sus padres.

Jordan, a tan corta edad, ya sabía lo que era quedarse sin nada, sentir que este mundo le había dado la espalda, lo cruel y caprichosa que es la muerte.

Ah, la muerte, ¿por qué no lo habría llevado con ella? ¿Por qué solo escogió a sus padres? Él también quería morir, no quería quedarse solo en un mundo tan horrible, donde se llegaba a sufrir tanto. Él no quería sufrir más, quería abrazar a su madre después de la escuela y que su padre jugase al fútbol con él.

Quería morir, sí, pero al mismo tiempo tenía miedo de hacerlo. Se preguntaba dónde estarían ahora sus progenitores ahora: ¿en un "más allá" eterno al lado de Dios, como ellos le habían enseñado? ¿O simplemente ellos ya habían dejado de existir y lo único le que quedaba era su cuerpo en descomposición y su recuerdo? Jordan no podía soportar la idea de que después de la muerte no hubiese nada, de que sus padres ni siquiera estuvieran presentes en una siguiente vida o una inmortal... Por eso le aterraba fallecer.

Todos nos preguntamos alguna vez: ¿qué hay después de la muerte? Y la respuesta suele ser el color de la oscuridad, la angustia de pensar que bailaremos en el limbo por la eternidad, más allá del tiempo y el espacio, aún después de que la Tierra de destruya, después de la misma muerte del universo.

Es aterrador pensar que no hay nada después de morir, que no se observa nada, que no se siente nada, que tu cuerpo es deborado por los gusanos. Jordan lloraba todavía con más intensidad ante este pensamiento y creía que su vida ya no tenía sentido, que entre todas esas sombras jamás volvería a haber un rayo de luz.

Xavier, como él, había sufrido la trágica muerte de sus padres; como él estuvo destrozado; y como él acabó en ese orfanato. El pelirrojo veía en Jordan su antigua imagen, el reflejo de todo lo que él había llorado. Por ello, se acercó con una cálida sonrisa y le dijo: «la vida es como el fútbol: al jugarla nos caemos y nos herimos, a veces tanto que no somos capaces de ponernos en pie. Pero esas heridas sanan con el tiempo, y aunque queden cicatrices, te aseguro que puedes seguir jugando». Jordan, con las lágrimas todavía deslizándose, observó atento la cálida sonrisa que ese niño le brindaba y agradeció profundamente que tratase de ayudarlo. Sin embargo, no fue suficiente.

—Sé que esta estación no es la más querida para ti —Jordan rio amargamente—, pero también pasamos buenos momentos en el orfanato en otoño. ¿No recuerdas los montones de hojas que hacíamos y sobre los que luego nos tirábamos?

Pasaron varios meses hasta que Jordan, con la ayuda de todos los niños del orfanato, y especialmente con la de Xavier, comenzó a sonreír de nuevo, comenzó a querer volver a vivir. Cada vez, su sonrisa iba brillando más; cada vez, sus cicatrices se cerraban más con la aguja, que era su nueva intención de vivir siendo feliz, y el hilo, que eran todos los amigos que había hecho y que le empujaban hacia delante.

Llegó el siguiente otoño y Jordan parecía decaído, volvió a llorar por las noches y a dejar de jugar. Xavier no podía permitir que volviese a caer en el pozo de nuevo, así que intentó que el otoño no simbolizase tan solo el fallecimiento de sus padres, sino también las risas de sus compañeros.

Las tardes de otoño que pasaron en el jardín jamás serán olvidadas ni por Jordan ni por Xavier. Montones hechos de hojas sobre los que luego se lanzaban, risas provocadas por los cabreos entre Claude y Bryce, Isabelle queriendo peinar el cabello de Jordan (de hecho, fue ahí cuando empezó a recogerse el cabello)... Eran recuerdos felices, pero que provocaban un profundo sentimiento de nostalgia en Jordan.

—Lo recuerdo... Pero al contrario que la mayoría de las personas, yo no soy capaz de alegrarme al recordar sucesos felices... Lo único que pienso es: "ya no podré volver a vivirlo, el pasado nunca vuelve. Ese tiempo feliz terminó".

Xavier estaba impactado por el aura pesimista que desprendía Jordan en esos momentos. Muy pocas veces le había visto tan alicaído, y le sorprendía que en tan solo dos días estuviese experimentando tantos cambios de ánimo, tantas emociones.

Jordan abrió la boca para decir algo más, pero en ese momento, el timbre sonó por segunda vez ese día. Xavier puso las manos en las caderas y con el ceño fruncido preguntó:

—¿Es que hoy es el día de las visitas o qué?

—Es culpa mía —declaró el peliverde, mirando a través de la ventana a quién había timbrado—. Le he llamado yo.

—¿A quién? —dijo mientras agarraba el pomo con la intención de bajar y recibir al nuevo invitado.

—A Shawn.

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Acabé los exámenes, no me lo creo, por fin :'). A partir de ahora intentaré publicar más a menudo, que se acercan las vacaciones y no estaré tan liada XD❤️.

Nostalgia {HiroMido}.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora