Xavier estaba con Jordan en su cuarto, acariciándole sus cabellos verdes, que se extendían desordenados sobre la almohada. Jordan se había deshecho el moño para poder estar más cómodo, y se habían convertido en el nuevo "juguete" de Xavier. Eran tan suaves, largos, sedosos, finos... Le volvía loco esa melena.
—Pocas veces te vi con el pelo suelto —comentó, y Jordan abrió los ojos lentamente, mostrando al contrario sus orbes oscuras y fascinantes—, deberías dejártelo así más veces, te queda realmente bien. Serías la envidia de muchas chicas —bromeó.
El peliverde rio levemente, o por lo menos pareció que quería hacerlo, ya que su risa fue muy débil.
Xavier intentaba que mejorase, ya fuese con su humor, acariciándole, o hablándole de cualquier cosa. Distraerse y pasarlo bien a veces es la mejor medicina.
Llamaron al timbre, el conocido sonido retumbó por toda la casa. Jordan le preguntó con la mirada si esperaba a alguien, y Xavier asintió.
—Ahora vuelvo —sentenció, posó un beso en su frente y salió de la estancia.
Mientras bajaba las escaleras, pelirrojo y albino imaginaban distintos modos de tortura en el caso de que el empresario le hubiera hecho algo a su querido amigo.
Xavier abrió la puerta e inmediatamente dos manos se lanzaron al cuello de su camisa.
—¿Dónde está Jordan? —preguntó Claude entre dientes.
Bryce reaccionó y le puso la mano en el hombro, queriendo decir que se tranquilizase. En los ojos de Xavier apareció un destello azul del que Claude fue consciente, y por un momento se quedó petrificado. Durante el segundo que se hizo presente el color, la mirada de Xavier se había endurecido considerablemente, intimidándole. Claude le soltó y retrocedió un paso, al igual que Bryce.
—¿Te acaban de...? ¿Qué...? —Claude no sabía ni qué decir.
Xavier se llevó las manos a los ojos y susurró algo que las otras dos personas no pudieron comprender.
—Jordan está arriba, os llevaré hasta él, pero antes escuchadme —intentó cambiar de tema. Claude y Bryce prestaron atención—. No os contestó porque está débil, no sé qué le pasa, pero necesita descansar... Así que no seáis escandalosos.
—Oh, vamos, ¿nosotros escandalosos? Si somos los más discretos del mundo —afirmó Claude, y Bryce lo secundó asintiendo. Xavier alzó una ceja, ¿lo decían en serio?—. No nos pongas esa cara, que me estoy conteniendo por no estamparte la cabeza contra el suelo. No me creo eso de que no sabes qué le ocurre, a saber qué le has hecho.
Xavier estuvo tentado a responder «le he hecho cosas, créeme, pero no las que tú piensas», pero decidió guardarse el comentario y ahorrarse una sonrisa.
—¿En serio creéis que yo sería capaz de hacerle algo a Jordan? —Claude rio cínicamente ante la pregunta del otro pelirrojo.
—Si ha sufrido tanto es por ti —el albino le quitó las palabras de la boca a su amigo—, así que sí, lo creemos. No sabes lo mal que ha estado, cuánto ha llorado, cuánto ha sufrido... Dejó de comer porque no sabía absolutamente nada de ti, se quedó en los huesos por tu culpa, y cuando por fin se estaba recuperando, vuelves... Y le clavas una daga en el corazón, afirmando que no lo recuerdas. En ese momento, Jordan murió por dentro, se desmoronó —Bryce empezaba a alterarse, su voz eran casi gritos—. Lo ignorabas, hacías que te daba igual, solo lo utilizabas mientras él cada día lo pasaba peor. Habíais sido como hermanos y Jordan no aguantaba el hecho de estar separado de ti. Estabais en la misma sala, pero vuestra conexión estaba a kilómetros. Nosotros estuvimos ahí para él, consolándole, limpiándole las lágrimas, intentando que volviese a sonreír como el niño alegre que una vez fue. Mientras nosotros estábamos con él, ¿tú qué hacías, ¡eh!? ¿¡Qué hacías!? ¡Nada, absolutamente nada! Así que si vas a herirle de nuevo, mejor ahórraselo y aléjate de Jordan, ¡deja que sea feliz de una maldita vez!
La respiración de Bryce era irregular y sus palabras eran como veneno para Xavier. Claude, quién pocas veces había visto a Bryce tan alterado, abrió mucho los ojos dejando ver la sorpresa ante sus palabras.
—Nosotros también —continuó Bryce, intentando tranquilizarse todavía—. Nosotros también te hemos echado de menos. Hemos añorado los días en la Academia Alius y también nos hemos preocupado muchísimo por ti cuando desapareciste.
—Hump, habla por ti —protestó el pelirrojo de ojos amarillos, haciendo una mueca de disgusto.
—No mientas, Claude —no respondió, solo apartó la vista de Bryce, quién volvió a dirigir sus palabras a Xavier—. Pero ahora mismo ya no queda nada de esa preocupación, nada de amistad o de aprecio. Solo te tengo odio, un profundo odio —Xavier tragó saliva, el hecho de que el albino hubiera dicho eso, le dolió, aunque no se lo dejase ver a los presentes—. Miro atrás y ya no siento nostalgia al recordar cuando jugaba contigo. La siento con Claude, con Jordan, con Isabelle... Pero ya no quiero recordar los momentos vividos a tu lado, me has decepcionado y herido demasiado, a mí y a los míos, como para hacerlo... Sal de nuestras vidas.
Roto. Así se sentía Xavier, roto. Se había convertido en una figura de cristal a la que habían tirado con fuerza contra el duro suelo; una rosa a la que habían arrancado de cuajo y, debido al tirón, se quedó sin pétalos. Una rosa sin pétalos pierde su belleza, por lo tanto lo pierde todo, y queda hecha añicos.
Xavier Schiller intentó sobreponerse a Foster, queriendo tomar posesión del su cuerpo. Xavier sintió las emociones de su otra personalidad, la cual estaba enfurecida por la falta de respeto que habían mostrado los dos presentes y quería hacérselo pagar.
—Si hay algo que he aprendido es que tú no solucionas nada. Me ayudaste en el pasado, pero ahora solo eres una carga. Déjame de una vez, Schiller —le respondió el Foster intentando reprimir la posesión.
Claude y Bryce se quedaron con la boca abierta.
—¿Qué...? —empezó a preguntar el albino?
—¿... Narices? —completó su compañero.
Si antes ya estaban con la mosca detrás de la oreja, ahora definitivamente confirmaron que algo extraño ocurría.
—Xavier —la voz infantil y somnolienta de Jordan resonó por toda la estancia.
Gracias a su voz, el pelirrojo pudo deshacerse de la posesión de Schiller, por lo menos por ahora. Todos los presentes miraron hacia el lugar de donde procedía la voz, que era en el piso superior, al comenzar las escaleras en el caso de que se quisiera bajar. Jordan estaba con un pijama verde que le quedaba grande, tenía el cabello suelto y revuelto, estaba pálido y tenía las mejillas sonrosadas por la fiebre. Tenía una mano colocada en el pecho y la otra frotaba uno de sus ojos.
—¿Qué haces levantado, Jordan? —le preguntó Xavier dulcemente.
—Como tardabas tanto, vine a ver si pasaba algo —confesó mientras dejaba caer ambas manos a sus lados—, pero ya veo que son estos dos.
—¡Oye! ¿¡Qué quieres decir con "estos dos"!? Aún por encima que venimos a por ti —se quejó Claude alzando los puños.
—Jordan, vuelve a la cama — le ordenó Xavier acercándose a él, subiendo las escaleras. Cuando estuvo con él, le acarició la mejilla (lo cual ya se empezaba a hacer costumbre) y continuó—. Te vas a poner peor. Tienes que recuperarte, quiero verte sano y fuerte —le sonrió con los ojos cerrados, y Jordan no pudo hacer otra cosa que no fuese asentir.
Xavier miró a Claude y a Bryce, quienes miraban sorprendidos la escena. No se podían creer que esto estuviera pasando.
—Podéis hacer lo que queráis, pero no rompáis nada —sentenció el propietario de la residencia, y acompañó a su amante hasta su habitación ante las atónitas miradas de sus antiguos compañeros.
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Nostalgia {HiroMido}.
Fanfiction"Estás a mi lado, te veo todos los días, pero te siento tan lejos. ¿Qué pasó con todos los años de amistad? ¿Qué pasó con todas las risas? ¿Acaso ahora soy solo tu secretario? ¿Solo somos jefe y subordinado? Echo de menos el pasado. Nuestro pasado...