Capítulo 18.

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Pasaron tres semanas desde que Jordan había estado en casa de Xavier. Tres semanas en las que los antiguos compañeros de la Academia Alius, estuvieron más unidos que nunca. Tres semanas en las que, cada día, Xavier se reunía con Shawn y trataban el trastorno de la doble personalidad. En este tiempo, Schiller no volvió a aparecer, tan solo el afable y sonriente Foster, lleno de energía que probablemente le proporcionaba el amor que sentía hacia Jordan, porque el amor correspondido y en su primera fase es lo más hermoso que le puede ocurrir a una persona: el corazón acelerado, las caricias, los besos, las mejillas coloradas, el deseo de proteger y hacer feliz a la otra persona, dar lo mejor de si cada día por ella... Así de dulce es el amor en sus primeras semanas, pero llega a convertirse en una dulzura permanente cuando por fin hayas a la persona indicada.

Jordan, por el contrario, hacía lo que tanto le reprochaba a los demás: no contar lo que pasaba por su cabeza. El peliverde no podía ser más feliz al lado de Xavier, en su corazón no cabía más dicha, pero aún en esas semanas alegres, algo lo atormentaba... Voces.

Aquella vez no fue la única en la que Jordan escuchó esa voz, desde que ocurrió, lo había experimentado otras dos veces, solo que no se volvió a desmayar, aunque sí sufrió un mareo.

Aléjate, aléjate, aléjate.

Esa era la palabra que le perseguía, la fuente de todas sus preocupaciones.

Aléjate de Xavier.

Y el nombre que acompañaba a dicha palabra volvía todavía más asustado al peliverde.

Jordan llegó al punto de creer que Shawn se equivocaba, que no era tan solo una doble personalidad, sino la mismísima alma del difunto Schiller.

En estos últimos días, incluso llegó a soñar con esas palabras: solo había una inmensa y profunda oscuridad, cuando de repente, Xavier aparece iluminado por un foco de luz. Sin embargo, su cuerpo se divide y otro Xavier distinto es iluminado, uno con la mirada fría, calculadora, carente de emoción, que se pone delante de su gran amor y grita la dichosa palabra: ¡aléjate!

En la última cita que Shawn tuvo con Xavier, cuando este se disponía a irse, Jordan le detuvo cuando iba a atravesar la puerta principal. El peliverde había venido a visitar a su amante, pero le vino de perlas encontrarse con el albino.

-Shawn, ¿es posible que te hayas equivocado con el diagnóstico de Xavier? -soltó la "bomba" el moreno una vez intercambiadas las típicas oraciones de cortesía.

Shawn alzó una ceja y lo miró confuso, intentando deducir lo que pasaba por su mente. Era muy bueno observando y analizando el comportamiento de la gente, cualidad muy necesaria para desempeñar su oficio, pero él lo llevaba a otro nivel. Contempló detenidamente su rostro: sus ojos mostraban un brillo de tristeza y los dirigía constantemente a las piedras que conformaban el camino de entrada, además bajo ellos se posaban unas oscuras ojeras, seguramente fruto de las noches en las que no pudo volver a cerrar los ojos después de sus pesadillas. No se había arreglado bien, el moño estaba mal hecho y la sudadera tricolor que llevaba puesta estaba del revés. Para equivocarse hasta en la posición de sus prendas, algo tenía que estar golpeando fuertemente y sin descanso sus pensamientos.

-¿Por qué piensas eso? -los ojos grises del albino de convirtieron en rendijas, algo que siempre hacía involuntariamente mientras barajaba distintas hipótesis.

Jordan dudó unos instantes sobre la información que proporcionarle al psicólogo. Era un profesional, habría escuchado de todo, no tenía por qué avergonzarse, ¿verdad? Además, quizás él también necesitase terapia, porque juraría que esas voces en su cabeza le estaban volviendo loco. Aún sabiendo esto, le era difícil dejar libres a las palabras que encerraban sus preocupaciones.

Nostalgia {HiroMido}.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora