¿Qué define el placer? ¿El disfrute físico, un momento de serenidad, gozar ante algo bello? Un episodio sexual puede incluir las tres cosas si está bien orquestado.
Del capítulo titulado "Después es tan importante como antes"
La velada había ido bastante bien, pensó _______, mientras se retiraba los alfileres del pelo, sintiéndose exhausta pero esperanzada ante los días siguientes. Hubo un momento desafortunado cuando uno de los lacayos dejó caer toda la bandeja de pescado en escabeche sobre una valiosa alfombra. Y cosa extraña, eso la hizo sonreír mientras se miraba al espejo y depositaba los prendedores en un pequeño cuenco de vidrio.
El pobre muchacho se había quedado horrorizado por mostrarse tan torpe frente a su patrón, pero Harry se limitó a indicar a los demás sirvientes con un gesto que ayudaran al chico a limpiarlo todo lo mejor posible, y siguió conversando con lord Emerson como si no hubiera pasado nada. Era bastante probable que tuvieran que deshacerse de la alfombra, pero había quedado claro que Harry creía que en la vida pasaban esas cosas, y que estaba dispuesto a pagar una nueva.
Ese era uno de los aspectos que a ella le gustaban tanto de su marido. Se tomaba muy en serio sus responsabilidades, y eso incluía al servicio. Aunque _______ dudaba que él se diera cuenta, los criados le miraban con una mezcla de temor y afecto. Él no era uno de esos aristócratas altivos que actuaban como si estuvieran por encima de todos los demás, aunque desde luego podría hacerlo si quisiera. En algunos aspectos era inabordable, pero eso era solo a causa de su carácter reservado; no porque se esforzara a conciencia para mantenerse al margen. Harry daba las gracias a los criados de forma habitual, con la misma educación con la que trataba a sus amigos de la nobleza.
Echó un vistazo al reloj de la repisa. Era tarde. Los invitados habían ido llegando a lo largo de todo el día, por la tarde se sirvió un té protocolario, seguido de una cena elaborada, después de la cual lord Knightly había entretenido a los presentes con varios pasajes de Hamlet. Todo ello con la pompa y la ceremonia correspondientes, pero para su sorpresa había resultado realmente entretenido y todo el mundo pareció divertirse, incluso Harry.
¿Acudiría a visitarla?
Puede que estuviese demasiado cansado. Al fin y al cabo se había levantado temprano, y había pasado varias horas en su estudio antes de que la familia se reuniera a comer, y...
La puerta se abrió con un chasquido.
Su marido entró en la habitación vestido con un batín de seda azul oscuro. Los pocos candiles que ________ había encendido no iluminaban demasiado aquel espacio tan grande, de manera que vio que Harry dirigía la mirada primero a la cama vacía, y luego hacia donde estaba ella, sentada en penumbra. Se dio la vuelta y sonrió, confiando en que él no hubiera notado el ligero temblor de la mano con la que sujetaba el cepillo del pelo.
Hasta ese punto le afectaba su mera presencia. Hasta hacerla temblar. —Ahora mismo estaba pensando si te vería o no esta noche, excelencia.
—¿Verme? —Él levantó una ceja. —Supongo que es una forma de expresarlo.
—Se acercó y le puso las manos sobre los hombros. —Yo tenía la esperanza de que desearas verme en tu dormitorio, madame.
—Siempre —respondió ________ con sentimiento.
El rostro de su esposo se iluminó con una de sus raras sonrisas.
—Es halagador ser tan bien recibido.
—Yo nunca te rechazaría. —Ella notó que había respondido con cierta vacilación.
Hubo un breve silencio en el que él se limitó a mirarla, con una expresión difícil de interpretar bajo el parpadeo de la luz tenue. Luego le preguntó en voz baja:
—¿Porque me deseas o porque crees que es tu deber ceder ante mis derechos conyugales?
El hecho de que él se planteara la pregunta ya era un gran paso. «Deber» era una de las palabras favoritas de Harry, y no era ningún secreto que se tomaba sus obligaciones con mucho interés. ________ se puso de pie, le colocó una mano sobre el torso, y notó bajo la palma el fuerte latido de su corazón a través de la seda de su ropa.
—¿Dudas de que te deseo? —Arqueó una ceja. —Me parece que soy yo quien de vez en cuando se viste de forma provocativa para llamar tu atención.
—Lo recuerdo. —Su respuesta fue más un gruñido que una frase coherente. —Igual que el resto de los hombres te vieron aquella noche en la ópera, por desgracia. No fue solo mi atención la que captaste.
—¿Estás celoso?
—No lo sé. Cuando te tengo cerca, no quiero perder el tiempo intentando definir mis sentimientos. Es como si la capacidad de raciocinio y mi hermosa esposa no coexistieran en la misma esfera. —Sin advertencia previa la levantó en brazos. —¿Podemos dejar esta conversación analítica para algún otro momento? Ahora mismo me gustaría un tipo de comunicación más física.
________ se limitó a reír, mientras él recorría con grandes zancadas la habitación, la depositaba en la cama y sus manos desataban con prisas el lazo de la bata. Cuando se despojó de la prenda, ella vio que estaba muy excitado, con una erección alta, y en la punta henchida e iluminada por la luz brillaba una gota de entrega sexual.
Reteniéndole la mirada con manifiesta intención, ella alargó la mano y tiró del lazo que cubría el corpiño de su camisón. Mordiéndose el labio inferior, apartó la tela despacio para mostrar los senos. Los sentía tensos y anhelantes, y entre sus piernas ya se estaba gestando esa calidez singular que reconoció como deseo.
—Estoy muy ansiosa por comunicar —susurró. Sintió el impulso de bajar los párpados y de observar a su marido a través de las pestañas entornadas.
—Entonces estamos de acuerdo. —Con un movimiento ágil, Harry se acomodó sobre ella. Le acarició los labios con la boca una vez, después jugueteó con el hueco de su garganta y le hizo el amor a su cuello. La mordisqueó y la sedujo, mientras ella se arqueaba bajo la placentera presión de aquel cuerpo mucho más grande que el suyo, y sus pezones encogidos rozaban aquel torso poderoso. Él le hizo cosquillas con la respiración en aquel punto sensible justo bajo la oreja y ________ jadeó.
Sí, la dinámica estaba cambiando, pensó abrumada cuando él la despojó del camisón y su boca siguió el avance de sus manos, disfrutando de sus pechos, succionando sus pezones con intensidad y rozándole apenas los músculos tensos del abdomen, antes de acariciarle el vello púbico. Cuando
sus manos insistentes le separaron los muslos, se dio cuenta de que Harry iba a volver a hacerle esa cosa gloriosa con la boca.
Esa cosa gloriosa y escandalosa.
Sus manos se convirtieron en puños agarrados a la ropa de la cama y se abrió más que dispuesta, ansiosa por acoger esas sensaciones tumultuosas, esa experiencia salvaje y perversa. Sus dedos estilizados le separaron el sexo, haciéndola sentir vulnerable y sin embargo excitada. Por alguna razón, la imagen de su cabeza entre sus piernas era la cosa más erótica y estimulante que había visto jamás.
Y el placer, oh Dios, ese éxtasis exquisito cuando empezó a seducirla y a incitarla justo en el punto apropiado...
Transcurrió tan solo un intervalo de tiempo sorprendentemente breve, antes de que ella empezara a temblar presa de un delirio desenfrenado, de un clímax tan vivo e intenso, que le agarró el cabello con las manos y se estremeció sin control, anhelando de algún modo apartarle y acercarle aún más al mismo tiempo. Decirle que parara, si pudiese hablar, cosa que era imposible, y sin embargo exigiéndole que siguiera con aquella tortura erótica.
Era el paraíso. Y cuando Harry volvió a ponerse encima y penetró su cuerpo todavía tembloroso, sucedió de nuevo. Quiso protestar ante aquel exceso de sensaciones. Era demasiado, demasiado pronto, demasiado irresistible. El empezó a moverse con sacudidas prolongadas, y ella consiguió de algún modo recuperarse lo bastante como para responder, aunque se le colgó de los hombros como una mujer ahogada, una descripción que tal vez resultaba apropiada.
Ahogada en pasión.
Ahogada en una marea de sensaciones. Ahogada en amor.
¿Por qué siempre que Harry le hacía el amor a su preciosa esposa estaba convencido de que esa vez era más tempestuosa y placentera que la anterior?
Aquella no era una excepción.
Liberó su ardor líquido, al mismo tiempo que ella alcanzaba su tercer clímax, con tal salvajismo, de un modo tan primitivo y tan convulso, que dejó de respirar y arqueó el cuello de modo que todos los tendones se le marcaron, y todo su organismo quedó preso de esa fuerza. Cuando ella contrajo sus músculos interiores y le retuvo, un orgasmo feroz le consumió el cuerpo. Tal vez incluso el alma.
Por todos los demonios, pensó cuando la primera ráfaga de conciencia regresó a su cerebro, ________ debía de tener una especie de poder místico. Él era un hombre experimentado. Las mujeres se habían arrojado en sus brazos desde el momento en que fue lo suficientemente mayor para comprender cómo funcionaba la interacción entre hombres y mujeres, y aunque siempre había sido selectivo y discreto, se consideraba bastante versado en asuntos sexuales.
Con ________ era distinto.
Muy distinto.
Incluso en su noche de bodas, cuando ella se mostró tímida y nerviosa, él había sido capaz de obtener una respuesta de su cuerpo inexperto. Esa sensualidad inesperada había sido una bendición para su matrimonio, y él, como varón con un apetito sexual saludable, agradecía que su esposa disfrutara de sus atenciones en el lecho.
Había algo más, también. Aunque le resultaba difícil, estaba empezando a admitirlo ante sí mismo. El deseo sexual era parte natural de la vida. Muchos hombres considerarían atractiva a alguien como _________...
Y ese perturbador pensamiento hizo que juntara las cejas en un gesto ceñudo que por suerte ella no podía ver, porque él seguía con la cara enterrada en su cabello extendido. Le importaba un comino lo que desease la mayoría de los hombres, era suya.
Solo suya.
—Mmm. —_________ le acarició la espalda con sus dedos delicados.
Él emitió un gruñido poco elegante de asentimiento y, para no aplastarla, rodó hacia un lado acunándola entre sus brazos. Harry no podía imaginar nada que le gustara más que ese aroma de sexo mezclado con su exquisito perfume. Su curvilíneo cuerpo húmedo y tentador apoyado lánguidamente en él, y su cabello largo y sedoso extendido sobre su torso.
—Me parece que hoy ha ido bien —murmuró ella. —¿Tú disfrutaste?
Él acababa de disfrutar de forma inmensa, y aunque no le entusiasmaba tener la casa atiborrada de invitados, en ese momento se sentía bastante comprensivo.
—Fue bastante agradable. Al menos toda la gente que invitaste es aceptable. —Qué gran elogio. —Fue una respuesta seca.
—La verdad es que lo es —replicó él. —Yo suelo odiar este tipo de reuniones. —Cuando lo planeé temí que te sucediera eso.
—Acertaste. —Él le apartó un rizo dorado del hombro con una caricia y una calidez peculiar, que no tenía nada que ver con el clímax que acababa de inflamarle las entrañas. —¿Tan bien me conoces?
—En un sentido bíblico, excelencia.
Harry se echó a reír. Se le escapó sin pensar:
—Te das cuenta —susurró, besándole la barbilla, —que para ser una duquesa respetable eres bastante impertinente.
—Mientras mi naturaleza sincera no te repela, no discutiré dicha afirmación.
—¿Tú? ¿________ Northfield? ¿No discutir? Me resulta difícil creerlo.
—Harry...
Ella protestó entre risas, pero a él le encantó el brillo que había en sus ojos, y aceptó con deleite un apretón cariñoso en el brazo.
—Pero, a pesar de ese tratamiento irreverente ocasional hacia tu augusto esposo, no hay nada en ti que me repela —continuó él, acariciándole la comisura de los labios, atónito al descubrir que empezaba a excitarse otra vez. Algo que, tras una entrega tan fulminante, dejaba constancia del atractivo y la belleza seductora de ________.
—Espero que siempre sea así.
La imperceptible nota de melancolía que había en su voz hizo que él se detuviera. —¿Por qué no iba a ser así?
La abrazaba tan fuerte, que notó con claridad que ella se encogía de hombros.—Los hombres se cansan de sus esposas. De hecho hay pocos que las deseen de veras ni siquiera al principio.
Tenía toda la razón y él frunció el ceño, molesto.
—Yo te deseo. Deberías recordar lo que acaba de pasar entre nosotros.
—Sería difícil olvidarlo. —Ella le acarició la mejilla, fue apenas un leve roce con los dedos.
Su esposa tenía un aire inocente combinado con un encanto cortesano, pensó mientras deslizaba la mano sobre la curva de su flexible cadera. Un cabello dorado y ojos de un azul intenso con enormes pestañas, por no hablar de su boca, tan exuberante y acogedora. Varios de los invitados varones habían alabado su belleza en el transcurso de la tarde y la noche. Harry no había pensado demasiado en ello porque no podía estar más de acuerdo, pero ahora, ya que por lo visto hablaban sobre la fidelidad, tenía su propia opinión sobre el tema.
—Tú me perteneces. —Las palabras surgieron con un matiz demasiado cortante.
________ reaccionó echando atrás la cabeza y mirándole con desconcierto.
El vaciló, sin saber qué había impulsado esa afirmación arrogante. Por supuesto que ella le pertenecía, era su esposa. Él le había dado su apellido y su protección. El problema era que eso no tenía importancia para ciertas personas de su clase. Era práctica común que una vez que la esposa había dado a luz a un heredero, buscara diversión en otra parte si lo deseaba, siempre que fuera discreta.
________ no. Él no lo permitiría. La idea de que algún otro hombre la tocara, bien, no se molestó en analizar la primitiva intensidad de su reacción ante esa imagen.
Harry optó por besarla en lugar de explicarse a sí mismo. O tal vez el beso fue una explicación, pues devoró su boca con voracidad y la estrechó entre sus brazos, con el miembro erecto pegado a su cadera. Esta vez, cuando rodó, la tendió sobre la espalda y se acomodó entre sus piernas, la penetró despacio, con un control medido en vez de una fuerza impetuosa, escuchando el cambio de respiración que se producía en ella a medida que él se acercaba más y más al abismo. La elegante suavidad aterciopelada del cuerpo de ________ le envolvía y todos sus sentidos estaban absortos en la mujer que tenía debajo. En su imagen, en su sonido, en su sabor, en su tacto y en su fragancia, tan embriagadores y excitantes como un licor.
Después, cuando ya se habían estremecido al mismo tiempo, cuando sus cuerpos resbaladizos dejaron de temblar y estaban tumbados en tal maraña que él no sabía dónde terminaba uno y empezaba el otro, ella le acarició el cabello.
—¿Puedo pedirte una cosa?
La palabra «generoso» no alcanzaba a definir su estado de ánimo tras esa segunda liberación, que había pulverizado sus esquemas mentales. Harry, que no recordaba haberse sentido nunca tan satisfecho, sonrió con abandono.
—Por supuesto. Déjame adivinarlo, ¿un collar de diamantes?
—A mí no me gustan las joyas, ya lo sabes. Casi nunca las llevo, a menos que deba hacerlo.
¿Lo sabía? Al pensar en ello, se dio cuenta con una ligera irritación de que era verdad. Casi nunca la veía llevar joyas caras como tantas mujeres de clase alta, para quienes cada chuchería valiosa era como un trofeo. ¿De verdad era tan poco observador?
«Sí —respondió una voz de reproche en su cabeza. —Tienes tendencia a estar absorto en tu propia vida. Ahora, tal como ella ha señalado, la compartes con alguien más. Tal vez te convendría recordarlo.»—Era una broma —dijo, recostándose en las almohadas. —No te compraré más joyas si no lo deseas. De todas formas, la cámara de seguridad de la familia Northfield ya está llena hasta los topes de todo tipo de alhajas, y ya sabes que están a tu disposición.
Junto a él, con la sábana arrugada a la altura de la cintura, sus voluptuosos senos desnudos y su deslumbrante cabellera tendida sobre la cama, ________ le sonrió medio dormida.
—Esto es mucho más fácil que regalar diamantes, y no te costará nada. Él la vio bajar los párpados, con una sonrisa indulgente en el rostro. —¿Qué es?
—Quédate.
—¿Disculpa?
No hubo respuesta. Se había quedado dormida. No es que le sorprendiera, pues él también estaba exhausto, y ________ se había levantado temprano para preparar la llegada de los invitados. Aun con la ayuda de los criados, los consejos de su abuela y la eficiencia de la señora Finnegan, Harry sabía que ella había trabajado mucho para asegurarse de que todos los detalles estuvieran listos, antes de que el primer carruaje enfilara el sendero.
«Quédate.» ¿Qué demonios significaba eso?**
Hola chicas ✌🏻️💕
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Lecciones de Lady Ruth
RandomNinguna dama de verdad debería tomar clases de una cortesana... ______, la nueva esposa de Harry Styles, quinto duque de Rolthven, es la encarnación de la novia perfecta. ¿Qué diría entonces la sociedad si la vieran con una copia de Los consejos de...