Depresión

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7.

Gaara, aquella importante cabecilla de Suna no dijo nada admirando en silencio la quietud de su amigo mientras revisaba unos cuantos papeles. En cosas como los sentimientos no era un genio, pero si en las actitudes.

Algo había pasado para que su querido buen amigo no estuviera diciéndole cada minuto lo deseoso que estaba de llegar a casa.

Salio un instante sabiendo bien que el rubio estaría un buen tiempo en sus pensamientos, y tomando algo de aire fresco descontaminado debido a la tensión su mirada choco con la del consejero con cabeza de piña de su cuñado.

— ¿También lo has notado cierto?, ese problemático de nuestro Hokage si supiera que él no es de los de mentir—apoyado en la pared suspiro, tentado a llamar a su querida y nada agresiva esposa para que sacara de una ventisca al rubio de la oficina y tal vez de esa manera obligarlo a descansar.

—Si no nos quiere contar nada, no creo que se deje convencer para ser llevado a descansar

Ambos hombres solo suspiraron, no comprendiendo que pasaba por el líder de la aldea oculta de la hoja, hasta que sintieron una leve sensación.

—Yo lo seguiré...—Y la mano derecha simplemente encendió un cigarro con calma sabiendo que dentro se encontraba un simple clon, mientras que el original era seguido por el Kazenga.

Entre tanto la hermosa adolecente en el hospital disfrutaba de aquella infantil compañía, notando con algo de gracia como el pequeño Boruto competía con aquella niña Uchiha.

—Son igual de odiosos que sus padres cuando recuerdan viejas rivalidades—Comento la mujer de cabellera rosa mientras la examinaba.

—Tal vez...hay que tener cuidado con esas viejas rivalidades...—Murmuró, pensando nuevamente que Naruto si viese al Uchiha no lo golpearía precisamente de una manera amistosa, claro si es que se vieran alguna vez.

Después de todo... ¿Con que cara Sasuke se presentaría a la villa, después de haberse metido con la esposa de su amigo dejando a su propia mujer sola embarazada y con una pequeña?

— ¿Qué clase de bastardo...puede ser ese sujeto? —susurro cuidando que sus palabras no llegaran ni a los pequeños que jugaban, ni a la mujer que seguramente no soportaría para nada toda esa información.

—Con un buen par de días más de reposo podrás moverte mejor, pero recuerda que no debes hacer nada de fuerza aunque mañana seas dada de alta, debes cuidarte Hina...—Cortado un momento su nombre completo pues se le hacía raro llamarla de la misma manera que la dulce esposa de su mejor amigo-- ¿Te puedo llamar Hina-chan?

—...—afirmo intentando aparentar que le daba lo mismo, pero esa forma cariñosa de ser llamada solo provoco que sus mejillas se tiñeran levemente de rojo—Da igual, eres la segunda persona que me llama de la misma manera acortando mi nombre

— ¿Quién ha sido la primera? —Con curiosidad pero a la vez con cierto deje de diversión al ver que aquella muchacha era algo vergonzosa pero demasiado orgullosa para admitirlo.

—Vuestro revoltoso Hokage—Cerrando los ojos y permitiéndose recordar como en esos últimos días, el rubio la iba a visitar de vez en cuando (sin sumar sus encuentros nocturnos, en donde era ya una tradición) llamándola de aquella forma, que más que nada era para diferenciarla de su mujer— Pueden llamarme como les venga en gana, pero soy claramente distinta a vuestra...mmm...a mi doppelganger

—Te sorprendería saber que físicamente son iguales a como ella era cuando éramos adolecentes, pero tienes razón en que de personalizar son algo distintas

PerdónameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora