Naruto Uzumaki

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Capítulo 23. ¡Yo soy Naruto Uzumaki!

La oscuridad parecía pasar a segundo plano ante aquella radiante y magnifica sonrisa ¿Cuánto tiempo había convivido con tamaño hombre? El tiempo suficiente para que su corazón golpeara contra su pecho a pesar de la situación, sintiendo que nunca se cansaría de esa mirada que prometía tantas cosas que ella ignoraba que alguna vez necesitaría.

¡Incluso pudo notar una sonrisa leve en aquella contra parte rubia que se veía con un poco menos de ira que en un principio!

—*Ay Dios, estoy rodeada de soles*—intentando mantenerse cuerda para no dar su brazo a torcer si nuevamente esa oscuridad que dominaba el recinto intentara arrebatarle la sonrisa al varón. No debía distraerse, no cuando no sabía exactamente donde se encontraban y como podían salir de allí de forma intacta.

—Estas muy esmerada en intentar "traernos a la luz" ¿Tanto le temes a morir "Gatita"? —Pronto la voz del otro rubio la saco de su trance para ser consiente que no todo era tan fácil como parecía, el aún tenía bastante resentimiento a lo que ella representaba.

—No es que le tenga o no miedo a morir, tú ya me has ayudado en una oportunidad y no encuentro justo no devolverte la mano. Sé que es muy difícil que me comprendas o me creas por culpa de esta apariencia—Señalándose para que el otro fuera consiente que ella estaba al tanto de todo— Pero el que seamos físicamente iguales no indica que yo piense igual, te puedo apostar lo que sea a que tenemos vivencias tan distintas que nos hacen desiguales aunque pertenezcamos a una misma esencia, pero da igual lo que opines de mí, pues no estoy aquí para limpiar mi nombre ¿Sabes por qué he sido capaz de llegar tan lejos? Por toda esa gente que se preocupa por ti Naruto, empezando por tus hijos hasta terminar en ti. No te mereces ser odiado por la estupidez que cometió tu mujer—Tomando una fuerte bocanada de aire para poder relajar un poco sus músculos— puedo apostarte que hay un montón de chicas que adorarían aunque fuese una mirada tuya

—...Tal vez solo sea por lo que el sombrero representa—Murmuro con algo de poco animo el poseedor de aquellos ojos rojos, para luego mirar al Naruto visible, aquella cara que todos veían desde un principio.

— ¿Qué importan las otras mujeres? Aprendí a amar a una ¿Por qué ella tuvo que apuñalarme de esa forma? Se bien que yo no soy un prototipo de hombre ideal, pero... ¿No merecía saber la verdad? Si ella me lo hubiese pedido, yo hubiera renunciado a todo solo por ella

— Naruto...—Murmuro con algo de tristeza al notar aun ese sentimiento capaz de mover las montañas reflejados en sus ojos cada vez que se acordaba de ella. ¿Sería posible que el rubio pudiera alguna vez superar a su esposa? No dudaba que la dejaría libre de ser lo que quisiera una vez que el resentimiento y la rabia se desvanecieran, pero... ¿Seguiría amándola? — La gente no te admira solo por lo que representa tu sombrero, estoy segura que es por quien tú eres.

—...—negando ante sus palabras— hace mucho tiempo mi nombre no valía nada Hina

—Porque apenas eras un niño, ¿cierto?

—Un niño huérfano y acusado de ser un demonio, que viejos tiempos eran aquellos—Con un toque sarcástico el otro interrumpió las blandas palabras que seguramente el blondo le diría a la Hyuga— ¿Pensabas que la aldea siempre nos quiso? Que equivocada estas

—...—En silencio se permitió oír lo que el otro pudiera decirle, aunque levanto la mirada a la gran bestia de nueve colas que se mantuvo en absoluto silencio. No tenía que ser un genio para saber a qué iba todo, y por un momento todo su cuerpo se estremeció al recordar los ojos perdidos que en repetidas ocasiones encontró en el Uzumaki, todas ellas solo representaban a un pequeño niño solitario, abandonado y totalmente roto

PerdónameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora