El paraíso de las almas perdidas.

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Capitulo 22.  El paraíso de las almas perdidas.



Aquella oscuridad proveniente del corazón de cierto rubio, se quedó totalmente quieta admirando los aperlados ojos de su contrincante, buscando algún indicio de duda que pudiera usar a su favor para causarle un absoluto terror con su mera presencia, pero aquella mujer solo transmitía una confianza que lo embriagaba hasta el punto de maldecir por completo su falta de terror.

— ¿Tú me harás perder el control? —Se burló en su cara, llenando sus pulmones de aire para sacar una risa capaz de mover el suelo en el que se encontraban parados, lástima que eso no basto para hacerla retroceder en ningún momento— ¿Qué podría lograr alguien como tú? Solo eres una sucia rata traicionera y rastrera

— ¿Cómo puedo demostrarte que no? —Murmuro la hermosa adolecente, presa por el deseo de intentar recuperar al Naruto que todos en aquella aldea querían, inclusive para ella, pues él era una entidad de luz capaz de alejarla de cualquier pensamiento negativo.

— ¿Tú quieres demostrarme algo? No voy a creer en tus palabras...tu posees el mismo rostro que esa traidora—Gruño— No eres para nada confiable

—No puedes juzgarme solo por poseer la apariencia de quien te ha lastimado—mordió sus labios con cierta impotencia, recordando con fastidio que no solo compartía la apariencia con su esposa.

—Sabes muy bien a lo que me refiero "Gatita", no confiare en un aspecto que ha sido creado para engañar...—Por mucho que el intentara demostrar un odio intenso hacia la menuda figura, no lo lograba, no cuando fue capaz de probar el sabor de sus labios— Haría muy bien con borrarte del mapa, si te acercas unos centímetros más no voy a dudarlo.

La fría amenaza que atentaba en contra de su vida no fue suficiente para que retrocediera ¿Qué tenía ella que perder? Estaba en un mundo que aunque fuera parecido al suyo, era totalmente opuesto a sus intereses...

—No tengo nada que perder con intentarlo—Comenzando a avanzar, asegurándose de que Shion no estuviera en peligro ante algún ataque que fuese lanzado por el rubio

—...todos tenemos algo que perder, yo por confiar en palabras bonitas... ¿Cuánto crees que he perdido?

—Puedes que hayas perdido a una mujer, pero ¿eso es importante?

— ¡Nosotros le dimos todo! ¿Y que nos dio? Apenas todo comenzó a caerse, ella solo protegió su trasero sin importar lo que dejaba atrás

— ¿Es que aún no lo entiendes? —Logrando situarse más cerca pero sin perder en ningún instante el contacto visual— ¿Acaso tus hijos no son suficiente?

— ¿Quién ha dicho que me he olvidado de ellos como esa lo hizo? ¡Me los llevare de aquí!

— ¿Crees que para ellos verte de esta forma será algo bueno? Naruto, no estás pensando bien

— ¡Yo no soy Naruto! —negó abruptamente, sabiendo bien que aquella mujer solo intentaba salvar su pellejo como todos.

— ¡Maldita sea, que terco eres! —Retrocedió un par de pasos ante el grito de la mujer, pero no alejo sus mirada de ella puesto que notaba que se había puesto furiosa— ¡No me vengas con esa mierda de que no lo eres! Sé que estas sufriendo una crisis por guardar todo este bastardo secreto, pero ya basta—Tomo aire, para nuevamente suavizar su mirada— vuelve en ti, por favor--Sus ojos tan rojos como la sangre parecieron por unos instantes dudar de muchas cosas, comenzando a brillar con una tonalidad azulada como el mismo cielo, pero no duro lo suficiente...No cuando el corazón aún se encontraba totalmente roto, no cuando la rabia aún era capaz de controlarlo y separarlo de toda la felicidad que alguna vez tuvo.

PerdónameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora