Amistad

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Capitulo 12. Amistad

Ella se preparaba para dejarlo a solas, cuando reparo nuevamente en aquel hombre de cabellera dorada, que observaba su mano herida, justamente la que más usaba para cosas tan cotidianas como lavarse.

¿El amor podía realmente dejar a alguien en esas condiciones? Ciertamente ella no lo sabía, pues Menma no la había dejado tan rota, tal vez porque nunca se casó con él ni tuvo una familia a su lado, o era demasiado orgullosa para detenerse a pensar en su propio dolor.

—Entiendo, creo que yo me encargare a partir de ahora Naruto—El no dijo nada, habiéndose vuelto a perder en la cruda dolorosa que dejaba una noche de embriaguez. Si hubiera estado en sus cinco sentidos se hubiera sonrojado furiosamente al notar como aquella mujer se metía con él a la tina.

La playera larga y grande de él, se apegaba a la delicada figura de aquella adolecente, pero él no era capaz de disfrutar de aquel espectáculo al sentirse como un niño pequeño que mendigaba cualquier muestra de afecto.

—No creo que se molesten contigo, si por hoy tú no vas a trabajar ¿Cierto? —Intento llenar aquellos espacios vacíos con suaves comentarios, no pensando en nada más que arreglar a aquel sujeto que le brindo algo tan cálido como amistad y la eterna permanencia en aquel lugar llamado Konoha.

El simplemente no respondía a ninguna pregunta, solo cerrando sus ojos para disfrutar las suaves caricias, sintiéndose nuevamente como un niño. Provocando de esa forma que Hina incluso se sintiera calmada al no ver aquel acto como algo erótico.

Simplemente era un acto sin maldad, de alguien que ayudaba a otro a colocarse de pie.

Lo baño con dedicación, sabiendo bien que aunque fuese la primera vez que velara de alguien más, debía estar a la altura de alguien como Naruto.

—.... —Intentado aguantar la risa al estar realizándole variados peinados gracias al shampoo, incluso colocándole bigotes de espuma—Tu cabello ha crecido algo desde la primera vez que te vi. ¿Tan rápido han pasado las semanas?

Medito el tiempo que había llegado a aquel nuevo lugar, coincidiéndolo con el estado de embarazo de Sakura esta cumpliría pronto cuatro meses, por lo cual ella llevaba casi un mes viviendo aquella nueva vida.

Era una vida nueva ciertamente, ¡Nunca antes había hablado tanto con alguien que se llamara Sakura!, como tampoco era de las que soportaba oír los problemas de los demás porque ella jamás necesito que nadie oyera los suyos.

— ¿Sabes? Anoche lo estuve pensando, mi vida en estas semanas ha cambiado bastante. Yo era la típica chica que infundía miedo con la mirada, que con solo huir mi nombre muchos salieran huyendo despavoridos—Inflando orgullosa su pecho sin dejar de tocar el cabello del hombre— Y muchas veces pensé que esa vida no estaba para nada mal para mí, después de todo era una guerrera, y no necesitaba de nadie más que yo...y la persona que amaba—Murmurando con la misma tristeza que reflejaron los ojos del silencioso Uzumaki mayor— Pero estaba tan equivocada, y solo el luchar por mi vida me hizo ver que era una humana, como el resto. Con virtudes y debilidades, me di cuenta que si llegaba a morir... me arrepentiría de nunca haber cosechado una genuina amistad con nadie.

El silencio se repartió en aquel baño siendo solo interrumpido por el agua que caía para mojar el cuerpo del hombre llevándose consigo la espuma, la suciedad y la sangre.

—Pensé que iba a morir, hasta que desperté en este extraño mundo re confortable. Nunca pensé que cuando cayera en el hospital alguien me fuese a ver. Y de pronto me vi emocionada por las visita de Sakura y la pequeña Sarada, incluso de mi padre serio de esta dimensión, pero note que más añoraba las visitas nocturnas del Hokage...demonios ¿he sido yo o eso se oyó extraño? —Riendo levemente al pensar que su modo de hablar nunca iba a cambiar, ni aunque quisiera los dobles sentidos se iban a ir de su manera de ser

PerdónameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora