Florecer

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Capítulo 24. Florecer

Las risas inundaron la mente del rubio, apenas vieron al gran animal totalmente liberado, ya no había nada que oscureciera su entorno y Hina podía sentir que todo estaba bien finalmente.

—Es momento de volver a casa Hina— "A casa" esas palabras lograron estremecer por completo a la peli azul que sintió miles de seres revoloteando en su interior. ¿Tenía un hogar a donde volver incluso en ese mundo?

—Si—Asintió al aguantar las ganas de llorar de felicidad, para luego simplemente seguir las indicaciones de los dos hombres y la gran bestia que a su modo celebraban que finalmente el caos en el interior estaba controlado.

Aunque...habían olvidado por completo el exterior. ¿Qué estaría pasando en ese momento?

—Oye...—Antes de que salieran de la mente del blondo, aquella entidad movió su boca causando que la otra, parara para voltear a verlos. Quedando embrujada por el espectáculo que era mirar a esos dos hombres delante de la gran bestia de nueve colas que se mantenía atento a cualquier movimiento.

— ¿Qué sucede? —Sonriendo de buen humor al sentir que todo finalmente estaría bien sin importar lo que pasara

—Perdóname, por haber creído que sería buena idea desquitarme contigo. No volveré a colocar mis manos alrededor de tu cuello

—Eso fue bastante escalofriante dettebayo, pero confió en tus palabras de que no volveremos a lastimar nunca más a Hina—Otra vez la luz parpadeante ilumino cada rincón de ese lugar, pero quedo tan perpleja que no noto el movimiento rápido de uno de los rubios que atrapando su brazo la jalo con rapidez hacia él.

—...Desde ahora solo te besare cuando crea que perderé el control—Rozando con una extraña combinación de suavidad y salvajismo los labios sonrojados de la adolescente.

— ¡H-Hey dettebayo! ¡¿Qué has hecho?!

—No es lo que hayamos hecho...es más bien lo que hemos hecho, recuerda...tu eres yo y yo soy tu

—Pequeño mocoso, deberías escribir un libro de como coquetear—Las risas estruendosas se oyeron mucho más que las leves quejas del rubio avergonzado que le reclamaba la desfachatez al otro.

—Como si no la hubiéramos besado antes, muchas veces en distintas ocasiones—lamiéndose los labios para ver con cierto interés las mejillas sonrojadas de la joven, la cual se mantenía con los ojos abiertos.

—...Oh vaya, eso siempre me resulta bastante electrizante—No pudo evitar decirlo, ignorando como aquello solo logro que ambos hombres rubios tornaran sus mejillas de rojo— Ya debemos volver ¿Cierto? —decorando sus facciones con una agradable sonrisa que logro calmarlos.

—Ya es hora, ¿Nos perdonaran por desastre que hemos cometido?

—Eres el Hokage, te lo perdonaran—Con las risas presente de la adolescente decidieron salir de su mente, sintiéndose con una sensación muy dulce envolviendo su cuerpo.

Para cuando los ojos azules finalmente se abrieron, apartaron sus manos con rapidez del cuello de la Hyuga la cual solo gruño cuando fue consiente de todo el dolor que envolvía su cuerpo, pero pudo respirar con calma cuando se vio envuelta en aquellos fuertes brazos.

—Hina...¿Estas bien?

—He estado en situaciones peores, no tienes que alarmarte Rubio buenote.

— ¡Hina! ¿Naruto? —Shion abrió su boca apenas la conexión de su poder se vio interrumpido cuando ellos comenzaron a reaccionar. Suspiro aliviada al ver aquellos hermosos ojos azules enfocarlas apenas volteo para mirarla— ¡Gracias a Dios! —No pudiendo evitar lanzarse donde ellos para ser felizmente recibida por el desconcierto del Uzumaki y las risas de la Hyuga.

PerdónameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora