*En la entrada del instituto*
-¡PERDONA! ¡PERDONA! ¡¿Puedes ayudarme?! -Dijo una chica que estaba justo detrás mía.
-Sí sí, claro, dime.
-¿Ves aquel grupo de chicos? Me han quitado mi mochila... ¿Les puedes decir que me la den? -Dijo agobiada.
-Por supuesto, dentro de nada, volverás a tener tu mochila. -Le sonreí.
Fuimos a paso ligero hacia ese grupo de chicos, les pedimos que nos la diera y...
-Oh pero mira quién es, la exdueña de la mochila tan bonita que tengo en mis manos. -Dijo uno del grupo con un tono desagradable.
-Oye, dame mi mochila, por las buenas o por las malas. -Dijo la chica.
-¿Y si no te la doy qué vas a hacer? ¿Vas a llamar a mamá?
-Eh, gilipollas, ya puedes darle la mochila si no quieres vértelas conmigo, ¿entiendes? -Le interrumpí.
-JAJAJAJAJAJAJA. -Rieron todos fuértemente.
-¿Qué gracia hace? ¿Queréis llevaros un bonito recuerdo mío?
-Ui sí, qué miedo. -Dijo uno de ellos burlándose.
En ese momento, me harté lo suficientemente como para meterle una buena patada en los huevos al que tenía la mochila, y así hice, le di una buena patada en sus partes. Cogimos la mochila y nos fuimos a clase.
***
-Oye, ¿cómo te llamas? Yo soy Rebeca, encantada. -Dijo con una bonita sonrisa.
-Yo soy ____, igualmente. -Le devolví la sonrisa. ¿En qué aula estás? ¿En la A o en la B?
-En la A. -Dijo Rebeca. ¿Y tú?
-¡Yo igual! Estamos en la misma clase entonces.
-Sí, awww, ¡qué bien!
Guiñe el ojo.
Sonó el timbre y entramos a una enorme aula, impresionaba un poco. En mi clase estaban los típicos chulos, las pijas, canis, cerebritos... Una mezcla de todo. Lo peor de todo es que habían 3 del grupito de antes, dos de ellos, no estaban nada mal, pero nada nada mal. Un rubiales de ojos azules y un morenazo de ojos marones oscuro, aww.