¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Entonces tuvimos una discusión porque él quería tirarse de un acantilado, como si no nos hubiéramos tirado de al menos diez acantilados ya, y lo único que yo quería era una pizza de queso —terminó de relatar Alicia mientras tecleaba algo en su computadora—. Pero fueron las mejores vacaciones de mi vida.
Alicia y Max finalmente habían vuelto de su luna de miel, que consistió en un recorrido por varias islas del océano pacífico. Había sido un viaje de casi dos meses, y Sophie por poco no la reconoció aquella mañana. Con trenzas en el cabello, un bronceado perfecto y un aire de relajación total.
—Ahora cuéntame —volvió a hablar la rubia, dejando su computadora de lado—, ¿cómo que Jesse se va en un par de semanas? —Soph suspiró tristemente antes de responder.
—Sí, tiene que volver a su trabajo. Le dieron un tiempo para que resolviera sus asuntos pendientes aquí antes de regresar. Sólo quedan dos semanas —dijo con todo el dolor del mundo.
Las últimas cuatro semanas prácticamente no se habían separado el uno del otro ni un sólo momento. Jesse la acompañaba todos los días al trabajo, y ella lo ayudaba a resolver los detalles de su mudanza. Comían juntos, cenaban juntos, e incluso dormían juntos a veces. Habían hecho lo imposible para estar juntos todo el tiempo posible antes de que él partiera.
—Y supongo que él no quiere irse, ¿cierto? —la castaña le dio la razón con un movimiento de cabeza—. ¿No hay alguna manera de que se libre del contrato?
—No. Ya fuimos con un par de abogados y al parecer, su contrato está muy bien elaborado. No hay manera de escapar de él.
—Oh —logró murmurar Alicia y bajó la mirada. Realmente se sentía mal por ellos—. Sophie, ¿piensas decirle que estás enamorada en algún momento?
—No estoy enamorada de él —dijo sin convicción y la rubia le dio una mirada que no la dejó mentir. Bufó antes de contestar—. No lo sé. No creo hacerlo. Jesse no merece cargar con ese peso. Y no se siente de la misma manera que yo.
—A veces me sorprende lo ciega y poco receptiva que eres, chica —negó con la cabeza—. Aun así, deberías decirle. A lo mejor te sorprende. O en un remoto caso, te rompe el corazón. Nunca sabrás si no te arriesgas.
—Lo pensaré. Aún creo que no nos beneficiaría a ninguno de los dos —Alicia resopló con frustración.
—Eres imposible. Bueno, cambiando de tema drásticamente, ¿ya llamaste a Susan y Alfred?
Susan Collins y Alfred Mitchell son dos de las personas más influyentes del mundo de la música clásica en el país. Organizaban las giras de conciertos sinfónicos más vendidas en los últimos años, y Sophie logró conocerlos y llamar su atención en la recepción de Alicia y Max.
—No lo hecho. Sigo considerando si sería una buena idea. Me gusta trabajar aquí. Estoy cómoda con la vida que tengo en este lugar.
—Sophia, realmente comienza a preocuparme tu manera de tomar decisiones. Es momento de que te dé un discurso —tomó un respiro y puso su mejor cara de "hablo en serio" —. Tienes que dejar de basar tus decisiones en la comodidad. Sé que no decirle a Jesse cómo te sientes sería más cómodo que lidiar con tal vez tener el corazón roto, o la inminente separación en dos semanas. Sé que no llamar a Susan y Alfred y continuar trabajando aquí sería más cómodo que iniciar otra etapa de tu vida. Pero, Sophie, necesitas arriesgarte. Tienes que hablar con Jess, y definitivamente tienes que hacer esa llamada.
»No quiero que te reduzcas a estar en este conservatorio por siempre. No cuando sé que eres más que eso y sé que este no es tu destino. Tienes que salir de tu zona de confort, explorar todas tus opciones, y convertirte en una artista reconocida, Sophie. Naciste para ser grande y no voy a dejar que arruines tu carrera por comodidad.
Soph se quedó callada. Lo peor de todo es que ella sabía que era verdad. Sabía que había muchas cosas que no hacía por el miedo a un cambio. También sabía que eso la estaba matando.
—Te quiero, Alicia —la rubia le tomó la mano como muestra de cariño y le sonrió cálidamente.
—Y yo a ti, cariño. Me preocupas, y a Max también. Queremos lo mejor para ti.
Sophie se preguntó a sí misma si así se sentía tener padres afectuosos. Agradeció a quién la escuchara por al menos tener a Max y Alicia en su vida.
—Ya debo irme. Jess está esperándome afuera y de seguro se está muriendo de hambre —se levantó de su asiento y abrazó a Alicia antes de tomar sus cosas.
—Siempre se está muriendo de hambre, algo está mal con ese chico —se rio y suspiró—. Piensa en lo que te dije, Sophie.
Sophie apretó los labios suavemente y asintió.
—Lo haré.
*
—Es irónico, ¿sabes? —le dijo Jess a Sophie.
— ¿El qué? —preguntó ella, con toda su atención puesta en acariciar a la gata del chico, Allie.
—Tú me ayudaste a instalarme cuando llegué a la ciudad. Y ahora me ayudas a empacar para irme de ella.
—Supongo que sí es irónico —suspiró—. Irónico y triste, siendo honestos.
—La vida puede ser difícil algunas veces —se sentó a un lado de ella y la miró asentir lentamente, pero sin apartar la vista de Allie.
Jesse la vio un rato haciéndole caricias a la gata, considerando su decisión, pero después sonrió y se dio cuenta de que era lo mejor.
—Solecito —volvió a llamarla y ella lo miró—. ¿Cuidarías a Allie por mí?
— ¿Yo? —dijo sorprendida—. Pero... Allie es como tu hija. Yo... creí que la llevarías contigo.
—Bueno, ese era el plan original —asintió pensativo—. Sin embargo, lo he considerado mucho, y no estoy seguro de que sea una vida saludable para un gato como Allie. O para cualquier gato —se rio—. Y si no puedo llevarlo, ¿quién mejor que tú para cuidarla, si la acaricias siempre que ella quiere? Eres la elegida, Solecito.
—Pero te sentirás solo, Jesse —bajó la mirada hacia el gato de nuevo, ahora sin ánimos de nada.
Jesse sí se iba a sentir solo, él era consciente de ello.
—Voy a estar bien, Sophie —la abrazó por los hombros—. Sabes que soy un hombre fuerte.
—No puedo dejar de preocuparme por ti. No hablamos nunca de esto, pero ambos sabemos que lo pasas muy mal cuando estás por tu cuenta —se abrazó a él con fuerza, con Allie en su regazo.
—Tú también lo pasas mal, Soph —le acarició el cabello.
—La diferencia es que tú actúas como si no sucediera nada, Jess. Y yo no. Pero no tienes que fingir conmigo. Si te estás cayendo a pedazos, házmelo saber.
Jesse pensó en todas esas veces en las que le quiso decir que la amaba. También se dio cuenta de que nunca la había amado tanto como lo hacía en ese momento.
—Te dije que eras la elegida, Solecito —le alborotó el cabello y rápidamente la abrazó—. ¿Cuidarás a mi gato?
—Eres imposible, Jess —rio torpemente—. Sabes que lo haré. Si no lo hago, terminará haciéndolo Christian y pobre chico, es alérgico a los gatos —él se rio y la abrazó más fuerte.
—Siempre pensando en los demás, Sophie —suspiró una vez más—. Te voy a extrañar tanto.
—Sabes que yo te extrañaré más, Jesse.
Tanto, tanto.
*****
canción al principio: i hate u, i love u, de gnash & olivia o'brien.