tres

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— ¿Cuántas horas han pasado? —preguntó Alan, quien estaba recostado en uno de los sofás mientras sus amigos veían una película que no le llamaba para nada la atención—. No me ignoren.

— Creo que... —comenzó Valentino, fijándose en su teléfono— han pasado 4 horas.

— ¿Y qué hora es? —volvió a preguntar.

— ¿Acaso no tienes tu móvil?

Alan se quejó y fue hacia las literas. Al llegar a la cama de abajo, se recostó y comenzó a revisar su móvil. Lo primero que abrió fue Instagram y revisó de pasada las miles de notificaciones que habían para luego ver su inicio, dándole "me gusta" a una que otra foto hasta que nota una en especial.

Ashleigh había subido una foto de Nugget, ya que se la había dejado a cuidado de ella, y lo había etiquetado. No lo pensó dos veces y pulsó en comentar:

alanashby: ¡Que bella es mi princesa! Ya la extraño 😢

Luego de eso, continuó viendo su inicio hasta que se aburrió y decidió abrir la otra aplicación que solía usar constantemente: Snapchat. Allí era donde se ponía a jugar con los filtros, subiendo cada estupidez a su historia, y también donde veía las estupideces que otros subían.

Ya había visto varias historias cuando le apareció el de Austin. Pulsó en el icono y esperó a que cargara para ver lo que había publicado. Era él con el filtro del perro que tanto usaban todos, pero a él le sentaba más que bien. No pudo evitarlo y lo repitió para volver a verlo; su jodida sonrisa se mostraba, tan natural como siempre.

— Viendo mi snap dos veces, ¿eh? —aquella voz hizo que diera un respingo y volteó a verlo. Allí estaba el hombre de la foto.

— Solo... estaba viendo algo —se excusó para luego acomodarse.

Notó que Austin estaba sentado en el suelo, igual que en la foto, solo que sin el efecto de Snapchat. Y, bueno, Alan no pudo evitar ver cada detalle de su rostro en persona.

Su cabello castaño en el superior de su cabeza estaba peinado con dirección a la derecha, con algunos mechones cayendo hacia su rostro, mientras que los costados y la parte trasera estaban rapados, dándole un aspecto algo rebelde pero tan bien en él. Siguió inspeccionando y su mirada cayó en las pequeñas arrugas que se le formaban a los costados de sus ojos chocolate cada vez que sonreía hasta que pasó al pequeño aro plateado que se mostraba en el lado izquierdo de su nariz. Debajo de ésta, unos labios finos pero no exagerados llamaban su atención, y entonces vio como una lengua se deslizaba por éstos para remojarlos.

Y solo pensó en una cosa: joder.

— ¿Ya has parado de comerme con la mirada? —preguntó el vocalista, riendo levemente al ver la expresión de Alan, quien ya se había sonrojado notablemente.

— No estaba haciendo eso, creído —volvió a darse la vuelta para tener la mirada fija en la pared—. Ahora vete, quiero dormir.

— Oh, vamos. No seas amargado y acompáñame a ver una película.

— Pero los chicos están viendo una película en la sala —dijo el pelirrojo, aún sin voltearse.

— Tú me has dicho que hay unas pequeñas pantallas aquí —y para comprobarlo, se puso de pie y observó que sí era cierto—. Vamos a la cama de arriba así vemos Star Wars.

Alan aceptó a regañadientes, pues aquella película (o películas) no era de su estilo y solo le hacían dormirse por horas. A pesar de ello, terminó acostándose en la cama de arriba al lado de Austin, quien estaba emocionado por volver a ver quién-sabe-cuál-de-todas por 193283 vez en lo que iba del año.

down the road [cashby]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora