Reuniendo valor

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Otra mañana más de escuela, tarde como siempre.

Anoche me costaba conciliar el sueño, la razón, no podía dejar de pensar en Adrien y en como lo trata su padre, nunca comprenderé por qué los mayores son así de protectores con sus hijos. Sé que mi madre dice que es porque nos aman, pero igual siento que lo que hace es exagerado. No me imagino en nuestras salidas con Adrien acompañado por un guardaespaldas todo el tiempo.

¿Qué tal si hace lo mismo cuando tengamos una cita? Nunca podremos tener privacidad.

Tal vez si logro convencerlo que no lleve a nadie a vigilar a Adrien durante nuestras citas entonces estaría bien. Aunque eso sería imposible, si no me gano antes su respeto y muestro un mejor juicio de mi parte.

Suspiré mirando la pizarra mientras la maestra dictaba la clase. A veces fijaba mi vista en Adrien que a veces intercambiaba palabras con Nino.

—Marinette, presta atención —me murmuró la maestra al notar que no estaba escuchando nada.

Que vergüenza, no pude escuchar lo último que había dicho por pensar en Adrien, pero no me importaba, por Adrien soy capaz de soportar hasta los más terribles castigos.

Durante el descanso, intenté acercarme a Adrien pero esa Chloé se interpuso en mi camino y no dejaba de abrazarlo y besarlo en las mejillas lo que hacía que me llenara de rabia. No le quitaba los brazos de encima hasta que Adrien se excusó para ir al baño.

—Ni se te ocurra ir por mi Adrikins —me dijo acercándose a mí cuando vio que estaba cerca.— Pervertida.

—¡No soy una pervertida!

—Eso no es lo que todos piensan. No fui yo la que entré al baño de chicos.

—¡Eso ya es asunto olvidado!—Repliqué.—Y fue un accidente.

—Pero fue algo gratificante ver como te humillabas tu solita, Marinette, y ni siquiera tuve que mover un dedo para hacerlo. Aunque si pudiera—decía mientras caminaba hacia el otro lado —, lo haría en un chasquido.

—Nunca lograrías humillarme.

—No si comienzo a esparcir el rumor que tú has estado entrando en el vestidor de los chicos durante las clases de esgrima y los has visto cambiarse de ropa. Todos verán lo pervertida que eres.

—¡Es mentira! Sabrán que mientes cuando les diga lo que hiciste.

—¿Y a quién van a creer? ¿A ti o a moi? La hija del alcalde. Será tu palabra contra la mía, Marinette Dupain-Cheng, así que, mejor aléjate de mi Adrikins y no te tocaré ni un solo cabello de ti.

Es una gran extorsión lo que me estaba haciendo, pero por ahora, no puedo dejar que Chloé me vea con Adrien o me marcará como una pervertida. 

«Mala suerte».

Temo que su amenaza me perjudique, sé que mis padres me defenderían, pero la escuela comenzaría a verme mal, incluso los chicos se alejarían de mí y mis amigos también.

 Me alejé de Chloé sintiéndome derrotada, ella había ganado ésta batalla, pero no ganará la guerra.

Durante la siguiente clase, la maestra nos mandó a hacer un trabajo en equipo; Alya le asignaron como pareja a Alix, Adrien le asignaron a Nino, Chloé con Sabrina obviamente aunque esto fue más por petición de ella, ya que nadie sería capaz de trabajar con Chloé si no fuera su supuesta mejor. Y a mí me tocó a Nathaniel. Éste se había puesto nervioso cuando lo mencionaron. 

Suspiré nuevamente, algún día me tocará hacer un trabajo con Adrien y Chloé se morirá de envidia por esto, me imagino la cara que pondría por la situación. 

La nínfula de GabrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora