Primera vez segunda parte

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Me estremecí, tenía miedo de que fuera a hacerlo, no me sentía lista para esto. Traté de moverme pero Gabriel me lo impidió sintiendo todo su peso mientras apoyaba su mano contra mi vientre. Me miró con gentileza y dulzura antes de continuar con lo que estaba haciendo.

—Tranquila, nada va a pasar, no perderás la virginidad si te toco de esta manera.

Con su mano debajo de mí sentí como me tocaba por mi zona íntima, siento calor, mi piel está ardiendo, es una sensación diferente a la que sentía con las descargas eléctricas. Es muy caliente, es distinto y me gusta. No podía dejar de susurrar el nombre de Gabriel entrecortadamente por lo sofocante que me sentía.

—Relájate —me susurró cerca de mi oído para darme un beso en el lóbulo, se estremecí por aquel beso.

Que sensibles deben ser mis orejas para hacerme sentir así.

Sus dedos siguen debajo, tocándome cada parte de mi sexo, desde las zonas exteriores hasta las internas, moviéndose de arriba hacia abajo tocando hasta mi clítoris con suavidad. No podía dejar de gemir, por primera vez sabía lo que era el verdadero placer.

Placer, sabía lo que era el placer.

Mis gemidos eran más notorios con cada movimiento que hacía, casi me estremezco por eso.

Ya no sentía mi ropa interior cubrir mi sexo, podía sentir un aire frío pasar por debajo de mí por unos segundos antes de sentir los dedos de Gabriel nuevamente tocándome de manera circular tocando a veces mi clítoris haciendo que el calor que tenía aumentaba. Siento una humedad debajo de mí, el calor que tenía no se me desvanecía, mi corazón bombeaba con mucha fuerza, mi respiración era muy agitada cuando dejó de tocarme.

Fue una sensación muy divina.

—Marinette, aquella sensación que has sentido es casi lo mismo a lo que vas a sentir cuando pierdas tu virginidad.

—Se...se siente...se siente...diferente.

—Es normal hacerlo.

Me sentía deleitada al sentir como sus manos acariciaban mi cuerpo desnudo, eran tan finas y suaves al contacto de mi piel. 

Tócame y hazme sentirme amada.

Para estar a la par le fui acariciando su pecho, tal vez no era tan musculoso y joven pero su figura se veía bien cuidada, es firme y es duro, hasta su piel está ardiendo igual que la mía. Quise acariciarlo en aquella zona donde debía encontrarse su sexo pero él me detuvo agarrando mis manos tan velozmente que incluso no me percaté, ni siquiera cuando me volteó a un lado de la cama.

—¿Por qué no dejas que te toque como tú me tocaste?

—Si me tocas, no aguantaré y podría penetrarte Marinette, ahora mismo estoy luchando para no hacerlo de lo excitado que me tienes.

Lo tengo excitado, cielos, sólo me ha tocado y ya lo tengo excitado, lo volteé a verlo un poco apenada, casi provoco que pierda mi virginidad mientras que él sólo intenta quitarme aquel miedo, volvió a voltearme poniéndome debajo de él y me besó, un beso profundo, tanto que nuestras lenguas se juntaban.

Y todo aquel momento que me sentía plena se interrumpió cuando sonó un teléfono, él teléfono de Gabriel.

—¿Diga?... ¿En qué momento?...Muy bien, gran trabajo por avisarme antes.

El colgó y me explicó que debía tener una videoconferencia dentro de unas horas. Eso es molesto, tan bien que me lo estaba pasando y ahora nuestro momento tiene que ser interrumpido.

La nínfula de GabrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora