Entre adolescente y adulto

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Yo, quiero a Gabriel Agreste ¿Lo quiero o será un capricho? 

No, no es capricho, me estoy enamorando de Gabriel Agreste.

Busco cualquier pretexto para no sentirme de esta manera, no puedo seguir con esto, debo acabarlo y volver a mi conquista con Adrien, pero no puedo evitarlo. Gabriel es tan...tan...no tengo palabra para describirlo.

«No te niegues los sentimientos y acéptalos como son, Marinette. Esto es una locura».  

 Lancé un suspiro en señal de rendición.

—Estoy verdaderamente enamorada de Gabriel Agreste. 

Tengo que volver a verlo.

—Me gustaría que vinieras a mi casa y almorzar —dijo Adrien.

—Sería genial ir a almorzar contigo —le respondí.

Un simple pretexto en el cual secretamente lo que deseaba era ver a su padre.

—Eso es grandioso, Marinette, llevo mucho tiempo almorzando solo, me encantaría almorzar en compañía.

Siento tristeza al saberlo, tanto que me hace sentir culpable y egoísta pensar que estoy buscando ir a su casa por mis propios intereses, yo no puedo ser así con Adrien. Le encantará tanto que lo acompañe a almorzar, lo de Gabriel puede esperar, ahora mi prioridad es hacer feliz a Adrien durante nuestro almuerzo.

Cuando fuimos a su casa, yo me quedé sorprendida cuando Adrien me dijo que su padre iba a almorzar con nosotros, se le veía muy feliz el tener que compartir un almuerzo con él que no había disfrutado en años.

«Mientras él sea feliz, también yo lo seré» pensaba «Aunque me pregunto si es coincidencia o en verdad él sabía que vendría».

Mientras él se retiraba de la entrada para dirigirse hacia el comedor, no me equivocaba cuando vi la alegría que tenía Adrien al ver que su padre nos acompañaría, se le notaba hasta cuando fue a nuestro encuentro en la entrada del comedor.

Yo tampoco me esperaba como sería el almuerzo con ambos Agreste mas hacía todo lo posible porque ninguno de los dos se diera cuenta, ni siquiera cuando nos sentamos a la mesa, quedando Adrien en una silla de la izquierda, yo en una silla de la derecha y Gabriel en la del centro.

—Espero que te guste el poulet corse —comentó Gabriel cuando sirvieron los platos de comida.

—Nunca antes lo he comido, pero estoy segura que me debe gustar.

No hay suficiente dinero en mi familia para comer estos platos de lujo, pero al probarlo fue una nueva experiencia para mi paladar con ese sabor tan delicioso, ahora sé lo que pudo haber sentido el señor Agreste cuando probó las galletas de papá.

«Es el mejor platillo que he probado, hasta ahora».

—Tenemos contratado al mejor chef —dijo Adrien mientras comía una porción de su pollo.

No sé si era yo o había cierta incomodidad en el almuerzo, por otro lado, no sabía que pensar ahora que estaba comiendo con ambos Agreste, tengo al frente al chico del que vengo enamorada desde que entró a la escuela y al hombre del que me estoy empezando a enamorar; definitivamente no eran ideas mías, yo en verdad me estaba sintiendo incómoda, incluso nerviosa por estar con los dos juntos. Tanto que casi se me resbala el pollo que tenía picando y derramé por accidente  el vaso con la bebida que tenía en frente.

—Lo siento.

Buscaba agarrar la servilleta para limpiar el charco que se formaba en la mesa, Adrien no pudo evitar reírse, no lo culpo; hasta intentó ayudarme pero el vaso rodó y acabó por romperse en el suelo.

La nínfula de GabrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora