Semilla de odio

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Me duele, me duele tanto el abdomen, pensé que era por que debía ir al baño, pero me asusté cuando vi que estaba sangrando abajo en cuanto llegué a entrar.

«Estoy menstruando, pero nunca me había pasado así» pensaba mirando en el suelo el charco de sangre...

El dolor era intenso, el calambre en las piernas eran tan fuertes que acabé en el suelo. No lo soporto, siento me estoy muriendo. Gabriel ha entrado, no puedo dejar que me vea así,  pero antes de que pudiera hacer algo, él ya se había salido con Adrien que había entrado también con curiosidad. 

 Me aliviaba sólo un poco lo que hizo, estaría feliz si no fuera por el dolor de muerte que estaba sufriendo.

¿Qué me está pasando?

«No puedo quedarme así» pensaba cuando el dolor se estaba disminuyendo. «Necesito lavarme».


Hace dos semanas...


Mi madre y yo habíamos pasado un tiempo con mi abuela, ella estaba feliz por nosotras, tres generaciones de mujeres Cheng juntas mientras nos tomábamos una fotos para el recuerdo, incluso tuvimos un día entero en la cocina donde aprendí a hacer dulces de china.

Que triste me sentía, pero sabía que volvería a verla pronto, pensaba mientras charlaba con mi abuela en nuestros paseos por París. No podría acompañarla al aeropuerto el día en que se fuera porque ese día tendría que ir a la escuela.

Sé que volvería a verla pronto, incluso me aseguró que mi tío se pondría contento al escuchar de mí. Me adora tanto y el resto de la familia espera conocerme algún día.


Durante las clases, todas estuvieron casi tranquilas, casi, esa tranquilidad se fue cuando nos anunciaron los exámenes y nos dejaron tareas incluyendo apuntes importantes que se incluirían en el examen. Debo estudiar mucho si quiero tener una buena nota. Todo sea por no volver a quedar castigada.

Así me lo propuse durante días, pero siempre me sentía muy cansada, incluso cuando vino Alya no podía concentrarme en estudiar debido al sueño que estaba sintiendo.

—¿Has dormido bien?

—Si he dormido bien, no sé porque tengo tanto sueño.

—Creo que ya sé que sucede.

Ella me tomó por los hombros y me miró fijamente.

—Te presionas demasiado, Marinette, tú tranquila, si estudias bien vas a salir bien pero no presiones más de la cuenta. Te enseñaré unos métodos para relajar tu mente mientras estudias.


Después de algunos días, todo parecía estar bien gracias a Alya, incluso aprendía los apuntes de manera correcta sin descuidar cuando descansaba de estudiar. Pero a los siguientes días me empezaba a doler la cabeza, tanto que comencé a tomar calmantes para aliviarme.

En la escuela podía sentir el olor del perfume de Chloé, era tan fuerte que casi me marea y me tapaba la nariz en su presencia.

—Esto es lo más bajo que has hecho, Marinette —me recriminó Sabrina.

—No es mi culpa que se echara un perfume muy fuerte —dije tapándome la nariz.

—Yo no me echo tanto perfume —contestó Chloé. —Aunque a ti, si te haría falta ya que apestas peor que el perfume de pescado de Rose.

Estos olores son casi insoportables, aunque claro, debido a que me tapaba la nariz en clases creyeron que me estaba burlando de Chloé por el olor de su perfume así que me sacaron a la oficina del director.

La nínfula de GabrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora