De muchas palabras y pensamientos

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—¿Por qué tienes una ducha y una bañera? —le pregunté con curiosidad.

Cuando entré a su baño vi que era tan grande o más que el baño de Adrien y tenía una bañera y una ducha instalada, me pareció bastante raro verlo aunque en realidad no sé si es capricho de la gente rica. 

—Antes estaba simplemente la bañera, no la he usado desde... —pude observar como se detenía. —Desde...mi esposa...

—Entiendo.  

Debe traerle algunos recuerdos aquella bañera, los imagino a los dos allí bañándose juntos o ella sola mientras su esposo la admiraba entre burbujas y pétalos de rosa, aunque no estoy segura si en verdad fuera así. Que incómoda situación era la que tenía, sobre todo cuando lo vi acariciar el borde de la bañera, me daba señales de cuanto la estaba extrañando. 

Lancé un suspiro suave y me fui quitando el pijama para entrar a bañarme en la ducha, me entraba la necesidad de darme un baño y quitarme el calor que me había dejado mi noche con Gabriel. Entré y abrí la ducha dejando que el agua me cayera encima,  no pasaron unos minutos hasta que vi a Gabriel, que también iba entrando desnudo en la ducha, me quedé sonrojada ante su acción, sintiéndome demasiado apenada, no es que fuera la primera vez que lo viera desnudo, pero es que estaba tan cerca y en la ducha, era tan distinto a verlo en la cama. Podía observar más detalladamente su silueta y su sexo que estaba ahora algo distinto.

—¿No podías esperar a que termine de darme un baño?

—Tengo un horario que cumplir, no puedo atrasarme tanto.

—Esto es algo incómodo.

—No te apenes, no es la primera vez que nos vemos así desnudos.  

Pero si era la primera vez que tenía que ducharme con él, así que cuando estaba por irme para dejarlo solo, él me impidió salirme de la ducha al acercarme a la puerta, Gabriel se sentía deseoso de ducharnos juntos, por lo que pude notar.

—Estás loco.

—Por ti me vuelvo loco.

Y luego dice que es muy pronto para repetir las cosas, luego de lo que empezamos a hacer en la ducha, se ha contradecido a si mismo...

Podía notar todo lo que hacía Gabriel para vestirse, siempre observándose de arriba a abajo, si veía alguna arruga la quitaba enseguida, como se abotonaba con total precisión incluyendo el corbatón, hasta en el nudo de sus zapatos lo hacía detenidamente.

—¿Tanto trabajo para verte cómo eres?

—Debo quedar siempre perfecto, no debo dejar ni un detalle fuera.

—No eres perfecto.

—Tal vez no lo sea —me dijo acercándose. —Pero para ser un hombre impecable y bien vestido, debes cuidar cada detalle para resaltar la perfección.  

Me dio un beso para después dejarme comenzar con mi proceso de vestirme.

—No hay nadie.  

Ocultarnos era ahora una prioridad para Gabriel Agreste, nadie debía saber que yo estaba aquí, ni siquiera Adrien. Incluso se aseguraba que el camino estuviera despejado cuando fuimos a su oficina. 

Era muy agradable poder estar con él, viéndolo hacer sus diseños era toda una experiencia al ver como trabajaba el mejor diseñador de modas de París.

—Me gusta este vestido —le comentaba viendo sus diseños.

—Son para mi nueva colección, debo enviarlos para que se hagan lo más pronto posible, serán exhibidos en la Semana de la Moda.

La nínfula de GabrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora