¡Supéralo!

665 25 0
                                    

Después de estar más de un mes en repentina "rehabilitación", fui a clases como un día normal, sin lágrimas ni dolor...bueno, no mucho.

-¡Vale! ¿Cómo estás?- escucho gritar a Meli desde el otro lado del salón de clases.

-Muy bien- miento

-No te perdiste de mucho los últimos días, la maestra de español renunció- dice Sophie que se acerca a nosotros.

-Wow, ¿En serio?- digo sin mucha emoción en mi voz

-Okay amargadita, te dejamos en paz...- dice Sophie y toma a Meli para retirarse y dejarme sola.

Cuando me siento en el salón de clases me doy cuenta de que nadie extraño mi ausencia más que mis amigas, tal vez ya no encuentre a nadie más en mi vida que me ame. Ningún otro chico me había interesado más que Oscar, y claro no es como si trajera a todos los chicos de la ciudad de trás de mí, al parecer soy invisible y no quiero quedarme sola.


Cuando la escuela se acabó, esperé a que Raúl llegara por mi. Cuando por fin llegó, salí sin despedirme de nadie, no tenía ánimos de ver a nadie, iba a llegar a mi casa y leer o hacer tarea, bueno me quedo con la idea de leer, no quiero hacer tarea.

Cuando encuentro el coche en el estacionamiento, me acerco y encuentro a Raúl y a Meli hablando, en otra ocasión les hubiera hecho algún comentario inapropiado, pero ahora no estoy del mejor humor del mundo, así que decidí quedarmelo para otra ocasión. 

-Ah, hola fea- dice Raúl volviendo la mirada para observarme- ¿Nos vamos?

-Si- digo subiendo al coche tratando de ignorar la presencia de mi mejor amiga, sé que me va a odiar pero ahora no me interesa.

-Bueno, nos vemos preciosa- le dice Raúl a Meli y le da un leve beso en la mejilla. puedo notar que a ella le encanta por como se le suben los colores al rostro al sentir el roce de mi hermano. Cuando lo veo, es casi romántico pero al final me asqueo y me obligo a mirar a otro lado mientras terminan su despedida.

-Nos vemos Raúl- dice Meli roja como un tomate- y adiós gruñona- me da una mala mirada, se da la vuelta y se aleja del coche. Tendré que llamarla esta noche para disculparme. 

El trayecto a casa fue silencioso, demasiado para lo que Raúl y yo acostumbramos. En cuanto llegamos a la casa, bajo del coche y me dirijo a la puerta. 

-¿Te vas a poner así por el resto de tu vida?- dice Raúl a mis espaldas antes de que yo entre a la casa.

-¿De qué hablas?- finjo que no he entendido su pregunta.

-No finjas Valeria, te conozco demasiado bien como para que intentes engañarme diciéndome que ya no sientes nada por él y que ya no te duele cuando dicen su nombre- dice Raúl con firmeza en su voz, tanto que en un punto pensé que estaba enojado.

-Es inevitable...

-¡No, deja de escudarte Valeria! Él no es el mundo entero, llegará alguien más que te haga más feliz que ese pendejo y más vale que te des cuenta ya y dejes de estar como tonta llorándole a escondidas- espeta Raúl.

-Yo...no sé que decir- La verdad es que me sorprendió mucho la manera en que Raúl me acaba de gritar, nunca me había hablado así.

-Nunca sabes- dice y pasa a mi lado sin voltear a verme.

Lo persigo escaleras arriba y cuando llego a la puerta, me la cierra de un portazo en la cara. Mierda, nunca lo había visto así.


Estuve toda la noche pensando en lo que me dijo Raúl, tal vez mi hermano tenga razón, tal vez hay alguien ahí afuera esperando por mí y yo estoy aquí, llorándole a un pendejo que me engañó. Seré honesta, me duele y mucho pero no puedo pasarme toda la vida en mi cuarto comiendo helado, a este paso llegaré a ser de esas mujeres que viven solas en un departamento repleto de gatos y que nadie se les acerca. Dios mio, no quiero eso para mí Olvidaré el tema de Oscar y saldré adelante con mi vida. Raúl tiene razón, Oscar no es mi mundo y puedo seguir adelante sin él.


Mamá nos llama desde el comedor para avisarnos que el desayuno está listo, y por el olor que inunda mi nariz sé que son waffles, la especialidad de mi madre.

En cuanto Raúl sale de su habitación que está enfrente de la mía cruzando el pasillo, corro a abrazarlo, después de unos segundos de tenerlo en mis brazos, lo suelto.

-¡Pendeja, me despeinas!- dice Raúl arreglándose el cabello.

-Gracias hermano, debí hacerte caso desde el principio

-No hay de qué pequeña, siempre estaré a tu lado pase lo que pase- me dice mi hermano con ternura- Y ahora vamos a desayunar que los waffles de mamá no se comerán solos.


E.M.A.H. Enamorada Del Mejor Amigo De Mi HermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora