Cap 5.

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No se como pude empujarlo, como pude pensar con la mente fría con el calenton que tenia encima. La madre que lo pario. Ese tío sabia muy bien lo que hacía.

El tío se quedo en el suelo mirándome con la boca abierta, estaba culpándolo de lo que yo había empezado. El otro hombre se tapaba la boca, asombrado. Menuda sorpresa.

- ¿Que...? Tom, no esperaba esto de ti. - le dijo furioso.

- Pero yo...

- ¡¡Eres un aprovechado!! - volví a gritar. Hice que mis manos temblasen, mi cuerpo entero, hasta casi conseguí que se me saltaran las lágrimas.

- Perdónele, por favor. - me dijo aquel hombre con las manos juntas, rogándome. - Ves a mi oficina. - le dijo. El chaval me miró con el ceño fruncido. Supongo que como me vuelva a ver se me tirara a matarme. Pero sin decir nada, obedeció a quien suponía que era su jefe. Salió de allí cerrando la puerta, pero antes de hacerlo me dedico una mirada, que si matara, me hubiera quedado ahí. - Lo siento mucho.

- Esto es... Voy a denunciar. ¡A él, a la empresa! Se os ha caer el pelo... No puedo creerlo. - me puse la mano en el pecho, fingiendo un ataque de... algo, no lo se. Una lagrima bajo por mi mejilla. Soy el mejor actor del mundo.

- No, no, no. Por favor. No queremos escándalos, pídame lo que sea. Dinero, ¿Quiere dinero? ¿Cuanto quiere?

- No quiero su estúpido dinero. ¡Han estado a punto de violarme! ¿Por quién me toma?

- Lo siento... Por favor. Seguro que encontramos algún modo de solucionarlo. - el tío estaba desesperado. Una denuncia de este tipo para cualquier empresa supondría la quiebra. Y ahora, era de nuevo mi oportunidad para conseguir lo que quería.

- Despidalo. Que se vaya a la calle. Es un peligro, por dios. ¿Cuánta gente habrá pasado por esto?¿O pasará? Ese hombre no se merece este trabajo.

- Tiene razón. Si. Si, la tiene. Ahora mismo lo despido. Gracias. Gracias de verdad. Vuelva cuando quiera, le haremos el encargo que usted quiera por cuenta de la empresa.

- No puedo aceptar eso. - me tire el rollo, ya que estaba, aunque unos diseños de ropa, de mi estilo, estaría de puta madre.

- Si puede. Tenga. - me dio una tarjeta. - Cuando quiera me llame, le atenderé personalmente. Y por favor, discúlpeme de nuevo por lo sucedido.

El tío me cogió de la mano y la beso. Que asco. Supongo que me pase con el papel de hacerme el delicado. En fin. Por lo menos había conseguido que lo despidieran.

Después de pedirme disculpas de nuevo como tres veces más, me dejó irme. Y me fui con la pena de no tirármelo, estaba bueno de cojones y me había tocado como nadie lo había hecho. Joder. Tendría que enseñarles a Georg y Gustav.

Abrí la puerta del Hammer del Cabeza y entre con una sonrisa y un importante problema en mis pantalones, que por suerte no se notaba, si no traumaria a la pobre Sara.

- ¿Cómo ha ido? - me pregunto el Cabeza.

- Si espera cinco minutos, lo verá salir por la puerta con sus cosas.

Y allí esperamos. No es que el Cabeza no se fiara de mí, si no que parecía querer ver el momento en el que el tío ese saliera de allí.

En cierta manera me daba pena. Era un buen trabajo y por lo que pude ver, se le daba bien, pero por otro lado yo estaba haciendo el mío, que por suerte se me da mejor.

Al poco rato lo vimos salir. El Cabeza, sus guardaespaldas y yo, estábamos mirando a través de los cristales tintados del Hammer, observando la escena.

Cross.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora