Cap 30.

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Dejamos a Sara jugando con los pequeños y le dijimos que si quería algo, fuera a buscar a Sheila. También pasamos por casa de Matilde, que nos invitó a unos dulces, y le dijimos a Sheila que le echara un ojo a Sara mientras estábamos fuera.

Volvimos a por el coche y salimos de la comunidad. Aún no habíamos pisado fuera de ella que ya me estaba llamando el Cabeza para que encendiera el Gps. Puta manía había cogido con saber dónde estábamos.

Cuando nos dejaba "libres", por decirlo de alguna manera, siempre aparecía de sorpresa cortándonos el rollo a Tom y a mí, por eso un día buscamos la manera de joder el puto Gps del coche. Y la encontramos. Por eso no funciona, porque lo jodidos directamente. Pero claro, ahora estaba el del móvil, el mio, porque el de Tom no tenía. No sé por qué se quiso quedar con un móvil más viejo que mi abuelo cuando el Cabeza le regalaba uno igual que el mio.

Cuando llegamos al Paraíso algo me pareció extraño, pero no dije nada. La otra vez cuando vinimos, los que estaban en la puerta iban vestidos como el tío que aparcaba los coches. Esta vez no. Eran dos con muy malas pintas y vestidos por completo de negro y gafas de sol. Tom me miró por un segundo, creo que le dio tan mala espina como a mí.

- ¿Tienes el Gps activado, verdad? - me preguntó cuando montamos en el ascensor.

- No te han gustado esos dos, ¿no? Esto me huele mal.

- Y a mí. Pero seguro que son imaginaciones nuestras. Todo saldrá bien. - me dio un beso y me cogió de la mano.

- ¿La llevas?

- No, la deje en casa.

- Joder. Cuando salgamos a cosas como estas tienes que coger la puta pistola, Tom. - me saqué la mía y se la di. Yo era mucho más ágil que él y tenia más reflejos. - Ten. Y si paso algo, usala.

- No, guárdala tú.

- ¡¡Ten!! No me discutas ahora.

- Esta bien. - la cogió no muy convencido y se la escondió en la parte baja de la espalda, entre el pantalón, y me volvió a coger de la mano.

Resople mirando la pantalla donde pasaban los pisos. La otra vez me pareció más rápido el dichoso ascensor.

Las puertas se abrieron y nos encontramos con dos tipos vestidos igual que los que estaban en la puerta.

- ¿Cross? - dijo uno de ellos.

- El mismo.

- Bien, tú nos acompañas. Tu te quedas aquí. - le dijeron a Tom.

- Él no va a ningún lado si no es conmigo. - les contestó.

- ¿Por que solo puedo entrar yo? Venimos los dos a negociar. Decirle a vuestro jefe que entramos los dos o la reunión se termina aquí.

Uno miró al otro asintiendo y el segundo desapareció en el pasillo. 

- Esto no me gusta. - me dijo Tom en el oído. - Mandale un mensaje a mi padre y dile que vas a llamarlo y que se quede escuchando.

Cuando se apartó de mí, le miré a los ojos. De verdad estaba preocupado. Y a mí tampoco me gustaba toda esta mierda para simplemente negociar. Así que le hice caso y le escribí un mensaje.

"Cabeza, las cosas están raras. Voy a llamarte y guardaré el móvil en el bolsillo por cualquier cosa. El Gps sigue encendido"

Esperé unos segundos para que le diera tiempo a leerlo y  marqué su número. Cuando descolgó, bloqueé la pantalla y lo guarde en el bolsillo justo cuando volvía el otro tipo.

- Bien. Está de acuerdo. Podéis pasar.

Uno caminó delante de nosotros y el otro detrás. Tom me soltó la mano, pero no se alejó de mí ni un segundo.

Cross.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora