Cap 8.

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Sentado en un banco, en una ciudad distinta, a la que siempre solía salir cuando podía, cuando el cabeza me daba permiso y cuando no había nada que hacer. Ahí estaba una tarde más. Pasando el tiempo sin nada que hacer, sin nada que observar mas que a la gente a mi alrededor.

Ayer, en la reunión en la oficina con el Cabeza nos dijo que hoy no haríamos nada. Y eso significa no salir a trabajar, no traficar con las drogas, ni dar ningún golpe. Día libre. Día de aburrimiento y día largo. Así que decidí salir esta mañana con su permiso. Deje a Sara al cuidado de Sheila dejándole las llaves de mi nueva casa, pues Sara no quería salir de allí de ninguna manera.

La noche la pasó sentada en la cama, mirando todo una vez más, por largas horas, sin atreverse a tocar nada por miedo de romper algo o simplemente por miedo de romper esa perfecta organización de muñecos y juguetes. Me hizo dormir con ella, en su cama. Y no me pude negar. Lo que me hizo pensar que tal vez tenga que dormir con ella alguna noche más hasta que se acostumbre a la casa, hasta que pierda el miedo de verse entre cuatro paredes ella sola. Pero lo haré encantado si es el caso.

La gente en la comunidad seguía construyendo sus casas, y en contra de mis pensamientos e ideas que me hice de como quedarían, no se veían diferente a la mía. Digamos que eran las mismas, solo que la mía ya estaba montada, como de muestra, como de ejemplo para que se fijaran en ella para construir las suyas. Tal como dijo el cabeza, eran rápidas de montar. Tanto, que en cuanto vuelva a la comunidad, tengo seguro que cada familia ya estará en su casa.

Miro a mi alrededor y solo siento envidia. Envidia de los niños que juegan sin preocupaciones, de las familias que pasean sin miedo a ser vistos, a ser seguidos, sin miedo a nada. Envidia de esas parejas que disfrutan de lo que para mi es irreal, sacado de cuentos y falso. El amor. Ese sentimiento que dicen que logra volverte loco, y yo se que es real. El amor te hace perder el sentido de lo que está bien y esta mal. Tanto, que es capaz de hacerte realizar la más puta locura de todas. Por eso sé que el amor es falso. Es falso e irreal. Porque un día piensas tener todo y al otro, tus propias manos acaban con eso que decías ser todo para ti.

Yo no conozco ese sentimiento, ni el cariño, o si, porque lo que siento por mi pequeña Sara creo que es lo más cercano a querer que he podido sentir. Amar, solo he amado a una persona. Y es mi madre. Pero no hablo de ese amor o ese cariño. No. Hablo de ese del que te vuelve completamente inútil, imbécil, ese amor por el que haces locuras. Nunca lo he sentido ni tampoco lo quiero. Porque no quiero terminar siendo como mi padre. No quiero que esa locura me lleve a hacer lo mismo. No.

Y solo en momentos así, o bajo la luz de la luna, es cuando me encuentro con mi yo real. Y lo odio. Odio sentir los latidos de mi corazón golpear por mis pensamientos, moverse de diferente manera según mis recuerdos. Lo odio tanto. Odio sentir. Odio cualquier sentimiento que se aloja en mi corazón. Odio todo lo que me ha llevado hasta aquí y a la vez, lo agradezco. Lo agradezco porque me ha hecho fuerte. Porque ahora soy capaz de no pensar si no quiero, ni sentir remordimientos. Porque soy una persona totalmente diferente, pero sigo teniendo alma de niño. Ese niño que quedó encerrado con apenas doce años para convertirse en lo que es hoy. Y entonces, odio mi yo de ahora.

No me entiendo ni yo mismo a veces. No se en realidad lo que odio o lo que me gusta. A veces creo que es real eso que me dice Georg. Soy como dos personas encerradas en una, y nunca sabes con quién estas realmente.

Me empieza a doler la cabeza y se que he llegado a mi tope y no aguanto un segundo más aquí. Así que me levanto para volver con los míos. Pero entonces, mirando al frente logro diferenciar a alguien caminando por las calles, sin saber de mi presencia, sin saber que estoy tan cerca de él.

Cierro mis puños y susurro algún que otro insulto dirigido a él. Se por que estoy aquí, por que sigo vivo, verle me lo recuerda y me hace odiarlo todavía más. Porque él es una de mis razones de querer seguir adelante, él es parte de esta persona en la que ahora me he convertido. Él es mi meta. Y cuando logré lo que quiero... podre dormir mas tranquilo.

Cross.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora