He robado en tantas tiendas que no podría enumerarlas. Tantas joyerías que no podría ponerme todas esas joyas encima. Tanta comida, que si solo fuera para mi, estaría más que saciado hasta después de muerto. Coches para poder montar un concesionario de los grandes, tantos que llenarían un parking de tres plantas y lo mas seguro, es que faltaría espacio.
He perdido la cuenta de toda la mierda que me he metido en el cuerpo. Las veces que he follado con Gustav y Georg. Todos los insultos y amenazas de Jost tampoco podría apuntarlos en una puta libreta.
No sé la razón exacta de porque nunca me he negado a nada de ello cuando va en contra de quien soy. Pero supongo que el pensar que por mi comen familias y se curan enfermedades, es razón suficiente para seguir con esto.
Sigo encerrado en el puto baño, no se el tiempo que ha pasado. Hace rato que no oigo a Sara hablar, ni su risa. Ni tampoco a Sheila. Pero sé que sigue aquí porque no he escuchado la puerta de casa. Y no se si no salgo por miedo a que me pregunte de más o por miedo a derrumbarme delante de ella.
Las putas palabras que me ha dicho hoy, y eso que no han sido ninguna cosa del otro mundo, han derrumbado un poco esa barrera que tanto me costó construir.
Me levanto del suelo, tengo que salir. Lo primero porque no puedo pasarme la noche encerrado aquí, y segundo, porque yo no me escondo. Nunca.
Sheila está sentada viendo la televisión en voz baja. Al oír la puerta del baño a volteado la cabeza para verme y me sonríe.
- ¿Todo bien? - me pregunta.
- Si. ¿Cerveza?
- Bien.
Voy hasta la nevera y me doy cuenta que la mesa está recogida, y los pocos cubiertos que hemos usado están fregados. Cojo las dos cervezas y me dejo caer en el sofá a su lado y le paso una.
- Gracias.
- ¿Por qué?
- Por fregar y acostar a Sara.
- No es nada. - ella está sentada de costado, de rodillas sobre sus piernas y un brazo en el respaldo. Yo solo me he dejado caer, como mi culo casi fuera del sofá. - Nunca te había visto sin... maquillaje. - bebo de mi cerveza sin mirarla y asiento.
- Nadie lo ha hecho. Eres la primera.
- Vaya, me siento privilegiada. - sonrió de medio lado. - Mírame. - lo hice. Gire la cabeza y le mire. Sus ojos recorrieron mi cara, analizándola. Viéndola por primera vez. - ¿Por qué lo haces?
- ¿Maquillarme? - asiente. - No lo se. Empecé a hacerlo cuando llegue aquí.
- ¿Una barrera?
- Supongo. - bebo mi cerveza de nuevo. - La verdad es que... de pequeño en casa solía coger el maquillaje de mi madre cuando ella no estaba. Me gustaba probar como quedaba en mi. No se, supongo que la intriga de ver que veía ella en eso que hacía todos los días.
- Te entiendo, yo también lo hacía. Aunque supongo que en una chica es más normal hacer esas cosas.
- ¿Me estas llamando anormal? - bromee entre risas.
- Tu no eres normal, Cross. Pero no, claro que no eres anormal. - dijo rodando los ojos. - Me refiero a que, es raro, ¿no? ¿Tu madre te pillo alguna vez?
- No. Nunca. Aunque supongo que lo sabía porque su maquillaje bajaba de cantidad día a día. - Sheila carcajeó por eso. - Pero nunca me dijo nada.
- ¿Sabes? Yo una vez de pequeña vi a mi madre en el baño, haciendo pipí. Me fije en que cogía algo de una bolsa que siempre veía en el baño pero que no sabía que era. Un día, también por curiosidad, cogí eso mismo y lo puse en mis braguitas, así como vi que lo hacía mi madre. Ella se dio cuenta porque pase todo el día con eso, y al final me molestaba y andaba como los pingüinos. Cuando me preguntó que qué era lo que me pasaba, yo le dije que me había puesto esas cosas suyas. Mi padre se rió mucho de mi. Ahí mi madre me explico para qué servían las compresas y me dijo que entonces no las necesitaba.
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Cross.
FanfictionContenido adulto +18 TWC-NR - Cuando la vida es difícil, tienes que buscar la manera de sobrevivir. Esta es la historia de una comunidad en la que los robos, atracos y asaltos es la forma de vida. Su única sa...