Cap 28.

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No me podía creer que cuando yo le he sido sincero y le he contado toda mi vida, le he hablado cuando he estado mal, he confiado en él, no podía creerme que me lo estuviera pagando así. Cerrándose a mí. ¿Y a quien llama? A Sheila. Por supuesto que sí. Seguro que ella saber consolarle.

Pues le pueden dar por el puto culo.

- ¿Estás enfadado? - llevaba a Sara en brazos. Tenía tal mala hostia que ahora no tenía paciencia ni para seguir su paso.

- No, pequeña. Estoy bien.

- Estás enfadado.

- Que no, Sara. Hoy te quedaras a dormir en la casa de los niños, ¿te parece bien?

- Vale. - seguí andando un poco más, pero ella no se iba a callar. - Cross.

- Dime.

- ¿Tom y tú ya no sois novios? - resoplé. No tenía caso discutir con una niña.

- Sí, sí lo somos pero a veces los mayores discuten y se gritan cosas feas.

- ¿Ya no le quieres?

- Claro que sí, Sara. Mucho. - abrí la puerta y entré con ella. - Anda, pequeña. Mañana vendré a por ti, ¿vale?

- Si. Te quiero mucho, Cross. - dijo abrazándome antes de soltarla.

- Y yo a ti, Princesa.

No pensaba volver a casa en toda la noche. ¿No quería o necesitaba estar solo? Pues solo iba a estar. Toda la casa para él solito. Yo no necesito una puta cama ni un techo para dormir. Me fui detrás de la nave. Eso es lo que necesitaba ahora. Estar allí, calmarme, pensar y desahogarme.

¿Cómo podía hacerme esto?

Me senté en la hierba y observé como el sol empezaba a esconderse, faltaba poco para que llegara el invierno y los días se hacían más corto dando paso a la noche antes de hora.

Si quería saber qué coño había pasado sin tener que hablar con Tom, solo tenía una forma de hacerlo. Así que saqué mi móvil y volví a llamar al Cabeza, a ver si ahora si me respondía.

- ¿Si? Dime, Bill.

- ¿Dime Bill? Te he llamado como diez veces.

- Lo sé. Lo siento, estaba ocupado y no podía contestarte. Dime, ¿que pasa?

- Eso es lo que me gustaría saber a mí. Que coño pasa con tu hijo. Cuando llegó a casa se encerró en el baño y el muy... cabrón llama a Sheila para hablar con ella y a mí me dice que me largue. - silencio. Eso fue lo que escuché. - Cabeza, no me jodas. No me calientes más de lo que estoy.

- Bien, cálmate, Bill. Por favor.

- Si quieres que me calme espero una buena explicación de lo que está pasando.

- No ha sido una buena tarde para Tom. Entiéndelo. Deja que se calme y habla después tranquilamente con él.

- Cabeza, yo tengo días peores y no me encierro ni le digo que se largue. ¿Y qué pinta Sheila en esto? ¿También vas a inventar algo para eso?

- No. Eso no lo entiendo. No sé por qué le llamó a ella. A eso si que no puedo responderte.

- Pues que bien.

- Vuelve a casa y relájate. Seguro que podéis hablar.

- ¿Que vuelva a casa? Eso no te lo crees ni tú, ni él. ¡Ah! Y no me digas de trabajar esta noche.

Le colgué. Nunca le había hablado así pero me estaban tocando mucho los huevos. Que vuelva a casa me dice. ¡Pero si me ha echado! A la mierda todos. Él, Tom y Sheila. Les pueden dar por culo a todos juntos.

Cross.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora