CAP IX. PT IV. DÚO ENEMIGO

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NOTA: Y al fin, les traigo la parte final del noveno capítulo <<Dúo Enemigo>>. Lo sé, ha estado super mega recontra largo pero no me culpen, culpen a la inspiración. Y les voy a decir algo: me están fascinando cada vez Youngjae y Alma. ¿Ustedes que piensan? ¿Les gusta algún personaje? ¡Comenten! En fin, les anexo las canciones restantes para amenizar la lectura. ¡Disfrútenlo!  

                                       IX

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                           IX. Dúo enemigo.

                  Parte 4.

            [Moscú, Rusia]

Alma se encontraba frente a la puerta de la habitación de Youngjae, quieta, pensando en que si era buena idea lo que estaba a punto de hacer. Cuando al fin se decidía por tocar, se arrepentía de inmediato. << ¿Y si no le agrada la idea?>>, pensaba. Pero se estaba apresurando; estaba sacando conclusiones absurdas. Cerró los ojos por un par de segundos y dejó salir un respiro contenido. Fijó su mirada hacia la puerta, torció el labio superior, levantó la mano y tocó la puerta con fuerza.

             — ¿Quién? —se escuchó la voz de Youngjae desde el interior.

             —Soy yo, Alma —dijo la violinista latina, posando su mirada hacia sus zapatos sucios—. ¿Puedo pasar? Necesito hablar contigo.

             Pero no recibió respuesta. Pasaron unos segundos en completo silencio, esperanzada a que le respondiera algo, aunque sea un <<no>>. Pero no, Youngjae no hablaba. Alma suspiró y se dio la media vuelta sin alzar la mirada. Por vez primera, se sintió mal por el aparente rechazo de su compañero. El crujido de la puerta al abrirse provocó que Alma se detuviera en seco, levantando la mirada. Youngjae había abierto la puerta.

            —Puedes pasar —le dijo a sus espaldas.

             Alma se quedó pasmada por unos segundos para después, voltearse lentamente hacia la puerta de la habitación de Youngjae. Allí estaba él, sonriente e invitándola a pasar. La violinista latina sintió como su corazón dio un brinco. Sus ojos hicieron un contacto visual perfecto con los de su compañero asiático.

              — ¿Piensas quedarte allí parada todo el día? Ven, pasa —volvió a decirle, haciéndole una seña con la mano derecha.

             Alma se adentró a la habitación del pianista asiático con mucho cuidado, como si temiera que la duela se rompiera debajo de sus pies. Youngjae cerró la puerta.

             —Puedes sentarte donde gustes —dijo Youngjae aunada a una ligera risa que contagió a Alma.

              Alma se giró de prisa hacia donde se encontraba su compañero pero, al hacerlo, casi se estrellaba de frente con él; fueron escasos cinco centímetros para que se golpearan. Alma se quedó quieta y comenzó a sonrojarse cuando vio de cerca, aquellos ojos rasgados que parecían tener un brillo jovial. Youngjae dejó salir una risa estridente.

A MI MANERA: EL TRÍO ÉPICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora