TEMA:
Afinidad.
PREMISA:
A pesar de las diferencias de pensamiento, ideologías, caracteres y cultura, siempre habrá una persona afín con el cual se comparte una semejanza.
SINOPSIS:
A pocos meses del Skripach-Virtuoz, Al...
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XIV. La vida es corta, ¡a disfrutarla!
XIV.III. Cielos Desérticos.
[Sibenik, Croacia]
Aquella semana fuera de Rusia se había pasado muy rápido para los músicos jóvenes y su mentor, el violinista noruego, quienes habían pedido la ayuda de un excelso pianista croata de mirada azul; aquellos días estuvieron llenos de aprendizajes y buenos momentos dentro de la habitación de música, ya sea que estuviera Youngjae solamente con Maksim o que estuvieran en compañía de Alma Alcázar y de Alexander Rybak, incluso, de la misma Rajna, el ruiseñor. Aquellos días se llenaron de magia para la violinista latina quien, a pesar de que no había absorbido conocimiento alguno, disfrutaba de las piezas que a veces Maksim y Youngjae tocaban en conjunto; Alexander también lo disfrutaba. Sin embargo, Youngjae se sentía un tanto incómodo con el sublime pianista.
Un día, dentro de la habitación de música, Youngjae se encontraba sentado en el banco del piano tocando levemente alguna que otra nota para después, posar su vista en la partitura que estaba frente a él, sobre el piano; a veces, agarraba aquellas hojas y las observaba detenidamente tratando de comprenderlas. La razón era que, el pianista croata le había propuesto tocar una melodía de su autoría y eso, se le complicaba; para él, aquella melodía era un tanto confusa.
Youngjae tocaba una que otra nota en el piano de Maksim para después, quedarse suspendido unos cuantos segundos hasta que el sonido de la puerta al abrirse, lo sacó de golpe, poniéndole los pies sobre la tierra.
El pianista asiático miró hacia su derecha; abriendo los ojos al ver de quien se trataba.
Era Alma quien había entrado.
—Youngjae, ¿cómo vas? —preguntó la mujer, iniciando la conversación en inglés.
—Bien —mintió el pianista asiático, desviando la mirada hacia la ventana.
Había mentido pues, en realidad, no comprendía el ritmo de la melodía de Maksim; para él, era demasiado rápida. Alma se acercó con pasos pausados hacia su compañero; sí, se había dado cuenta...
—Ese "bien" no me convence —dijo ella penetrándolo con la mirada, haciendo que él volteara al instante.
— ¿Por qué no? —preguntó él.
—Porque has volteado hacia la ventana, como si trataras de buscar un escape —dijo ella, estando a un lado de su compañero—. ¿Qué sucede?
—No es nada de importancia...
—Sí lo es... oye, mírame...
Youngjae había vuelto a mirar hacia la ventana, con la intención de alejarse de su compañera. Ella, le dijo una, dos y tres veces, que la mirara; Youngjae la miró.
